Si hay algo que nadie discute del teatro y cine españoles es el grado de excelencia de sus actores de reparto, mal llamados también secundarios. Uno de esos grandes, José Luis Santos (Madrid, 1953) ha muerto a causa de un cáncer el miércoles en su casa y ayer fue incinerado en el cementerio de San Isidro, en Madrid. En esta ciudad ejerció su oficio de actor durante varias décadas aunque sus inicios estudiantiles le llevaron por territorios del mundo de la física, así como por el campo de la informática y de las ciencias de la información. Era un brillante ejecutivo de IBM que se fascinó por el teatro llegando a darle un giro copernicano a toda su vida. Se incorporó al oficio de la farándula y se lo tomó tan en serio como para cursar estudios en la Escuela de Arte Dramático.
Si bien fue popular por su participación en múltiples series televisivas como Velvet, Víctor Ros, Isabel, El barco, Aída, Cuéntame cómo pasó, Amar es para siempre, El comisario, y otras muchas, su prestigio le llegó a través de los escenarios. Más concretamente, por su continua y brillante presencia en la Compañía Nacional de Teatro Clásico, reclamado por los diferentes directores que han estado al frente, sobre todo en la etapa de Eduardo Vasco, con quien transitó por los versos de Lope de Vega, Calderón, Tirso de Molina, Rojas Zorrilla. En teatro barroco lo dirigieron Laila Ripoll, Helena Pimenta, Sergi Belbel. [...]
Otros directores de escena que contaron con él para poner en pie clásicos contemporáneos y textos de nuevos dramaturgos fueron Lluís Pasqual, Juan Carlos Pérez de la Fuente, Nancho Novo, José Carlos Plaza, Clifford Williams, Francisco Suárez, Eusebio Lázaro y Quino Falero, entre otros. Su último trabajo escénico fue Sueños y visiones del rey Ricardo III, una versión de José Sanchis Sinisterra con Juan Diego y bajo la dirección de Carlos Martín. [...]
La profesión escénica siempre destacó su buen hacer a la hora de trabajar, y si bien nunca le encomendaron papeles protagónicos, en su territorio de actor de reparto estaba muy bien considerado por los directores y por el público que siempre se fijaba y destacaba su manera de trabajar. (Rosana Torres)