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La comedia en el siglo XXI. Presentación.

Fernando Doménech Rico (RESAD / ITEM) y Eduardo Pérez-Rasilla (UC3M).

No ha disfrutado la comedia del prestigio intelectual que ha tenido siempre su hermana la tragedia. Ya Aristóteles hablaba de este menosprecio cuando, en el capítulo 5 de su Poética, explicaba los motivos por los que la comedia no se había desarrollado lo mismo que la tragedia:

Pues bien, no ignoramos las transformaciones de la tragedia y quiénes la promovieron; pero la comedia, por no haber sido tomada en serio al principio, pasó inadvertida. En efecto, solo tardíamente proporcionó el arconte un coro de comediantes, que hasta entonces eran voluntarios. Y solo desde que la comedia tenía ya ciertas formas se conserva el recuerdo de los llamados poetas cómicos (Aristóteles, 1999, pág. 142).

No poco contribuyó a mantener a la comedia en un nivel inferior el mismo Aristóteles, que anunciaba “de la comedia hablaremos después” y nunca cumplió su promesa (o bien el libro II de la Poética, dedicado a la comedia, se perdió, como gran parte del legado grecolatino, quizás en el incendio de una biblioteca monástica en el siglo XIV). De hecho, gran parte de la teoría de la comedia hecha por los autores clásicos se centra en desarrollar una poética paralela a la de la tragedia siguiendo el esquema de Aristóteles. Se trataba de dar a la comedia un rango paralelo a la tragedia, no de intentar una teoría independiente que tuviera en cuenta su carácter especial.

Sin embargo, a finales del siglo XIX y comienzos del XX se produjo un renovado interés por la comedia desde campos ajenos al teatro. El filósofo Henri Bergson, en el estudio que más ha influido en la consideración moderna de la comedia, La risa, de 1899, plantea que “la risa […] es una respuesta a las inadaptaciones del individuo a la vida colectiva, por rigidez mecánica o de inercia por falta de atención” (Mancebo, 2016: 130). Se trata de un gesto social que se rebela contra la mecanización de la vida, contra el orden, la lógica o la coherencia de los discursos. De ahí que Freud, en su estudio sobre el chiste (1905), lo relacione con el inconsciente, con la parte no reglada de nuestra psique, y que desde entonces se tienda a considerar que la risa y la comicidad tienen un sustrato biológico frente a otras formas más racionales del arte.

A la vez que se producía esta renovación en los estudios teóricos, un hombre de teatro, Luigi Pirandello, introducía un nuevo concepto, el humorismo, llamado a tener una larga influencia en la consideración de lo cómico. El humorismo, que Pirandello se encarga de distinguir de la comicidad, es para él una compleja actividad intelectual que permite al escritor captar las contradicciones del mundo que le rodea, apreciar lo ridículo de muchas de sus manifestaciones y, sin embargo, no reír con ellas. El modelo por excelencia de este humorismo es para el autor italiano, Don Quijote, un personaje ridículo que no mueve a risa, sino que produce lo que llama Pirandello “sentimiento de lo contrario” (Pirandello, 1968). De alguna forma, toda la comedia moderna bascula entre estas dos formas de comedia no siempre coincidentes, la que excita la risa sin más complicaciones intelectuales, y la que se vale del humorismo para crear una sensación tragicómica: las “tragedias ridículas” de Arniches, los “esperpentos” de Valle-Inclán, las mejores obras de Jardiel y Mihura…

De todas formas, y sea cual sea la forma de comicidad que adopte, la comedia ha sido el género que ha triunfado siempre en los escenarios. Por muy admirable que sea La vida es sueño, hay que recordar que la mayor parte de las obras escritas para el teatro comercial por Calderón fueron comedias, en cuya construcción fue el poeta un auténtico maestro. Sin duda, Racine y Corneille son autores básicos en el canon del clasicismo francés, pero quien está siempre presente en los escenarios de todo el mundo es Molière. Estas y otras consideraciones nos han llevado a plantearnos una serie de preguntas a las que este monográfico trata, si no de responder, sí de aportar materiales para una reflexión sobre la comedia en este siglo XXI que ya lleva suficientes años como para tener una entidad propia. ¿Hasta qué punto la comedia tradicional sigue teniendo vigencia en nuestros días? ¿Qué influencia han tenido en la comicidad actual los nuevos medios de comunicación social? ¿Se puede considerar un género nuevo el monólogo cómico que responde al modelo de la stand-up comedy anglosajona?

Para este número monográfico hemos recurrido a diversas colaboraciones aportadas por dramaturgos (Ernesto Caballero, Ignacio del Moral), por críticos que ejercen su labor en los medios de comunicación (Liz Perales) y por estudiosos del teatro (Cristina Santolaria, Juan Antonio Ríos Carratalá, Rosa María Navarro, Eduardo Pérez-Rasilla). Creíamos interesante abordar este estudio desde perspectivas epistemológicas diferentes que nos permitieran un acercamiento a un fenómeno tan plural y diverso como es la comedia desde la mirada de quienes la escriben, desde quienes trasladan a los espectadores y lectores la información y la crítica a través de la prensa y desde quienes estudian el género desde una perspectiva académica. En consecuencia, los trabajos están escritos en estilos y lenguajes distintos, acordes con la especialidad profesional de quienes los han compuesto. Entendemos que este modo de proceder, que no se circunscribe exclusivamente a los enfoques tradicionales de los estudios universitarios, enriquece la reflexión que pretendíamos llevar a cabo y amplía sus horizontes estéticos y temáticos.

Pensamos que el resultado es una breve, pero significativa, muestra que recoge algunas de las líneas por las que discurre la comedia en la actualidad, se ocupa de la obra de algunos comediógrafos y compañías que cultivan el teatro de humor o atiende a ciertos fenómenos colindantes con la escritura teatral. La amplitud y la variedad de un género que, a nuestro entender, está viviendo un momento de pujanza, nos obligaba a elegir algunas manifestaciones singulares de la presencia de la comedia en la escena española actual, aunque somos conscientes de que esta elección –como cualquier otra– es reductora y deja fuera un amplio conjunto de manifestaciones teatrales que merecerían estar presentes. No se trata de un monográfico exhaustivo, sino, sencillamente, de una modesta tentativa de asomarse, tal vez un tanto caprichosamente, a algunas de esas realizaciones de la comedia con alguna relevancia en el teatro español de nuestros días. Y es justamente esta necesaria y drástica limitación la que permite intuir la magnitud de la comedia en el panorama del teatro español actual.

El trabajo de Ernesto Caballero reivindica el humor de Jardiel, Mihura y sus compañeros de generación, reivindicación que extiende a la figura de su predecesor, Carlos Arniches. Y lo hace desde una fina reflexión sobre el humor, tan poco frecuente, en el teatro español. En su trabajo Caballero advierte cómo esta generación ha dejado una huella perceptible en una amplia nómina escritores que cultivan la comedia en el tiempo presente. El artículo de Ignacio del Moral, tras elucidar algunas cuestiones terminológicas, presenta un sugestivo panorama de la historia de la tele comedia en España desde sus orígenes hasta la actualidad y termina con una reflexión sobre las relaciones entre la escritura para el teatro y para la televisión. Liz Perales se ocupa del comediógrafo español del siglo XXI con mayor éxito de público, Jordi Galcerán, del que analiza sus dos títulos más populares: El método Grönholm y El crédito.

El artículo de Juan Antonio Ríos Carratalá repasa la trayectoria de un grupo emblemático como es Tricicle, pero se pregunta por qué el teatro de humor gestual no ha encontrado continuidad en la escena más reciente. Cristina Santolaria realiza un recorrido exhaustivo por la comedia escrita en el siglo XXI por los autores procedentes del teatro independiente, caracterizada por la presencia de una aguda crítica social. Eduardo Pérez-Rasilla se refiere a la relevancia de la comedia en la obra de diversas dramaturgas jóvenes que han iniciado su trayectoria en el siglo XXI. El artículo de Rosa Navarro, probablemente el más novedoso, se adentra en terrenos de la comicidad actual, que ya no se limita a los escenarios, ni siquiera a las grandes pantallas. Su estudio de la stand-up comedy, de los youtubers y “canallitas”, de las nuevas plataformas y de las redes sociales, abre multitud de caminos a la investigación en este campo y obliga a plantearse los límites de lo que llamamos comedia.

BIBLIOGRAFÍA
  • ARISTÓTELES (1999). Aristotelous peri Poietikes. Aristotelis Ars Poetica. Poética de Aristóteles. Edición trilingüe por Valentín García Yebra, Madrid, Gredos.
  • BERGSON, Henri (1984). La risa, Madrid, Sarpe. Traducción de Amalia Aydée Raggio.
  • MANCEBO, Yolanda (2018), “La comedia”, en Fernando Doménech (ed.), Manual de dramaturgia, Madrid / Salamanca, RESAD / Universidad de Salamanca, págs. 129-140.
  • PIRANDELLO, Luigi (1968), Ensayos. Traducción de José Miguel Velloso, Madrid, Guadarrama.