Rusia ha perdido a un actor que encarna varias eras y el mundo se ha quedado sin su intérprete más longevo. Se ha marchado a los 101 años de edad el genio de teatro y cine, artista emérito de la URSS, Vladimir Zeldin. Participó en decenas de películas, algunas de ellas clásicos del cine soviético, como Tío Vania o Noche de Carnaval. Era una leyenda del teatro soviético y ruso. Hasta que cayó enfermo, a comienzos del mes pasado, siguió en activo.
Durante más de siete décadas, desde 1945, Zeldin formó parte del grupo del Teatro Académico Central del Ejército Ruso, que durante la URSS se llamó Teatro del Ejército Rojo y Teatro del Ejército Soviético. [...]
Vladimir Zeldin había nacido en 1915 en Kozlov (ahora Michúrinsk), en la región rusa de Tambov, en una familia formada por el músico Mijail Evgenevich y una maestra llamada Anna Nikoleievna Zeldin. Rusia era entonces un viejo imperio regido por Nicolás II, cuyo poder estaba siendo carcomido desde dentro por Rasputin. Lenin todavía se debatía entre sus libros y cómo tomar el poder y el padre de Zeldin ocultaba su procedencia judía por miedo a las persecuciones. Rusia parecía un país inabarcable, sobre todo para los cambios.
La carrera artística de Zeldin empezó a mediados de los 30, en el teatro MGSPS, que pasaría a llamarse Teatro Mossoviet. Tras lograr el éxito, su gratitud le empujó a alistarse en el mismo Ejército Rojo.
Su pasión por las tablas le convirtió en un gigante del teatro y en un símbolo de la cultura de la URSS, pero también en un punto de unión de varias generaciones. Su sonido favorito, dijo una vez, era el frufrú que provenía del roce del telón.
En febrero de 2005 celebró su 90 cumpleaños con el estreno del musical El hombre de la Mancha, donde hacía de don Quijote y Miguel de Cervantes. Aunque participó en múltiples largometrajes que le dieron la fama a lo largo de toda la URSS, Zeldin siempre sintió que su principal vocación era el teatro, por lo que recibió en 1951 el Premio Stalin y en 1975 el título de artista del Pueblo de la URSS. Publicó un libro de memorias titulado: Mi profesión, Don Quijote. [...]
Sobre su longevidad dejó dicho: «La naturaleza me dio mucha energía, y todavía retengo gran parte, pero el secreto de la juventud es otra cosa, es la capacidad de seguir interesándote por todo, mantenerte enamorado de tu profesión y de la vida en todas sus manifestaciones. Así que si no me recuerdan mi edad yo jamás pienso sobre ella». (Xavier Colás)