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1. MONOGRÁFICO

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1.6 · Valle-Inclán en Hispanoamérica: los espectáculos de Alberto Castilla: de Los cuernos de don Friolera a Tirano Banderas (1968).

Por Jesús Rubio Jiménez.
 

 

III

Aunque el objetivo central de este ensayo es Tirano Banderas, era imprescindible reseñar siquiera brevemente los espectáculos anteriores7. Las búsquedas llevadas a cabo en ellos prepararon el terreno para este estreno fundamental en la historia de la recepción valleinclaniana que fue la función basada en la gran novela de don Ramón contra las dictaduras y precisamente en un ámbito donde, siguiendo su modelo, venía publicándose una serie de grandes obras literarias en el género novelesco, que ha sido etiquetada como novelas de dictadura latinoamericana (Novoa, 1988. Díaz Migoyo, 1983. Gladieu, 1987. Subercaseaux, 1980).

La versión teatral de Tirano Banderas de Enrique Buenaventura es la primera, hasta donde se me alcanza, de las adaptaciones al teatro de la célebre novela sobre la tiranía encarnada por Santos Banderas, el arquetípico dictador hispanoamericano, que está en el origen de una serie de adaptaciones escénicas que certifican su influencia desde los escenarios al igual que en la narrativa, aspecto este que suele recalcar menos la crítica.

El prestigio adquirido por el Teatro Estudio hizo que se pensara en que podía representar a Colombia con esta genuina adaptación teatral de la novela de don Ramón. Nada hacía presagiar a comienzos de 1968 el conflicto que se produjo después, cuando fue vetada su representación por el Gobierno mexicano. Alberto Castilla ha narrado el proceso con todo lujo de detalles, que aquí sintetizo (1999a).

A fines de marzo de 1968, don Daniel F. Rubín de la Borbolla, asesor y coordinador cultural general del Comité Organizador de los Juegos Olímpicos de México, llegó a Bogotá para acordar con el Comité Olímpico Colombiano el programa cultural que sería presentado en México, firmándose el convenio en papel de la Embajada y constando los compromisos de ambos países, incluida la programación de un espectáculo dramático.

A principios de abril, el Comité Olímpico de Colombia seleccionó al Teatro Estudio de la Universidad Nacional para participar en el Festival Internacional de las Artes de la XIX Olimpiada de México. Alberto Castilla acudió entonces a Enrique Buenaventura y pronto llegaron a la conclusión de que una adaptación de Tirano Banderas, hecha por el propio Buenaventura podría ser lo más adecuado.

Una vez aprobada la propuesta para representar a Colombia con la adaptación indicada, a finales de mayo se envió la documentación pertinente a México, incluyendo el título de la obra, autor y adaptador, currículos de los actores, director y organizadores, exigencias técnicas del montaje y diversos antecedentes. La propuesta fue aceptada y la invitación confirmada por el Comité Olímpico de México y por los organismos oficiales correspondientes, procediéndose a la preparación del espectáculo.

Sin embargo, en los meses siguientes el movimiento estudiantil mexicano generó numerosos conflictos y tensiones durante los meses de julio y agosto, mes en que el embajador de Colombia en México transmitió al Ministro de Relaciones Exteriores de Colombia una nota del Dr. Óscar Urrutia –Director General de la Olimpiada Cultural– diciéndole que el teatro colombiano no podía presentarse en México por haberse inscrito tarde y no haber una sala disponible.

El Dr. Álvaro Barrera, Secretario General del Ministerio de Educación de Colombia, contestó explicando el convenio inicial y se hicieron también otras gestiones.

El 4 se septiembre se recibió un telegrama del Dr. Óscar Urrutia a las autoridades colombianas aceptando la programación del grupo colombiano, siempre y cuando Colombia costeara los viajes y alojamiento completo de los 45 componentes en la Villa Olímpica, todo lo cual fue aceptado.

El 28 de septiembre se estrenó Tirano Banderas, como acto inaugural del I Festival Latinoamericano de Teatro Universitario en Manizales. Tres días después el grupo salía para México.

Entretanto, el movimiento estudiantil había ido intensificando sus presiones, que culminaron el 2 de octubre con una gran concentración en Tlatelolco, en la Explanada de las Tres Culturas. Inesperadamente, las tropas del gobierno rodearon la plaza y comenzaron a disparar indiscriminadamente. Hubo cientos de muertos, heridos y desaparecidos.

El 10 de octubre, ya iniciadas las Olimpiadas, las autoridades mexicanas decidieron cancelar la representación de Tirano Banderas, difundiéndose la noticia enseguida. El Espectador de Bogotá publicaba esta nota el día 11 de octubre:

Méjico veta al Grupo teatral de Colombia. El gobierno mejicano vetó hoy la obra teatral Tirano Banderas, que Colombia iba a representar en ese país el 16 de octubre con motivo de las Olimpiadas. Por “razones políticas” se decretó la súbita cancelación del grupo criollo, a pesar de encontrarse en la capital azteca. La supresión del elenco nacional fue ordenada por el gobierno mejicano y comunicada al director del grupo de la Universidad Nacional, Alberto Castilla, quien se encuentra en Manizales al frente del Primer Festival Latinoamericano de Teatro Universitario. El argumento de Tirano Banderas –obra de Valle-Inclán, versión teatral de Enrique Buenaventura– constituye abierta crítica a los gobiernos latinoamericanos y esencialmente a las revoluciones ocurridas en algunos países de este continente. La situación que vive Méjico, especialmente en su aspecto universitario, preocupó a los organizadores del festival del teatro programado con ocasión de las Olimpiadas y se ordenó la suspensión del grupo colombiano. Las primeras reacciones contra el procedimiento que afecta a jóvenes colombianos emanaron del uruguayo Atahualpa del Cioppo, del francés Jack Lang y del colombiano Santiago García, quienes hacen parte del jurado calificador del festival de Manizales. (Castilla, 1999a, 269)

En su editorial, El Espectador ese mismo día decía:

Subversivo en México. Es para marcarlo entre las fechas de la historia. El Tirano Banderas de Valle-Inclán, puesto en escena por el grupo Teatro Estudio de la Universidad Nacional de Colombia fue prohibido un 10 de octubre de 1968 por el gobierno de México, que se decía el país más libre de América. ¿Dónde está, pues, la revolución de 1910? Para temerle a la ficción del Tirano Banderas se necesita que pase algo que impida escuchar el diálogo valleinclanesco, que podría estimarse subversivo en los países de dictadura militar, pero no en México. O, por lo menos, en el México que suponíamos y que acaso ya no exista. Se van opacando ciertos mitos americanos como el de la solidez de las libertades mexicanas, después de la batalla campal de la Plaza de las tres Culturas y, sobre todo, de la prohibición del Tirano Banderas. (Castilla, 1999a, 274).

La prohibición produjo estupor e indignación entre quienes se hallaban en el Festival del Teatro Universitario en Manizales, que enseguida cursaron un comunicado al Ministro de Educación de México:

Escritores de América, reunidos en Manizales, donde finalizó el pasado domingo el Primer Festival Latinoamericano de teatro Universitario, se han dirigido desde esa ciudad al licenciado Agustín Yáñez, Ministro de Educación de la república de México, solicitándole su intervención a fin de que el grupo de Teatro Estudio de la Universidad Nacional, dirigido por Alberto Castilla, pueda presentar la obra “Tirano Banderas”, de Valle-Inclán, adaptada al teatro por Enrique Buenaventura.

El texto de la comunicación, dice lo siguiente:

“Licenciado Agustín Yáñez, Ministro de Educación –Ciudad de México–. Hemos sido informados espectáculo “Tirano Banderas”, delegación cultural colombiana a la XIX Olimpiada, ha sido cancelado desestimando convenio programó espectáculo. Firmado 5 abril Comité colombiano y Rubén de la Borboya, por México. Pedimos Gobierno mexicano reconsidere esa medida que nos afecta profundamente tanto por el nombre de Valle-Inclán, figura ilustre literatura universal como por el esfuerzo cultural colombiano. Estamos seguros Gobierno mexicano comprenderá nuestra inquietud y permitirá la representación teatral. Grupo teatral 36 actores, esperan decisión en Villa Olímpica.– Atentamente, Pablo Neruda, escritor; Miguel Otero Silva, escritor; Jorge Zalamea, escritor; Ernesto Gutiérrez Arango, rector de la Universidad de Caldas; Juan E. Barrios, rector de la Universidad Santiago de Cali; Atahualpa del Cioppo, director teatral y Jack Lang, presidente festival Mundial Teatro Universitario Nancy, Francia.” (Castilla, 1999a, 275)

La petición surtió efecto y se pudo representar la obra el día 27 de octubre (último día de la Olimpiada) en un teatro muy alejado del centro de la ciudad –Teatro Unidad Independencia– y cambiando el título de la obra en la publicidad por el de Espectáculo Valle-Inclán, con lo que se pretendía atenuar y aun neutralizar el rotundo título valleinclaniano. Se convertía así ya no solo en la narrativa sino también en los escenarios en el gran “esperpento de la Hispanidad”, según lo calificó Alberto Castilla.

Como se verá al repasar las reseñas de la función, aunque sin la audiencia prevista, la voz de Valle-Inclán se dejó sentir con su mensaje antitotalitario y antimilitarista tras los sangrientos acontecimientos de la Explanada de las Tres Culturas de tan triste recuerdo. No había andado errado don Ramón al dedicar su memorable novela a presentar la figura del tirano hispanoamericano y a describir los corruptos sistemas políticos de aquellos países. Azarosa fue por tanto la singladura de esta puesta en escena de la novela de don Ramón, ni él pudo imaginarse quizás una representación con semejante entorno opresivo.

Después, el 20 de noviembre y del 2 al 8 de diciembre, Tirano Banderas se representó en el teatro Colón de Bogotá.



7 Incorporado al mundo de la docencia universitaria, en Estados Unidos volvió a dirigir a Valle-Inclán en montajes más modestos: Ligazón y La rosa de papel con el Teatro Hispánico de Mount Holyoke College, de Massachusetts.

 

 

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