Noche de memoria en “un teatro que no es griego ni romano”, como recordó Mario Gas. Les Bruixes de Salem no sólo habla de los juicios sumarísimos a las delatadas como brujas en el puritano y estricto Salem de 1692. Su autor, Arthur Miller, también aparece en escena sometido a un interrogatorio para que denuncie a sus compañeros en la brutal caza de comunistas que emprendió McCarthy. Pero Salem va más allá de la Guerra Fría: es la represión de las ideas y de la razón en la Italia de Mussolini, en la España de Franco, en la China de Mao o en cualquier gobierno que se sirva del miedo. Durante dos horas y media Les Bruixes de Salem, dirigida por Andrés Lima, mantuvo en tensión a un público -cerca de 2.000 personas- que estalló en entusiastas aplausos. Unos aplausos que el siempre impecable Lluís Homar interrumpió para recordar que el Festival Grec cumple 40 años e hizo subir a su actual-y saliente- director, Ramon Simó, y a Mario Gas, que en los 70 fue uno de los promotores del festival. […]
Mario Gas -de un blanco etéreo- quiso recordar la lucha y la ilusión de un grupo de gente de teatro unida en la Asamblea de Actores y Directores, que en pocas semanas programó una temporada para el verano de 1976 en el Teatre Grec de Montjuic, recuperando el escenario construido en la Exposición Internacional de 1929. “Colectivamente, queríamos cambiar las cosas”, dijo Gas. “Luego, la democracia se consolidó y ahora tenemos lo que tenemos...”, espetó, irónico el actor, delante de una fila cero repleta de políticos, que siempre asisten a la inauguración institucional. Estaba la alcaldesa Ada Colau, su nuevo socio socialista Jaume Collboni, el teniente de alcalde Gerard Pisarello, el conseller Santi Vila, el delegado de la Generalitat en Madrid Ferran Mascarell (ex conseller de Cultura), el president José Montilla... Esta 40 edición del Grec es especial. Y el viernes, más que nunca, toda la profesión asistió a su apertura: Josep Maria Pou, Eduardo Mendoza (traductor de la obra), Pau Roca, Ferran Madico, Paco Mir, Isona Passola o Xavier Marcé, por citar sólo algunos nombres.
En los últimos años, la inauguración del Festival Grec -que siempre es una declaración de intenciones- ha obedecido a una declarada voluntad de modernidad y apuesta de géneros: acrobático circo australiano (Opus en 2013), la enérgica danza de la compañía neoyorquina Gallim Dance (con Wonderland en 2014) y más danza contemporánea aunque ésta ya nacional (el Vorònia de La Veronal en 2015). Pero ayer el Grec volvió a sus orígenes -cosa que el público agradeció- con un clásico, un clásico del teatro contemporáneo, un Arthur Miller más actual que nunca y de producción catalana (aunque el Centro Dramático Nacional coproduce y la obra irá luego a Madrid). Porque las brujas no son sólo de ayer. (Vanessa Graells)
