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1. MONOGRÁFICO

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1.7 · En el Centenario de Valle-Inclán: Águila De Blasón, dirigido por Adolfo Marsillach.

Por Guadalupe Soria Tomás y Eduardo Pérez Rasilla.
 

 

El extenso reparto estaba compuesto por actores que contaban ya con un sólido prestigio entonces y por jóvenes que desarrollarían una carrera profesional estimable. Sin embargo, el papel del caballero le fue encomendado a Antonio Casas, un actor menos habitual en los escenarios que en las pantallas, aunque tampoco carecía de experiencia teatral. Los demás nombres que se ocuparon de los papeles más importantes del dramatis personae eran o serían actores recurrentes en los teatros públicos y también en las salas comerciales. La interpretación fue muy bien valorada por la crítica, en términos generales. La labor del protagonista, Antonio Casas, y, sobre todo, la de José María Prada y la de Gemma Cuervo figuran entre las que recibieron más alabanzas.

De las fotografías que se conservan, especialmente del reportaje de Gyenes (en CDT) [fig. 45], y también de las críticas, comentarios y entrevistas que entonces se publicaron podemos extraer alguna información sobre los rasgos estéticos del espectáculo, que se completan con las notas que publicó poco más tarde Marsillach en Primer acto (n. 82, 1967, págs. 22-27) [fig. 46] y que se recogieron después en el volumen Un teatro necesario. Escritos sobre el teatro de Adolfo Marsillach (Hormigón, 2003, 429-432).

Uno de los aspectos más discutidos –y posiblemente más novedosos– fue la iluminación, que, en algunos momentos, dejaba la escena en semipenumbra, y que jugaba con sombras y contraluces, lo que proporcionaba un tratamiento de corte expresionista, asociado a la violencia de la acción y a la oscuridad moral de las conductas de los personajes. A muchos críticos les gustó, a otros les pareció que el escenario quedaba insuficientemente iluminado. El espacio escénico, único y polivalente, se basaba en un decorado fijo, que se reforzaba con elementos suspendidos o montados en carros. Llamó la atención el uso de efectos sonoros, de tramoya y de maquinaria que, junto a los sesenta y dos cambios de luz, contribuían a los constantes cambios de espacio indicados en el texto. Intervinieron tres perros en el espectáculo, uno de los cuales, un perro lobo especialmente amaestrado y propiedad de Marín, había participado ya en algunas películas y sorprendió por la precisión de sus intervenciones. Marsillach aseguró haber seguido con fidelidad las acotaciones de Valle como guía para su trabajo y Mampaso dibujó los figurines desde criterios realistas de adecuación a la época.

La dirección de escena mereció alabanzas, en algunos casos entusiastas, y también la escenografía y los figurines. Todos parecen coincidir en el esmero con que se llevó a cabo una escenificación que ponía de manifiesto la belleza deslumbrante del teatro de Valle-Inclán.

El espectáculo se prolongó hasta las dos y diez de la madrugada y terminó con grandes ovaciones y bravos, que se extendieron al entonces ritual aplauso al escenario vacío en recuerdo del dramaturgo. Algún cronista consignó que el telón se había alzado hasta doce veces.

Entre las referencias que la crítica académica posterior ha dedicado al espectáculo merecen destacarse la de Cornago (Cornago, 2000, 330-331), y la de César Oliva (Oliva, 2003, 162-163). Cornago utiliza sobre todo las notas de Marsillach y algunas de las críticas de prensa, y subraya el realismo de una propuesta que, sin embargo, procura evitar cualquier pintoresquismo costumbrista. Oliva estima que “Águila de blasón fue la primera propuesta que se hizo del autor con tono shakesperiano, dentro de cierto expresionismo negrista”. Oliva se ocupa también de la iluminación del espectáculo como recurso para solucionar las transiciones y explica cómo la escenografía de Mampaso estaba compuesta “por unos enormes practicables, estilización del caserón de los Montenegro”. Por supuesto se recoge también en el Catálogo de la exposición Montajes de Valle-Inclán (Hormigón, 1986, 106-111), en cuyas páginas figuran el reparto, la antecrítica y una fotografía y una caricatura de la representación.

La prensa se hizo amplio eco de la escenificación, tanto en los días anteriores al estreno, con noticias y entrevistas, como después de este con la publicación de amplias reseñas. La crítica de los diarios se mostró mayoritariamente elogiosa y hasta entusiasta con el espectáculo y con el texto de Valle-Inclán. La excepción más llamativa fue la de Carlos Luis Álvarez en ABC(15.IV.66, pág. 103) [fig. 47] que terminaba su artículo con la tristemente célebre sentencia: “Porque la verdad es que el teatro de Valle-Inclán está muerto, muerto y muerto”, lo cual no impidió que sus juicios sobre la labor de Marsillach y de los actores fuesen en conjunto positivos.

Por el contrario, se mostraron muy elogiosos, sin apenas reservas, críticos como Nicolás González Ruiz (Ya, 14.IV.1966, pág. 31 [fig. 48]); Francisco García Pavón (Arriba, 15.IV.66, pág. 29 [fig. 49]); José Montero Alonso (Madrid, 14.IV.1966, pág. 12 [fig. 50]); Alfredo Marqueríe (Pueblo, 15.IV.66, pág. 34 [fig. 51]); Pérez Fernández (Informaciones 15.IV.66, pág. 9 [fig. 52]); Antonio Valencia (Marca, 16.IV.1966, pág. 12 [fig. 53]); y Arcadio Baquero (El Alcázar, 15.IV.66, pág. 18 [fig. 54]). Por su parte, también publicaron sus reseñas, entre otros, José Antonio Flaquer (El Noticiero universal, 18.IV.66, pág. 44 [fig. 55]), Juan Emilio Aragonés (La estafeta literaria, n. 342, 23.IV.1966, pág. 12 [fig. 56]), o Francisco Álvaro en El espectador y la crítica (Álvaro, 1967, 191-199) que incluyó, además de la selección de fragmentos, su propio y no menos entusiasta comentario.

Especial interés tiene, por su extensión y por su ponderada capacidad de análisis la crítica de José Monleón (Primer acto n. 75, 1966, págs. 60-62). La revista había titulado su portada con la leyenda “Valle-Inclán en el María Guerrero”, portada que ocupaba una fotografía de la actriz Gemma Cuervo. En su artículo Monleón considera la llegada de Valle a un Teatro Nacional como una incorporación tibia y presionada por la efemérides”, pero la considera como “un primer paso, medroso, pero cierto”. Y opina que “la dirección de Marsillach es más que buena. Sin duda se trata del mejor de sus trabajos en esta temporada y uno de los mejores de su carrera de director” (Monleón 1966, 60-62) [fig. 57].

El montaje marcó un punto de inflexión respecto a la presencia de Valle-Inclán en los escenarios españoles. El propio Marsillach solicitó autorización para representar de nuevo Águila de Blasón en el año 1969, para montarla con un denominado Grupo Teatro 70. El documento presentado fue el siguiente (AGA, 73/09535, expte. 0083/66):

Ilmo. Sr.
Como empresario de la Compañía teatral “GRUPO TEATRO 70” solicito la autorización que exige la Orden del Ministerio de Información y Turismo de 16 de febrero de 1963 para representar la obra titulada ÁGUILA DE BLASÓN, cuya sinopsis argumental, autor, cuadro artístico que ha de interpretarla, teatro y ciudad de estreno o reposición, y datos complementarios de carácter técnico y artístico se expresan al dorso de esta instancia.
A tal fin acompaño tres ejemplares mecanografiados del texto literario de la obra, comprometiéndome a que todas las alteraciones que con respecto al libreto de la misma y demás datos expuestos me vea obligado a realizar serán sometidos previamente a la aprobación de ese Centro directivo. En consecuencia,
SOLICITO de V.I. se sirva ordenar que me sea expedida la oportuna guía de representación.
Dios guarde a V.I. muchos años.
Madrid, 14 de Agosto de 1969
[Rubricado]
ILMO. SR. DIRECTOR GENERAL DE CULTURA POPULAR Y ESPECTACULOS MADRID

En la solicitud figuran además cumplimentados los siguientes datos:

Título de la obra: ÁGUILA DE BLASÓN
Género: Comedia
Autor: Ramón Mª del Valle-Inclán
Nacionalidad: Española
Nombre y domicilio del peticionario: Adolfo Marsillach y Leonardo Echegaray- Pº de la Habana, 17-1ºB-Madrid
Fecha o temporada de estreno o reposición: Octubre de 1969
Teatro y localidad en que ha de efectuarse: II CAMPAÑA NACIONAL DE TEATRO
Director: Adolfo Marsillach

El Ministerio de Información y Turismo, a través de su Dirección General de Cultura Popular y Espectáculos, le concedió la preceptiva guía de censura:

Vista la instancia suscrita por Adolfo Marsillach con fecha 16 de Agosto de 1969 CONSIDERANDO
Esta Dirección General ha resuelto Autorizar la obra titulada “ÁGUILA DE BLASÓN”, original de Valle-Inclán, adaptación de que ha de representar la Compañía Grupo de Teatro 70 bajo las condiciones que se establecen al dorso.
Lo que comunico a Vd. para su conocimiento y demás efectos.
Madrid, 16 de Agosto de 1969
EL DIRECTOR GENERAL ,
PD [rubricado
Sr. Director de la Compañía GRUPO DE TEATRO 70

No tenemos noticia de que dicho espectáculo llegara a montarse. Ni Marsillach habla de él en sus memorias, ni lo recoge Álvaro en sus habituales balances de la temporada.

 

 

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