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Figuras. Entrevistas de la escena
FIGURAS

Gerardo Vera. Miraflores de la Sierra, 1947- Madrid, 2020.
Escenógrafo, vestuarista y director de teatro, ópera y cine

(40’ 23’’)

Divinas palabras (2006), Rey Lear (2008), Agosto (2011) o Los hermanos Karamázov (2015) se encuentran entre las cotas más altas de este director, por cuya extensa carrera han desfilado igualmente estrenos de cine, danza y ópera como Lulú, con el que se convirtió en 1988 en el primer escenógrafo en ganar el Premio Nacional de Teatro.

  • Fecha: 19 de septiembre de 2019.
  • Lugar: Teatro María Guerrero de Madrid.
  • Duración: 40’ 23’’
  • Operador de cámara: Víctor Camargo.
  • Realización y edición: Ana Lillo.
  • Entrevista realizada por: Natalia Erice.
  • Créditos de fotografías
    Catherien Ashmore, Alfredo, Daniel Alonso, Antonio de Benito, Pilar Cembrero, Julio César, Chicho, Gyenes, Ibáñez, Manuel Martínez Muñoz, Sergio Parra, Ros Ribas, David Ruano y Fernando Suárez.
  • Créditos de los vídeos
    Unidad Técnica de Audiovisuales del Centro Dramático Nacional.
  • Créditos de las músicas
    Just Around Me- Ashot Danielyan.
    Far away mountain - LEXmusic.
    Summer Violin Concerto in G minor RV 315, Vivaldi. String Orchestra.
    Música de la cabecera:
    Hip Hop by Nesterouk.
    Hipo Hop Trendy audio.
  • Agradecimientos
    Centro de investigación y recursos de las artes escénicas de Andalucía, de Sevilla, Teatro María Guerrero (Centro Dramático Nacional) y Teatro de la Zarzuela.

Tres momentos de la entrevista

Torrente de creación

“Desde niño sabía que no era como mis amigos, mientras ellos jugaban al fútbol yo me encerraba con mi abuela a ver los programas de cine”. La fascinación que en él ejercían las estrellas del celuloide, retratadas en las grandes carteleras en Technicolor que recordaba desplegadas en la Gran Vía, fueron tiñendo su realidad y configurando sus primeros pinitos en la plástica. Aquellas poderosas imágenes pusieron los cimientos del escenógrafo que llevaba dentro y que canalizó esa capacidad para dotar a la ficción de una poderosa verdad.

La multiplicidad de facetas desde las que abordó su torrencial talento incluyó la actuación en obras de teatro durante su etapa universitaria, en la que no dudó en lanzarse a la dirección con resultados sobresalientes que desembocaron en su elección como director del TEU de la Facultad.

Fue en el TEU donde dirigió obras premonitorias como Divinas palabras, que décadas más tarde le encumbraría, a la vez que se licenciaba en Filología Inglesa y Literatura y comenzaba a moverse como ayudante de escenografía de Emilio Burgos en A Electra le sienta bien el luto (1965) o de Sigfrido Burmann en Nuestra Natacha (1966), entablando contacto con ases de la escena como José Luis Alonso, Núria Espert o Julia Gutiérrez Caba. Ya en sus inicios, Vera se situó a caballo entre el teatro comercial y la vanguardia alistándose en las filas de Tábano para vivir aquel fenómeno social desde dentro como actor, escenógrafo y vestuarista. Gerardo recordaba con cariño los estrenos y giras con aquellos míticos montajes perseguidos por la censura: Castañuela 70 , El retablo del flautista (1971) , Los últimos días de soledad de Robinson Crusoe (1974) y La sangre y la ceniza (1977) , este último como miembro del Colectivo El Búho, nacido de la escisión de Tábano.

Gerardo Vera

Ávido de formación y conocimiento, Vera cierra su etapa con Tábano para acudir a la fuente del teatro británico, atraído desde siempre por la cultura anglosajona. En la Universidad de Exeter encontró la oportunidad de diseñar decorados en una sucursal provincial de la Royal Shakespeare, unas prácticas que le llevaron a profundizar en la materia matriculándose en escenografía en la Central School of Arts de Londres. Aquel periplo inglés fue el trampolín para su despegue como aclamado escenógrafo y figurinista en nuestro país.

José Carlos Plaza, José Luis Gómez, Lluís Pasqual, Manuel Collado y Lindsay Kemp se cuentan entre los gurúes que desde los años 80 encomiendan a Vera la escenografía y vestuario de producciones de talla, como las del Centro Dramático Nacional que dirige Plaza en el María Guerrero, El jardín de los cerezos (1986) y Hamlet (1989) , o la que estrena con la compañía de Collado en el Teatro de la Comedia: El cementerio de los pájaros (1982) , de Antonio Gala. El Premio de la Crítica a Mejor Escenografía que obtiene en 1986 por el emblemático montaje 5 Lorcas 5 supone un salto cualitativo que confirma en 1991 con el Premio ADE en la misma categoría por Quimera y amor de don Perlimplín con Belisa en su jardín, de Gómez. Vera inaugura los noventa con nuevas conquistas como la que le brinda Pasqual, en calidad de director del Théâtre Odéon de París, con la escenografía de El balcón (1991), y se vuelca cada vez más en la dirección teatral firmando en 1996 dos aplaudidas obras: Testamento , en el CDN, o La noche XII , que monta en La Abadía siendo miembro de su Patronato. Por aquel entonces, ya se codeaba con el eminente Zubin Mehta, con quien preparaba en la Royal Opera House Covent Garden una aplaudida Carmen (1990), dirigida por Núria Espert. Y es que no hay que olvidar la faceta como escenógrafo y figurinista de ópera que Gerardo había cultivado paralelamente en el Teatro de La Zarzuela de la mano de Pilar Miró con una polémica Carmen (1982) o de José Luis Alonso con L’Elisir d’amore (1983). Fue José Antonio Campos quien en 1987 le encargó Wozzeck, de Alban Berg, una destacada dirección de Plaza, con quien repitió éxito y compositor en Lulú, convirtiéndose en el año 88 en el primer escenógrafo reconocido con el Premio Nacional de Teatro.
Ni la danza -con obras de arte como Fuego (1989), de Antonio Gades y Carlos Saura, o Yerma (1992), de Cristina Hoyos-, ni la televisión -Viaje con nosotros, Los pazos de Ulloa -, ni tan siquiera la copla con su sonado espectáculo Azabache para la Expo 92, y mucho menos el cine -gana sendos premios Goya por El amor brujo (1986) y La niña de tus ojos (1998), y dirige entre otros filmes La otra historia de Rosendo Juárez (1993) y La Celestina (1996)-, se resisten al gran referente plástico en el que se erige Gerardo Vera antes de ser elegido en 2004 director del Centro Dramático Nacional.

Aquí arranca la etapa del Vera más pletórico y conocido, condensado en su magnético montaje Divinas palabras, con el que inaugura en 2006 el Teatro Valle-Inclán y recibe el premio de la crítica neoyorquina, encadenando a partir de ese hito inolvidables producciones, que en su mayoría aborda como director y escenógrafo: Enemigo del pueblo (2007), Rey Lear (2008), Platonov (2009), Madre Coraje (2010) o Agosto (2011). Su iniciativa como gestor, caracterizada por el aperturismo que profesa con el ciclo Una mirada al mundo y por su sapiencia para llegar a amplios espectros de la sociedad, se despliega en una programación variopinta, que alcanza los 150 espectáculos, colocando al CDN en un puesto referencial y a Vera en lo más alto de la dirección teatral. Prueba de ello es la continuidad demostrada en la empresa privada, una vez que concluye en 2011 su trabajo al servicio público, alternando nuevamente clásicos como Mihura con los contemporáneos Jordi Galcerán y Martin McDonagh en estos aciertos que dirige en 2013: Maribel y la extraña familia, El crédito y El cojo de Inishmaan. Será de la mano de su venerado Dostoievski con quien regresaría al Centro Dramático Nacional para cumplir dos heroicas hazañas: Los hermanos Karamazov (2015) y El idiota (2019). Todas estas últimas obras tienen en común el nombre de su fiel adaptador, José Luis Collado, y grandes intérpretes como Juan Echanove, Lucía Quintana, Carlos Hipólito o Terele Pávez. “Nos adoramos”, así definía un visceral Gerardo su relación con los actores, con los que compartió “el privilegio de tener el teatro inyectado en vena”.
Con él se fue esa mirada visionaria y esa profundidad creativa que aplicó a tantas direcciones y escenografías, un rico legado que es parte imprescindible de nuestra historia teatral.

Por Natalia Erice

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