ALBA PEINADO, Carlos y González, Luis M., Motivos y Estrategias, Estudios en honor del Dr. Ángel Berenguer, Leiria (Portugal), Instituto Politécnico de Leiria Indea / Universidad de Granada, 2009, 708 pp. + 1 DVD

Jesús Eguía Armenteros

El 24 de septiembre de 2009 tuvo lugar en el Ateneo de Madrid un homenaje al profesor Ángel Berenguer, evento acompañado de una publicación con escritos en torno a los más diversos asuntos cuyo vínculo general es la Teoría de Motivos y Estrategias que a lo largo de cuarenta años como investigador académico el Dr. Berenguer ha sistematizado y que constituye una realidad aplicada a los más diversos campos humanos. En lo referente a los Estudios Teatrales, el Dr. Berenguer ha sido el primer investigador del Teatro en España en plantearlos como “una disciplina holística que ha de intentar aglutinar todas las perspectivas de estudio posibles del Teatro como manifestación cultural” (Santos Sánchez, pp. 147). Por suerte, el volumen aquí reseñado demuestra que dicho intento holístico es ya una realidad desarrollada por los principales investigadores teatrales de España, a pesar de que en la mayoría de escuelas superiores de Arte Dramático se siga tomando como referencia los reduccionistas compendios de “historia básica del arte escénico, del teatro, del teatro del siglo XX, etc.”, limitados al plano textual o a lo sumo dando por sentado cierta herencia crítica que no coteja las fuentes, ni contrasta los motivos que produjeron dicha crítica. Este tema es uno de los puntos más tratados en el libro. Sobre ello, Sirera (pp. 191-216), en un brillante artículo casi a modo de manifiesto, defiende la necesidad de un análisis de la crítica teatral que valore los motivos y estrategias del Yo, tanto individual como transindividual, del emisor de la crítica histórica, el uso de la teoría de motivos y estrategias “no como una matriz teórica a la que acogerse de una forma más o menos mecánica, sino como un acicate de ulteriores desarrollos aplicados a los diversos temas de la investigación teatral” (pp. 214), ya que de lo contrario seguiremos contando con “historias del teatro” sesgadas, o como escribe Santos Sánchez (pp. 135-148) en un artículo páginas antes, métodos de análisis teatral coincidentes en no abordar “cuestiones ideológicas, en la problemática del autor y la dialéctica que esta impone entre la forma y los contenidos que genera para, en última estancia desentrañar cuáles son los motivos y las estrategias del yo creador”, algo que “sería deseable […] antes de actualizar una obra” (p. 146).

Sin embargo, el tomo editado por Alba y González, haciéndose eco de la amplitud de miras del propio Berenguer, no se reduce a la investigación teatral. En sus páginas se encuentran escritos de un alto diplomático como Inocencio Arias, novelistas galardonados con el Premio Nadal (Carlos Cañeque), un Pulitzer (William Kennedy), un Planeta (Bryce Echenique), dramaturgos (Campos, Chesney-Lawrence), un exdiputado (Raúl Morodo), un fotógrafo (Pérez Siquier), un pintor (Martínez de Haro), politólogos (Bobillo de la Peña), sociólogos (Beltrán Villalba), economistas (Fernández Navarrete), profesores investigadores de literatura y artes escénicas (Alba Peinado, Cardona, Cornejo Ibares, Diago, González, Grande Rosales, Gutiérrez Carbajo, Herreros Martínez, Linares, Alés, López Criado, Millares, Muñoz Cáliz, Ontiveros Grimaldo, Pavis, Pierson, Rivero, Rodrigues de Almeida, Rodríguez Puértolas, Romera Castillo, Sánchez Montes, Sánchez Sánchez, Sánchez Trigueros, Santos Sánchez, Sirera, Sola Buil, Teruel, Trapero, Zamorano), antropología (Martínez Veiga), historiadores del Arte (Corolado, Conderana), profesionales de las artes escénicas (Barreiro Sánchez, Biáo, Vicente Fuentes, Gray, Rafter), un editor (Martínez Ros), un periodista también con el Pulitzer (Schumacher-Matos) y hasta un bombero de Nueva York (Dennis Smith) cuyo único nexo común es el propio Berenguer.

El tomo consta de tres bloques. El primero de ellos, “Ángel Berenguer, teórico transatlántico”, lo forman testimonios de personalidades en las que el Dr. Berenguer ha dejado su impronta. Son narradas vicisitudes de todo tipo como la de Cañeque (pp. 33-37) en la que el homenajeado termina mediando entre dos enemigos como Ionesco y Santiago Carrillo. Sin embargo, la publicación queda muy alejada de conformar un cúmulo de anécdotas entrañables. Si el tomo resulta una ampliación de la teoría de motivos y estrategias, esta se vierte en una mayoría en artículos sobre la “censura” de una u otra forma, tendencia a la que Berenguer ha dedicado especial ahínco la última década y cuyo mayor exponente se encuentra en la laureada tesis de Muñoz Cáliz, también autora de uno de los artículos del tomo. Cerrando el primer bloque del libro, encontramos la traducción al inglés de uno de los artículos fundamentales del autor en torno a lo que denomina “sistemas y procesos para el control de las estrategias creativas del Yo en la sociedad contemporánea” (pp. 49-61). En una actualidad en que la “democracia representativa”, principalmente el establecido bipartidismo político, es puesto en entredicho por la mayoría de los ciudadanos europeos con mayor o menor efusividad, tomando el teatro, Berenguer desenmascara la censura como una realidad vigente:

Otra tendencia que parece permanecer es la pasión de la clase política española por detentar un poder de lo más absoluto posible sobre los estamentos ejecutivo, legislativo y judicial que permite una acción de gobierno más acorde con los ideales del partido triunfador que, no lo olvidemos, puede “ofender”, del mismo modo que la censura, al partido o partidos de la oposición. Algunas coincidencias existen también cuando, en lo referente a la actividad teatral intervenida por el Estado, los Centros Dramáticos Nacionales recogen exactamente el modelo de los Teatros Nacionales anteriores. Como resulta interesante también su inserción en un Ministerio de Cultura que asume, desde un talante muy democrático, las actividades de los antiguos Ministerios de Propaganda e Información, a través de intervenciones partidistas por el gobierno de turno, tan ajenas a las sociedades democráticas avanzadas. (Pp. 54-55).

Los motivos de dicha tendencia los encuentra Berenguer en lo que sería la base de la democracia española:

Porque, de hecho, la democracia española ha acabado constituyéndose como el periodo de la Restauración y su sistema de turnos no tan pacíficos como se nos ha querido decir. No olvidemos que el sistema canovista, de la Restauración Española de 1874 (que finalmente condujo a la Guerra Civil de 1936) era realmente un intento de mantener todos los privilegios posibles del Antiguo Régimen para los estamentos tradicionales del poder y para la nueva clase política constituida al albur de una “revolución restauradora” (que no deja de recordar muchos aspectos de la “transición política” reciente) en la que “todo debía cambiar para que todo siguiera lo mismo”. (P. 59).

Una página más tarde, su descripción de este proceso de controlresulta profética si tenemos en cuenta el movimiento 15M iniciado un año más tarde de su escritura:

Se trataba y se trata, en definitiva, de generar un nuevo sistema de tensiones que afectan al ciudadano y que podrían expresarse a través de secuencias que materializan algunas de esas tensiones. En una secuencia, se ve obligado a contemplar, como espectador televisivo, los duelos entre los barones, de no lejanas evocaciones feudales, que se disputan castillos y privilegios. La secuencia de tensiones puede continuar mostrando cómo los atónitos ciudadanos van perdiendo, poco a poco, su pretérita fe en un sistema fundado para defender sus intereses y sus derechos y reconvertido, por obra y gracia de la nueva “aristocracia”, en un espacio político para el ejercicio de la adhesión y no la expresión libre de sus expectativas y derechos. La cuestión es grave (puede generar tensiones peligrosas entre los ciudadanos) porque los nuevos “aristócratas” no se detienen ante nada. Manipulan cuanto quieren al poder judicial y controlan sin ningún pudor el legislativo (donde los diputados y senadores representan al partido y no a los ciudadanos que los eligieron) y el ejecutivo, desde donde realizan la política que mejor sirve a sus intereses personales, políticos, económicos y de clase, entre los que destaca, sobre todos, la necesidad de permanecer en el poder y seguir beneficiándose de los privilegios que éste les proporciona (p. 60).

El segundo bloque del tomo, titulado “Motivos” (pp. 63-290) y formado por 13 artículos, retoma esta problemática en Pavis (pp. 83-92), focalizándose en los sistemas de subvención gubernamental que, al controlar el campo de la producción teatral en todos sus ámbitos, hacen inviables ciertos proyectos artísticos o en el mejor de los casos una “estandarización de los procedimientos estéticos, una simplificación de los problemas abordados”, algo “que la teoría y la crítica dramática dejan con frecuencia de lado” (p. 83), llevando el hecho de la puesta en escena a “una manipulación […] propia de la ideología” (p. 92). Pavis identifica el entorno económico, social y político de la contemporaneidad como un aparato de censura, abriendo la investigación teatral a campos que su reduccionismo ha mantenido tradicionalmente al margen.

En el tercer bloque, “Estrategias”, además del campo teatral, Teruel Benavente (pp. 671-685) se sirve del poema Pandémica y celeste de Gil de Biedma para explorar el proceso de autocensura del propio Gil de Biedma, conflicto entre “el esteta y el canalla o entre su pertenencia a una clase social y sus placeres privados, pero con igual derecho al usufructo de la primera persona del singular: yo” (p. 680), el Yo individual frente al transindividual, generando una respuesta significativa hacia el entorno en aras de reinventarse a sí mismo como única manera de relacionarse. En una búsqueda similar se plantea Colorado Castellary la última etapa de Goya (pp. 217-230), si bien ambos artistas alcanzan resultados artísticos muy diferentes. Si Gil de Biedma dejó de escribir ante la imposibilidad de alcanzar una solución a la problemática de su Yo individual, Goya representaría el primer pintor en desarrollar una estrategia artística sin censura del Yo individual, “el primer pintor moderno de la historia” al implantar“la libertad absoluta y sin paliativos del artista” (p. 228), la plena asunción de su responsabilidad como Yo individual en relación con el entorno a través de estrategias propias de la sociedad abierta. Ambos artículos encuentran una explicación teórica en las páginas precedentes de Zamorano (pp. 149-172) con una ampliación de la teoría de motivos y estrategias en torno al Yo.

Además de el interés científico del tomo, Campos García (pp. 347-355) publica su Danza de los veraneantes, texto inédito hasta la fecha, evidenciando una vez más el vínculo que el dramaturgo ha mantenido siempre con Berenguer. En definitiva, he aquí un tomo monumental para entender desde sus múltiples facetas lo que ha significado y significa la figura del Dr. Angel Berenguer Castellary en el ámbito del pensamiento internacional, una estrategia teórica que no ha permanecido exenta de los sistemas y procesos para el control de las estrategias creativas del yo, tanto en el ámbito universitario como gubernamental, un motivo mayor para valorarla.