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2. VARIA

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2.4 · LA METAMORFOSIS PARCIAL EN EL TEATRO DE FRANCISCO NIEVA.
EL CASO DE TE QUIERO, ZORRA


Por Maha M. Abdel-Razek
 

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1. LA FANTASÍA EN TE QUIERO, ZORRA Y SU FUNCIÓN:

Me ha crecido un rabo, una cola peluda y larga al extremo de la rabadilla, un verdadero jopo de zorra. (Zoé en Te quiero, zorra).

En un estado parecido al de la Metamorfosis kafkiana (Pérez Coterillo, 1995, p. 30), con la transformación del personaje principal en un insecto en el principio de la acción sin que conozca él ni los lectores la causa, a Zoé, la protagonista de la obra, le crece involuntariamente 4 y sin motivo aparente una cola de zorra. La acción empieza con la cola ya crecida sin que se haya presentado al espectador el proceso de la metamorfosis.

Zoé trabaja como prostituta sin gran éxito. Dominada por la preocupación y la perplejidad, confiesa su secreto a su amiga, Anaís, que trabaja en el mismo oficio. Ambas se preguntan por la causa de la aparición de esta cola. Vacilan entre un castigo divino y un hechizo. Tanto nosotros como Zoé y Anaís somos incapaces de comprender por qué le ha crecido esa cola [fig. 1]. La irrupción de Villier revela una nueva perspectiva sobre la cola.

Por medio de la fantasía, rasgo definitorio de Te quiero, zorra, Nieva presenta una recreación esperpéntica de la obra romántica La Dama de las camelias, de Dumas hijo. Phyllis Zatlin señala la referencia intertextual a dicha novela, cuya adaptación al teatro logró un gran éxito, desde la escena del comienzo en la que vemos a Zoé tumbada en la cama como la protagonista de Dumas: “When the action begins, Zoé is languishing in her bed; the intertextual reference to La Dame aux camélias is clear” (Zatlin, 1989, p. 3). Sin embargo, esta no es la única referencia a la obra de Dumas hijo. Salta a la vista la ubicación espacio-temporal de la acción (París del año 1850), al igual que la obra de Dumas hijo, así como la estructuración de los papeles de los personajes principales (el joven aristócrata que quiere a una prostituta que padece de una enfermedad, ya sea la tuberculosis de la dama de Dumas hijo o la enfermedad misteriosa de la Zoé de Nieva). A pesar de este mismo trasfondo, el hecho fantástico –la enfermedad misteriosa de Zoé– es el elemento que Nieva modifica y que, por tanto, cambia el rumbo del desarrollo de la acción. Nuestro objetivo, en cualquier caso, no es enumerar afinidades y diferencias entre Te quiero, zorra y La Dama de las camelias, sino que lo que nos interesa es examinar la influencia del elemento fantástico –la metamorfosis de Zoé– en la acción.

Básicamente, vemos que esta obra nos plantea algunas incógnitas fundamentales:

  1. ¿Qué motiva la aparición de la cola?
  2. ¿Qué denota la atracción de Villier por la metamorfosis de Zoé hasta el punto de abandonar a Anaís y después a la marquesa (con quien se iba a casar) para acabar contrayendo matrimonio con el personaje metamorfoseado?
  3. ¿Por qué elige Nieva una metamorfosis parcial? ¿Por qué elige una cola de zorra, en particular, como forma de metamorfosis?

Según Villier, Zoé está dotada de esta cola, puesto que es una persona que no es hipócrita a la hora de comunicarse con la sociedad. La realidad de Zoé no diferencia entre lo que se sabe de ella y lo que es. Todo el mundo conoce su oficio de prostituta y ella no intenta dejar una impresión falsa sobre su personalidad. Estamos de acuerdo con Juan Francisco Peña en su juicio sobre el planteamiento de Nieva del personaje de la protagonista:

Zoé ha llevado una vida dominada por el instinto de lo natural y de lo espontáneo y el rabo de zorra no es más que una consecuencia lógica de su vida, libre de las hipocresías de la civilización. Esto es lo que admira Villier, para quien Zoé es el punto de partida hacia la libertad. (Peña, 2001, p. 493).

Y como Villier es un barón disfrazado de chulo que va en busca de una vida aventurera, libre y divertida, por naturaleza conforma así un personaje atraído por lo desconocido. Al descubrir que Zoé guarda un secreto, insiste en conocerlo: “Tu secreto me atrae como un abismo. Temo y deseo todo lo que tú me puedes revelar” (Nieva, 2007, p. 919). Llega a amenazarla con matarla y matarse a sí mismo si no se lo revela: “No lograrás que me vaya. Te mataré. Me mataré. (Saca un cuchillo de resorte y lo blande.) Me hundiré este cuchillo en el pecho. Tú no sabes mi pasión por ti” (Nieva, 2007, p. 919). Esta insistencia por conocer el secreto de Zoé deja en evidencia su irrefrenable curiosidad por descubrir lo oculto y lo desconocido, incluso si conlleva peligro. A un personaje semejante, aventurero y aficionado a revelar los secretos del mundo, no le choca la cola de Zoé, sino que la considera algo atractivo y niega que sea una condenación, más bien piensa que es un don que la distingue y la hace única y auténtica [fig. 2].

La atracción de Villier por la cola de zorra de Zoé subraya la exaltación de la parte animal y, en concreto, del instinto animal en el ser humano. Esta estimación y valoración de la cola se debe a que los animales para Villier constituyen un símbolo de lo arraigadamente natural, sincero, inocente y limpio de conciencia en el sentido de “exento” de la misma; todo resulta instintivo y, por tanto, inocente de toda culpa. Cuando Zoé se queja de que no puede evitar el movimiento de la cola, le contesta: “No puedes dominar su sinceridad. Yo lo entiendo. Eso es como… tu espíritu animal” (Nieva, 2007, p. 920). Entonces, la autenticidad de la cola reside en su sinceridad para exaltar la pasión animal en el ser humano: “Éste era tu maravilloso misterio y aquí está la satisfacción de todos mis deseos, por encima de cuanto he podido soñar. […] Ahora descubro que el verdadero amor es divinamente bestial” (Nieva, 2007, p. 920).

 Por tanto, Villier eleva el valor de la zorra por encima del valor de una mujer. Considera que el amor de una zorra es más leal, fiel y sincero, a la vez que más primitivo, instintivo y auténtico que el de una mujer:

Tú misma no sabes cuánto me puedes revelar. Eres una continua revelación. Esa cola, con un movimiento encantador, ya me lo dice todo con una impudencia y una lealtad… Dice que me quieres con un sincero amor de zorra, más fuerte que el de ninguna otra mujer. (Nieva, 2007, p. 920).

Por eso, decide casarse con Zoé y abandonar tanto a Anaís como a la marquesa que: “tiene diecinueve años y aseguran que es el más bello rostro de París. Pero ¿qué me interesa ya esa Armandine Saint Ange, si te he encontrado a ti? Me casaré contigo, te lo juro” (Nieva, 2007, p. 920). Así pues, se subraya el interés de Villier por Zoé solamente por la sinceridad del instinto animal [fig. 3].

De esta forma, en Te quiero, zorra se establece una comunicación restringida entre Villier y el personaje entreverado 5 –Zoé–, que da a entender una falta de comunicación entre estos dos personajes y el resto de la sociedad. Y, como señalamos antes, dicha comunicación se establece y logra éxito solamente por lo entreverado que es el personaje de Zoé. Podemos así entender que Nieva –al igual que Cortázar– piensa que una situación comunicativa puede alcanzar más éxito si transcurre entre un ser humano y un ente de naturaleza semi-animal más que entre un ser humano y otro:

Cortázar descarta la posibilidad de comunicación entre los seres humanos; en su lugar, explora la posibilidad de comunicación con un ser de la especie inferior. En este sentido “Axolotl” representa una acabada muestra de rebelión ontológica del hombre consigo mismo y con su propia especie. (Planelis, 1976, p. 293).

Entonces, Nieva, por medio de la fantasía, invita a aceptar al otro sea como sea para que prevalezca la sinceridad, vocablo cuya definición ha sido modificada desde el comienzo de la acción.

Por otro lado, estamos de acuerdo con Phyllis Zatlin en su opinión sobre la relación del personaje de Blanche en No es verdad con el de Villier en Te quiero, zorra: “la atracción de la mujer zorra para el hombre nos recuerda enseguida la atracción paralela del hombre lobo para la mujer” (Zatlin, 1991, p. 1145). A pesar de ello, no podemos ignorar que el caso de Te quiero, zorra se expone de modo más claro ante los ojos del espectador por medio de la metamorfosis, fenómeno que no se manifiesta explícitamente en No es verdad. En esta última solamente destaca la existencia del hombre lobo a través de pistas en el comportamiento de Eric, no a través del proceso ni el resultado de una metamorfosis ya realizada.

La semejanza entre los personajes de Nieva va más allá. El personaje del joven noble, Villier, también tiene algo en común con el de Caperucita, mujer de un noble (Caperucita y el otro). Ambos disfrutan de una vida elegante y refinada en la que cuenta con casi todo a lo que aspiran y buscan la fantasía para salir del aburrimiento. Villier dice:

Soy Hugues Villier de Gastonneaux, barón de Gastonneaux, y he pasado temporadas disfrazado de bravucón y de chulo. Comprenderás mis largas ausencias. Me dejé caer en vuestro mundo por aburrimiento, por secreta inclinación tal vez. (Nieva, 2007, p. 921).

Este disfraz de chulo de Villier es lo que le conduce hasta Zoé, un auténtico encanto para él. Así las cosas, ambos personajes –Caperucita y Villier– están atraídos por lo brutal, lo salvaje y, además, lo prohibido.

De esta forma, cabe señalar que Nieva acierta al presentar una metamorfosis solamente parcial, ya que sirve el propósito de la trama de la obra, basada en la posibilidad de establecer una doble vida: una secreta y otra pública. Si la transformación parcial que Zoé experimenta resultara imposible de cubrir (colmillos de lobo, luz satánica en los ojos, etc.), no podría jugar el doble papel de zorra-baronesa.



4 Cabe destacar que hay otras metamorfosis voluntarias como la de Dafne que pide convertirse en árbol con el fin de deshacerse de sus tributos femeninos para huir de las seducciones del dios Apolo.

5 Quiere decir metamorfoseado según Nieva.

 

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