Quiosco
Imagen: www.kulturklik.euskadi.eus
Bilbao repasa la evolución del guiñol a través de la historia
El Festival Internacional de Títeres de Bilbao ha cumplido 35 años y lo ha celebrado con una exposición que da sus últimos coletazos
El Festival Internacional de Títeres de Bilbao ha cumplido ya 35 años y, para festejarlo por todo lo alto, las actividades se han extendido en el tiempo y en el espacio, hasta lugares de la ciudad a los que no solía llegar. [...]
La exposición está compuesta por 15 grandes láminas a todo color que la Association Nationale des Theatres des Marionnettes et Arts Associes de Francia regaló hace años al festival bilbaíno. En ellas puede seguirse la cronología de esta disciplina artística que, en Europa, sirvió primero para entretener a los poderosos y después para enseñar la religión al pueblo. También para realizar la crónica casi periodística de los tiempos en los que casi nadie leía y hacer crítica social y política durante muchos años. Desde finales del siglo XX, además, encontró su hueco en el cine y la televisión. Aunque el precio de esa popularidad ha sido ser relegada, sobre todo, al público infantil. […]
En el siglo XVIII comenzaron a utilizarse las cajas para cerrar el escenario, y en ellas no solo aparecían los guiñoles –otro de sus nombres– sino que se cuidaban la luz y el sonido como en cualquier gran producción. En cajas pudieron salir a la calle y recorrer los caminos. Y ahí comenzó la crónica del día a día, de los sucesos y los problemas, y con ella, claro, la crítica. «Si los que se atrevían a hacer algo así eran actores de carne y hueso, iban a la cárcel. Pero si lo hacían mediante marionetas, no. Los muñecos no pueden ser detenidos», se ríe la directora del festival. «Los títeres podían permitirse ser irreverentes».
Otro de los grandes cambios se dio ya en el siglo XX: los nuevos materiales permitieron hacer figuras de todo tipo, más baratas y fáciles de transportar, y también autómatas «cuyos mecanismos funcionaban como relojes». Y poco después se cruzaron con el audiovisual, medio que ya no han abandonado. El gran hito fue la película Cristal oscuro (1982), protagonizada solo por marionetas gracias a Jim Henson, el titiritero y productor televisivo estadounidense que creó también a los Teleñecos. Humoristas, ventrílocuos, anuncios, espacios infantiles y «hasta las hormigas» de un programa en la franja de máxima audiencia de las noches atestiguan que los títeres «están en todas partes aunque no nos demos cuenta». (Elena Sierra)