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2. VARIA

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2.3 · El teatro escolar de Alfonso Jiménez Romero


Por M. Teresa Mora Álvarez
 

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2.3. En Alcalá de Guadaira (1979–1983)

 A) Escuela de verano. A pesar del legislador, durante todo el presente período democrático la renovación de la calidad de la enseñanza en la Escuela Pública ha quedado en manos de los profesores con iniciativa y voluntariedad. En búsqueda de una enseñanza de calidad se promovió el Colectivo Andaluz de Pedagogía Popular, que organizó entre otras actividades, las Escuelas de Verano de la provincia de Sevilla. Estas Escuelas fueron foros de discusión sobre pedagogía, metodología, sociedad y política, en los que la formación dramática recuperó protagonismo. En julio de 1979 Alfonso Jiménez Romero es invitado a participar como ponente en La II Escuela de Verano, en Alcalá de Guadaíra (Sevilla). Dirigió allí un Seminario Práctico de Teatro Infantil. Al cursillo asistieron unos treinta maestros. Impartió un curso de Dramatización. Durante el cursillo se ensayaron dos estilos distintos de teatro: con El cuento de Juan Pimiento, ya estrenado por los niños de Arahal, prueban un tipo de teatro muy dinámico, gracioso y creativo, al que la tradición oral traspasa de frescura; con El cuento para matar a una culebra, de Nicolás Guillén, como estudio dramático con cantos y bailes de la selva, se libera toda la potencialidad de la interpretación escénica, puesto que el actor ha de danzar, gritar, moverse, y todo ello en una ficción de la selva. La representación como colofón del curso constituyó un refrendo de lo experimentado en los talleres. Al año siguiente Alfonso Jiménez Romero volvió a participar en la Escuela de Verano, dedicada a la formación del profesorado que se organiza esta vez en el Complejo Blanco Wite, de la barriada de Bellavista de Sevilla

B) Curso de teatro infantil. En el año 1980 comienza a impartir en Alcalá de Guadaíra un curso de teatro infantil con niños de EGB del Colegio Cervantes. El curso duraba dos años, y se impartía en el salón que gentilmente cedió el Instituto Cristóbal Monroy. Al término de este curso dirige la puesta en escena de su mágica obra La Oruga Parlanchina, con la compañía de teatro infantil Tirachinas.

C) Estreno de La oruga parlanchina. 1982. [Fig. 6] Dos cuentos de nuestra tradición son el sustento de esta historia: El cuento del burro y Las bodas del piojo y la pulga. En el telón de fondo se nos mostraba un país maravilloso y el escenario vacío se llenaba de color y alegría cuando aparecía la oruga, revestida de un colorido tejido pintado por los propios niños; personaje y narradora, como un dragón chino es representada la oruga por siete actores que evolucionan por todo el escenario. El vestuario fue diseñado cuidadosamente por Alfonso Jiménez, algunos vestidos se compraron en anticuarios. Esta obra homenajea a los juegos, a los juguetes, al circo, con su pléyade maravillosa de artistas. Cada cuento tiene su propia temática. La representación maravilló a todos los niños que la presenciaron, porque la precisión con la que fueron trabajados todos los personajes fue tal que daba la impresión de que las acciones circenses se ejecutaban realmente, cuando en verdad eran mimadas, o que los muñecos eran tales y no niños actores. Con igual éxito se mimaban los animales del circo. La plasticidad y la interpretación de estos niños actores, introdujeron a los espectadores, miles de niños, en un mundo mágico. Según David Troncoso, alumno-actor, el estreno sucedió en 1980. La oruga llegó al Teatro Lope de Vega de Sevilla en 198122. A esta obra asistieron numerosos colegios de la capital y de su provincia. La totalidad del teatro, pensado para un público adulto, era tomado así por niños; niños sobre el escenario, niños sentados en las butacas de los espectadores. Fue tal ejemplo para el profesorado, que se organizaron luego, en los pueblos, con el esfuerzo de maestros y profesores, Semanas de Teatro Escolar, donde los niños volvían a repartirse los papeles entre intérpretes y espectadores. Pero al paso del tiempo el teatro escolar fue diluyéndose a la vez que el reconocimiento a nuestro autor, para terminar haciéndose en lugar de teatro con niños, teatro para niños. El apoyo con que contó este montaje provenía de los profesores del Instituto y de la Escuela Cervantes de Alcalá de Guadaira. El Ministerio de Educación y la Diputación de Sevilla también colaboraron, pero sin satisfacer ni mucho menos las necesidades financieras del espectáculo, que duplicaban la subvención recibida, como confesaba el propio autor. (Jiménez 1982). En el año 1983 La Oruga Parlanchina sale al escenario del Centro Cultural de la Villa de Madrid durante las vacaciones de Navidad y Año Nuevo, para que disfruten de ella, entre otros, los hijos del Presidente del Gobierno, Felipe González, acompañados de su madre, la profesora Carmen Romero, compañera de nuestro autor en los tiempos de la Universidad de Sevilla, donde los dos cursaban la carrera de Filosofía y Letras.

2.4. Teatro Popular de Huelva (1981-82)

En el instituto Alto Conquero, de Huelva, en colaboración con el profesor de inglés Francisco Domínguez Flores, que participó como ayudante de dirección, formó Alfonso Jiménez Romero el grupo de Teatro Popular de Huelva. Impartió un curso de teatro de nueve meses en este Instituto. Como resultado del curso se montó Diálogos de una espera [Fig. 7] y Amores y quebrantos de Mariquilla la Revolera y Currito el Apañao, que participó en el Marzo Teatral de Huelva, y se representó en una campaña de difusión del teatro por numerosos pueblos de la provincia, hasta final de verano. En abril del 1982 monta el espectáculo La Monja Gitana [Fig. 8], inspirado en el romance de García Lorca, para el que ideó una puesta en escena con flamenco. Telón de fondo blanco, un altar para la Virgen de la Cinta, una silla de costura para la monja y un bastidor; el resto del escenario vacío se engrandecerá con la presencia de las monjas. Desarrolló entre los alumnos del Instituto una labor digna de todo encomio, inseminando en ellos el amor al teatro, dándoles a conocer aspectos importantes de sus más modernas técnicas y desarrollando en infatigable tarea un espectáculo grandioso y genuinamente andaluz. (Rubio 1981).

2.5. Teatro de los Corrales Andaluces

Andalucía es ya una democracia consolidada. La Ley Orgánica General del Sistema Educativo (LOGSE), de 1990, refrendó la presencia curricular de Arte Dramático en la formación básica de los niños, aunque sin consecuencias prácticas. En esos años la estrella de Alfonso Jiménez Romero comienza a declinar. Ya no es reclamado para impartir cursos de formación para profesores, ni talleres dramáticos para niños. Sus estrenos y reposiciones empiezan a espaciarse considerablemente. Excluido de los programas oficiales –no se tiene noticia de que ni siquiera fuese invitado a la Expo Universal que se celebraba en Sevilla, donde tantos espectáculos nacionales e internacionales tuvieron cabida–, él siguió con su callada tarea de recopilar, investigar y escribir. La desilusión que le causa la política de la Consejería de Educación respecto del teatro en las escuelas públicas, encauza su ilusión, nunca marchitada, por la enseñanza del teatro en el ámbito local. Así, en 1991 crea en Morón de la Frontera el Grupo infantil de Teatro de los Corrales Andaluces, integrado en su mayoría por los hijos de los actores del Teatro de los Corrales Andaluces de Morón, su compañía. Uno de estos actores –Miguel Guardado Rodríguez– recuerda que:

El montaje de El cuento de Juan Pimiento [Fig. 9] se hizo en paralelo a Diálogos de una espera. De hecho, algunos de los niños que actuaron en la primera obra eran hijos de los que actuamos en la segunda. Quiero recordar que la voz cantante en los ensayos la tenía Paco Domínguez Flores23, aunque eso no quiere decir que haya que restarle protagonismo a Alfonso Jiménez. Los ensayos se hicieron a lo largo del verano de 1991, y aunque no se conservan programas del estreno, debió ocurrir el 20 de septiembre de ese mismo año, a las seis de la tarde, pues esa fecha y hora aparecen anotadas al dorso del último folio del único libreto que conservo. Algunos de los personajes fueron desdoblados, de manera que hubo varios actores en su interpretación, que se repartían el texto o interpretaban a coro. Y se estrenó en el Teatro-Cine Oriente24.

Los espectadores fueron los alumnos de los colegios de Morón, repitiéndose así la experiencia en Sevilla de La Oruga Parlanchina. De nuevo teatro hecho por niños para niños. Este espectáculo se completó con otra de sus obras, La Maga Feliz [Fig. 10], representada por actores adultos del Teatro de los Corrales Andaluces. Teatro para niños, hecho por adultos. Hay dos historias, un cuento dentro de otro cuento: en una, los personajes son la maga y las payasas que están en las cajas chinas; pero a la vez las payasas representan un cuento. El ámbito es como un universo lleno de estrellas de colores brillantes, a ambos lados del universo hay un árbol de tronco de oro y una luna con tronco de plata. La Maga feliz es una fantasía circense y una obra concurso donde se juega al juego de la curiosidad. En el material gráfico conservado se reflejan las caras divertidas de los espectadores.

Catalina y el Diablo, obra premiada por el Ayuntamiento de Sevilla, fue estrenada en 1994 por el Grupo de Teatro de los Corrales Andaluces de Morón. Este es uno de los cuentos que recopiló en su Retablillo de cuentos populares andaluces, formado por seis cuentos de tradición oral, y otros tantos textos dramáticos basado en estos cuentos, que permanece parcialmente inédito. Puede ser considerada como una farsa para todos los públicos, antítesis del asunto de La fierecilla domada, la célebre comedia de William Shakespeare. Aquí, una mujer, Catalina, al enterarse de que su marido es el mismo diablo, le hace frente. Aunque representada por actores de carne y hueso, remedan éstos a los cristobitas infantiles. Este teatro tiene unas características parecidas a las de Amores y quebrantos de Mariquita la Revolera: teatro de cristobitas, de los tiempos de Maricastañas y representado por actores. El autor divide la obra en cuatro cuadros y cada uno debe ser como un sueño divertido y mágico. El escenario con telón de fondo blanco, y en él el sol y la luna, porque el autor siempre comentaba que todo lo que sucede en el mundo acontece bajo uno de estos dos astros. Pocos elementos escenográficos porque los que invaden el escenario son los actores con sus cuidados vestuarios y sus interpretaciones. Catalina y el Diablo [Fig. 11] obtuvo un resonante éxito, se puso en escena durante cinco días, con un lleno total de público, pero por desgracia, solo se representó en Morón de la Frontera.



22 Durante varios días de las tres temporadas de 1981, 82 y 83 se representó esta obra en el Lope de Vega de Sevilla, según fechas cedidas por David Fernández Troncoso, niño-actor.

23 Ya el profesor Domínguez había actuado otras veces de ayudante de dirección. Este profesor siguió la obra comenzada por Alfonso Jiménez, en el Instituto de San Jerónimo, representando numerosas obras de nuestro autor con gran acierto. Otra ocasión habrá para abordar la noticia sobre los profesores que recogieron el legado de Alfonso Jiménez Romero

24Testimonio recogido de conversaciones telefónicas y correo electrónico del día 10/IV/2014.

 

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