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La Crisis a Examen - Opiniones

 

“[…] Lo peor es que se te queda cara de tonto cuando te dicen que el teatro español vive uno de los momentos más brillantes de su historia. Es cierto que sigue habiendo mucha creatividad y mucho empeño, pero con esa excusa están recortando a tajo. Yo digo que más que crisis hay caudales muy mal repartidos, porque con los presupuestos públicos se siguen haciendo espectáculos carísimos. Los teatros nacionales no han cambiado su estructura paquidérmica, con montajes grandes (que no es lo mismo que grandes montajes), casi siempre para lucimiento de sus responsables, escenografías inamovibles y, por tanto, escasa o nula posibilidad de gira: se ven uno o dos meses allá donde se hicieron y se acaba la historia.” Es muy, pero que muy difícil, estrenar una obra con actores desconocidos. Y tanto si eres director como autor te van a pedir comedia, comedia por encima de todo, que la gente lo que quiere es divertirse y olvidarse de la que está cayendo, y si es con tres personajes mejor que con cuatro, y si es un monólogo con ese chico o esa chica que presenta un concurso, pues mejor que mejor. Y luego, a esperar, porque no hay bastantes salas. Un proyecto puede tardar dos años en estrenarse, y pilla tú a los actores pasado ese tiempo. Y los programadores quieren ver la obra en Madrid o en Barcelona antes de llevarla de gira, cuando antes era al revés: primero ibas de gira y luego “entrabas” en la capital.”

Marcos Ordóñez, “Teatro español: el viaje a ninguna parte”, El País, 24 de noviembre de 2011.



“Encontrar nuevas vías de ingresos y financiación es la clave para la supervivencia de las grandes instituciones culturales de Catalunya. Algunas opciones son el alquiler de espacios, la coproducción de espectáculos, reformar las tiendas o reforzar la restauración. Los expertos proponen al sector que se reinvente para encontrar soluciones originales, como alquilar el vestuario de las obras o instalar una guardería donde dejar a los niños mientras los padres escuchan una ópera o miran una exposición. De lo contrario, bajar los salarios, recortar personal y reducir la programación son las pautas básicas de una dieta para adelgazar las infraestructuras culturales.”

T. Díaz / I.García-Arnau, “Los recortes se apoderan de los escenario catalanes”, Expansión. Catalunya, 9 de marzo de 2012.
El artículo completo se puede consultar en la base de datos de prensa del CDT, a disposición de los usuarios en la Sala de Consulta.



“El problema es que no hay más tiempo para lamentaciones y diagnósticos: o se activa ya una Ley del Mecenazgo a la altura de las circunstancias, o la cultura española va a desaparecer irremediablemente, y en un plazo breve de tiempo. Las subvenciones nunca más van a volver: no solamente no son sostenibles sino que en sí mismas constituyen un anacronismo, la evidencia de una forma simplista, arcaica y escasamente competitiva de comprender la cultura. Es el momento de actuar y dejarse ya de nostalgias. Bien gestionada, la desaparición de las subvenciones nos hará más fuertes”.

Pedro Alberto Cruz Sánchez, “La subvención como anacronismo”, La Razón, 11 de marzo de 2012.



“Porque una cosa parece clara, y en parte la realidad les da la razón: si hay que optar entre suprimir un quirófano o un ciclo de música barroca, parece que no hay color. El problema llega cuando se empieza a suprimir primero el ciclo y luego el quirófano, como ya está pasando. Son tiempos de crisis, de recortes brutales y, consecuentemente, de esquizofrenias personales y colectivas. Pero algo parece claro: un modelo de ver la gestión de la res publica ha muerto y hay que poner otros en pie ya que, muy probablemente, nada volverá a ser lo que era. Y ahí se inscribe la administración de los bienes culturales y la necesidad de acometer una titánica tarea de imaginación, de la que nadie, ni los artistas, ni los gestores, ni los políticos, ni los empresarios, ni siquiera los potenciales receptores de esos bienes culturales (el público) debería quedar excluido. […] hubo demasiado dinero y demasiada alegría y picaresca en su gasto y poca o ninguna preocupación por implantar sistemas duraderos de generación de recursos; ahora ni siquiera hay lo imprescindible y hay que generar ideas para nuevos modelos de gestión.”

Borja Hermoso, “La cultura española vive su peor momento cercada por la crisis”, El País, 19 de marzo de 2012.



"Parece claro que pocas compañías  confiarán en ir a taquilla si los precios de las entradas siguen tan bajos como hasta ahora en los teatros públicos y si éstas no pueden armar giras de, al menos, tres o cuatro meses; es la manera de asegurar trabajo continuado a los actores y rebajar costes, algo que hoy es realmente imposible con unos teatros de titularidad pública que solo se explotan los fines de semana. […] En este contexto es capital que el teatro público, sobre todo los centros de producción de Madrid y Barcelona y de otras ciudades como Bilbao y Valencia, aclaren su razón de ser. ¿Pueden seguir programando títulos comerciales que luego ni siquiera saltan a las salas privadas y, por el contrario, olvidarse de un ámbito como es el de la investigación escénica?”

Liz Perales, “Adiós a los cachés”, El Cultural. El Mundo, 23 de marzo de 2012.



"Los teatros barceloneses levantan estos días el telón de la temporada con programaciones muy sugerentes pero con una carencia forzada por la crisis: a su pesar, han tenido que renunciar a traer teatro internacional. Por primera vez en décadas, la cartelera barcelonesa, salvo actuaciones concretas, no acoge a compañías extranjeras. Y eso que los actuales directores de los equipamientos de la ciudad tienen una acreditada vocación europea. Ocurre que han destinado sus magros recursos a sostener el tejido teatral local.
El empobrecimiento real de la oferta no afectará sólo al teatro en este otoño que empieza con brutales recortes y con el IVA cultural desorbitado. Los museos programan ya con el freno puesto y apenas podrán cumplir la función de atraer turismo de calidad a la ciudad. Fuera de los grandes festivales se organizan menos actuaciones musicales y, en la lírica, el Liceu va camino de convertirse en un teatro de ópera en versión concierto.”

Miquel Molina, "Grietas en la marca Barcelona", La Vanguardia, 3 de octubre de 2012.



"Dado que aprobar una subida de 13 puntos en el IVA (del 8% al 21%) que soportan algunas actividades culturales requiere una explicación (excepto el libro, que tiene el gravamen superreducido, el resto del sector abonaba por igual un tipo reducido), un alto cargo sin identificar del Ministerio de Hacienda aclaró el enigma en una entrevista a la agencia Efe: “El Gobierno ha reclasificado el IVA de ciertos productos de entretenimiento como las entradas de los espectáculos (cine, teatro y otros) que pasan al tipo general del 21%”.[...]
Aunque el alto cargo de Hacienda no se detiene en ello, la medida tiene un alcance que va más allá del bolsillo de espectadores y creadores: el Gobierno acaba de desmarcarse de los principios que hasta ahora ha compartido España junto a la mayoría de la comunidad internacional para proteger la diversidad cultural según lo establecido en una convención de la Unesco.
Aunque cada Estado tiene libertad para aplicar la convención en función de sus intereses fuentes de la Unesco interpretan que la medida del Gobierno español contradice “el espíritu”, pero “no la letra” del acuerdo. “La convención es un instrumento jurídico efectivamente vinculante, pero no contiene disposiciones concretas relativas a los productos y servicios culturales”, señalan fuentes de la secretaría de este organismo".

Tereixa Constenla, "La cultura no es una simple mercancía", El País, 28 de octubre de 2012.