Ibermúsica, fundada en 1970, pasa por ser la mayor empresa privada de música clásica que hay en nuestro país, que ostenta el honor de haber presentado por primera vez en España a la London Philharmonic Orchestra, la Wiener Philharmoniker, la Staatskapelle Dresden o la Berliner Staatsoper, ganándose la confianza de directores de la talla de Claudio Abbado, Georg Solti, Daniel Barenboim, Mariss Jansons y Zubin Mehta; y especialmente del público español, que ha gozado de una actividad sinfónica de primer nivel gracias a su iniciativa.
- Fecha: 27 de julio de 2020.
- Lugar: Salón de Actos de Gerencia de Infraestructuras y Equipamientos de Cultura, Madrid.
- Duración: 39’ 26’’
- Operador de cámara: Alejandro Rodríguez.
- Realización y edición: Ana Lillo.
- Entrevista realizada por: Natalia Erice.
- Créditos de fotografías
Daniel Alonso y archivo personal de Alfonso Aijón. - Créditos de las músicas
String Quartet No. 6 in B-Flat Major, Op. 18, No. 6 Beethoven. Musopen String Quartet.
Beethoven Symphony no. 5 in C minor, Op. 67. Skidmore College Orchestra.
Mozart Piano Concerto no. 17 in G major, K. 453 European Archive.
Schubert Overture in the Italian Style, D. 590. Beziers Musike.
Wheel Of Karma AUDIONAUTIX.COM.
Música de la cabecera:
Hip Hop by Nesterouk.
Hipo Hop Trendy audio - Agradecimientos
Ibermúsica, Gran Teatre del Liceu y Orquesta Sinfónica de Galicia.
Tres momentos de la entrevista
Padrino de la música clásica en nuestro país y valiente promotor
Sonntagskinder, así se conoce en Alemania a los niños nacidos en domingo que, según la tradición, están bendecidos por la suerte. Como buen germanófilo, Alfonso recurre a este dicho para ilustrar una vida llena de peripecias, dignas del género de aventuras que le han llevado a sortear todo tipo de infortunios salvándose de tres bancarrotas y más de un accidente aéreo. Pero si hay una gran suerte que el promotor madrileño destaca por encima de todas, es la educación que recibió en el entonces recién fundado Instituto Ramiro de Maeztu, donde la cultura era el alimento diario de los escolares y la música clásica ocupaba un lugar primordial. Familiarizado desde niño con Beethoven, Bach, Schubert y los máximos compositores, cuyas sinfonías difundía como encargado de la radio del instituto, Aijón pronto integró la música como una necesidad en su vida, una afición de tal calibre que a fuerza de no perderse ningún concierto le llevó a descubrir en primicia a Daniel Barenboim o a Zubin Mehta cuando eran músicos anónimos, antes de convertirse en grandes figuras y en sus fieles aliados.
Latía ya entonces en ese joven inquieto el promotor musical en el que se convertiría a partir de la fundación de Ibermúsica en 1970 pero antes de llegar a ese punto de madurez profesional, Alfonso se exilió en 1956 durante una década en la que recorrió la Europa desolada tras la Segunda Guerra Mundial desempeñando los más variopintos trabajos, desde agricultor a empleado de un banco, pasando por enterrador, sin renunciar a labores relacionadas con su vocación musical como su colaboración en la Radio de Hamburgo en los programas de Música Contemporánea Das neue Werk. Escuchar su relato de vida es asistir a una apasionante lección de historia del siglo XX en boca de un intrépido viajero que, de la forma más insospechada, se veía involucrado en carambolas como la que le colocó en el puesto de Canciller del Consulado General de Uruguay en Hong Kong o cual pastor de búfalos en Japón. Lo que culminó aquel periplo fue sin duda su conquista de Nepal, donde acudió a trabajar con la Cruz Roja en un campo de refugiados tibetanos y desplegó su vena montañera, convirtiéndose en todo un pionero en explorar la zona y en asesorar a la Federación Española de Montaña para la primera expedición española al Himalaya.
Sirva este paréntesis, de suma importancia en su vida, para dibujar el perfil del emprendedor arriesgado que en 1970 se situó al frente de Ibermúsica. Para entonces, Aijón había acumulado experiencia entre 1966 y 1968 como manager de la recién creada Orquesta de la RTVE, bajo la dirección de Igor Markevitch, y como Jefe de Planificación Musical en la Comisaría General de la Música, dependiente de la Dirección General de Bellas Artes. Recoger en 1970 el Premio Nacional de Radio en reconocimiento a su labor como redactor jefe en RTVE, supone un espaldarazo para la fundación de Ibermúsica que, tras unos inicios como agencia de artistas, se acaba definiendo como una promotora de conciertos de música clásica de referencia en Europa que trae por primera vez a España orquestas de la talla de New York Philharmonic, la Chicago Symphony, la London Symphony Orchestra, la Wiener Philharmoniker, la Berliner Staatsoper, la Gewandhaus de Leipzig, la Staatskapelle Dresden, la Orchestre Symphonique de Montréal, el Bolshoi de Moscú o el Mariinsky de San Petersburgo. Asimismo, Aijón consigue que grandes maestros de la batuta acudan por primera vez a España dirigiendo sus propias orquestas: Yevgueni Mravinski, Claudio Abbado, Sergiu Celibidache, Georg Solti, Giuseppe Sinopoli, Daniel Barenboim, Seiji Ozawa, Leonard Bernstein, Mariss Jansons, Simon Rattle, Zubin Mehta, Carlo Maria Giulini, Riccardo Muti, Neville Marriner, Pierre Boulez o Riccardo Chailly. Atraer a tan estelares figuras a trabajar en el Teatro Real -primera sede importante de Ibermúsica-, era una hazaña que Alfonso conseguía ofreciéndoles giras de conciertos en las que la consigna era, en sus propias palabras, “no discutir jamás un precio a un artista o a una orquesta, y mucho menos un programa”. Su alta capacidad de riesgo le llevó a la bancarrota en más de una ocasión, de ahí que el mismo Alfonso se reconozca como un “loco de esta profesión” y rehuya de la etiqueta de empresario; si fuera tan sólo el beneficio lo que le hubiera movido en su carrera, no habría ayudado a artistas como al violinista ruso Spivakov cuando se vio en un apuro en Madrid y le pagó el billete de regreso a su país, un favor que jamás olvidó Vladimir convirtiéndose con el tiempo en su mejor enlace con la élite artística rusa, en la que brillaba Mikhail Baryschnikov, la estrella del ballet que también se estrenó en 1971 en nuestros escenarios gracias a su iniciativa.
Por todos estos méritos, el promotor madrileño puede presumir de haber sido distinguido con la Orden del Imperio Británico (OBE), entregada por la Reina Isabel II de Inglaterra en 1983, o con la Orden de la Amistad de los Pueblos por la Federación Rusa en 2011; a las que se suman la Gran Cruz de Honor de las Ciencias y las Artes, concedida por el Gobierno de Austria en 2012, la Medalla de Oro al Mérito en las Bellas Artes, que recoge en 2012 de manos de Juan Carlos I, o la Cruz de la Orden del Mérito Primera Clase de la República Federal de Alemania en 2017; por no hablar de su nombramiento como miembro honorífico de la Filarmónica de San Petersburgo o de la London Symphony Orchestra.
Por encima de todos los premios, el gran logro de Alfonso Aijón es haber educado en la música a varias generaciones de abonados que han podido disfrutar de la exquisita programación de Ibermúsica (reconocida en 2010 con la Medalla de Oro de Madrid) y de haber liderado con suma valentía esta entidad musical privada, que en 2020 celebra medio siglo de vida a ritmo de una programación media anual de 24 conciertos, los cuales tienen como sede la Sala Sinfónica del Auditorio Nacional. Cabe destacar que, gracias a Ibermúsica, se han estrenado en España más de 250 obras de compositores tan relevantes como Stravinsky, Shostakovich, Boulez, Corigliano o Penderecki. Preocupado por el difícil horizonte que asola el mundo de la música clásica -causado no sólo por los estragos de la pandemia, sino también por un relevo generacional que dejará con escaso público las salas de conciertos-, Alfonso se encuentra satisfecho con el camino trazado, que continúa Llorenç Caballero como actual director de Ibermúsica, quien desde su incorporación en 2015 se mantiene fiel a la apuesta de su fundador: traer a nuestro país la mejor música con los más destacados directores, solistas y orquestas del mundo.