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1. MONOGRÁFICO

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1.2 · Valle-Inclán y la censura de representaciones durante el franquismo.

Por Berta Muñoz Cáliz.
 

 

6.6. Retablo de la avaricia, la lujuria y la muerte

Años después de que, como vimos, Ligazón fuera autorizada para una única sesión y prohibida en diferentes momentos, en 1963, a petición del TEU de Ciencias Políticas de Madrid que dirigía Ángel Facio, esta pieza se autorizó para representaciones comerciales. No obstante, aún en ese año las piezas del Retablo… se autorizaron una vez más únicamente para sesiones de cámara, en este caso, a la compañía La Máscara, del Ateneo Jovellanos de Gijón, que presentó a censura el conjunto de las cinco piezas (Sacrilegio, Ligazón, La rosa de papel, El embrujado y La cabeza del bautista)49. A pesar del dictamen tan restrictivo, en los informes de los censores se hace alusión ya a la condición de “clásico” de Valle-Inclán como un argumento favorable a su autorización:

[…] Valle-Inclán es ya un clásico, pertenece a la historia del teatro y son tan peculiares sus escenarios y sus tramas, e incluso la manera de hablar de sus personajes, amén del soplo trágico que en este caso concreto corre por la obra, que me parece que la brutalidad de algunas de las situaciones no puede hacer ningún daño a una persona medianamente culta y formada. […]

En mayo de 1966 fueron La rosa de papel y La cabeza del Bautista las piezas que se autorizaron para su representación comercial, a petición de la Compañía del Teatro María Guerrero. En abril de 1973, a petición de la compañía de Antonio Canal, se estudió la posibilidad de representar comercialmente Sacrilegio, y finalmente se autorizó, aunque con cortes en tres de sus páginas, con visado de carácter vinculante, y con la condición de que se realizara un “montaje respetuoso y digno” de la “escena de la confesión y sincero arrepentimiento”.

6.7. Farsa y licencia de la reina castiza50

En julio de 1966, la compañía Los Goliardos solicitó autorización para realizar dos funciones de esta obra en el teatro Valle-Inclán de Madrid, con dirección de Ángel Facio [fig. 12]. En esta ocasión, fueron mayoría los censores que la autorizaron solo para funciones de cámara, aunque también hubo alguno abiertamente partidario de la autorización, incluso para sesiones comerciales: 

Su tono distorsionado resta peligrosidad a las aparentes libertades de expresión del texto. Dentro de su aire irrespetuoso, la obra respira salud por todos los poros.

No obstante, la obra se autorizó sin cortes para una sola representación en el Teatro Valle-Inclán. Acompaña a la hoja de censura una cuartilla manuscrita en la que se puede leer: “La puesta en escena de esta obra se ajustará a las especiales características de farsa y montaje, claramente definidas por el autor51”.

En los años sucesivos, Farsa y licencia de la reina castiza fue presentada a censura por distintas compañías (Esperpento, Bambalinas, TEU de Murcia, Taller de Teatro Español de la RESAD, Teatro Club Universitario, Fariza, Teatro Escuela ARA de Málaga, TEU de Derecho de Granada, ICAI), y en ningún caso se realizaron nuevos informes ni se modificó el dictamen, autorizándose en todos los casos para representaciones de cámara. Únicamente en 1970, a petición de Esperpento, se sometieron a juicio de los censores un prólogo y unas canciones añadidas, recopiladas del folklore popular, y en esta ocasión se prohibieron dos canciones y se autorizaron las demás con una supresión (“cabrones”).

7. LOS ÚLTIMOS AÑOS DE LA CENSURA

Si el año del centenario fueron varios los dictámenes aprobatorios, con las condiciones que hemos podido ir viendo páginas atrás, poco después volvieron a sucederse los dictámenes negativos. Así, como se dijo, en 1968 quedó sin respuesta el recurso interpuesto por Ramón Tamayo solicitando la autorización íntegra de Luces de bohemia. También en ese año se prohibió La hija del capitán al grupo vasco Akelarre. Al año siguiente, quedaba retenida sin dictamen Los cuernos de Don Friolera. Los dictámenes favorables volvieron a partir de 1970, año en que, como hemos visto, se autorizó finalmente Luces de bohemia, y en que se autorizó igualmente sin supresiones Romance de lobos, que se presentaba ahora por primera vez a censura. En el 71 se autorizaba, como hemos visto, El yermo de las almas, prohibida años atrás, y se autorizaría una versión libre de Los cuernos de Don Friolera. No obstante, en 1972, sin que quede explicado en documento alguno, quedaba sin estrenarse un Espectáculo Valle-Inclán cuyo estreno estaba previsto en el Teatro de la Comedia. Al año siguiente se autorizaba con varios cortes para sesiones comerciales una versión de Tirano Banderas, tras haber sido leída por el Pleno de la Junta de Censura. La última obra de Valle-Inclán que se presentaría a censura sería Voces de gesta, que se autorizaría sin problemas ya en fecha tan tardía como 1976. Además, hay constancia de que se presentaron a censura en 1974 dos libretos con los títulos Espectáculo Valle-Inclán y Antología Valle-Inclán, aunque la documentación de ambos está incompleta, por lo que desconocemos el dictamen final y los detalles del proceso.

7.1. Los cuernos de Don Friolera

Dos años después de su representación en régimen de teatro de cámara con dirección de José Manuel Garrido, en 1969 esta obra volvió a ser sometida a censura52, y si bien la documentación que se ha conservado está incompleta, puede deducirse que la obra quedó sin dictaminar, respondiéndose a la compañía con el “silencio administrativo”53, que en la práctica equivalía a la prohibición. Aunque no se ha conservado la instancia presentada por la compañía, es muy posible que esta vez se tratara de un intento de representarla en régimen comercial, de ahí que se emitieran nuevos informes en lugar de emitirse una nueva autorización en las condiciones antes acordadas. En sus informes, los censores coincidían en autorizarla con distintas condiciones, pero comentaron algunos aspectos problemáticos, como las protestas que la obra podía suscitar entre algunos sectores militares: 

Con la desgarrada desorbitación propia del esperpento, Valle Inclán caricaturiza a la vez los excesos en la defensa del honor matrimonial y del honor militar. Si la puesta en escena mantiene la distancia de la época y no acentúa los detalles inconvenientemente las burlas militares me inclino por la autorización, aunque no hay que descartar que pueda suscitar protestas en algunos sectores militares demasiado susceptibles.

También hubo argumentos a favor de la autorización, como su tratamiento esperpéntico y el relieve que en los últimos tiempos estaba adquiriendo la figura de su autor (“Se da la circunstancia, además, de la creciente difusión […] de la figura de Valle Inclán”). Una vez más, también en esta obra se advertía que, si se estrenaba, en la puesta en escena se debería cuidar el distanciamiento temporal con respecto a la época actual: 

[…] sabido es que lo esperpéntico supone la aparición de una nueva estética deformadora de la realidad, en la que resultan inconsistentes, por excesivos y caricaturizados, los textos y situaciones en contra de instituciones tales como el ejército y la Iglesia. Con que la obra se sitúe en los años 20 y los uniformes sean los del desaparecido Cuerpo de Carabineros, no considero conveniente supresión alguna.

No obstante, como se dijo, no tenemos noticia de que se llegara a emitir la correspondiente guía de censura. Meses más tarde, a finales de enero de 1971 el Teatro Universitario de Valencia intentó estrenar una adaptación de esta obra bajo el título El teniente Friolera. Los censores coincidieron en autorizarla, aunque con visado del ensayo general, especialmente, en lo concerniente a la presentación de los personajes militares. Así, encontramos comentarios como: “Creo que necesita un rigurosísimo ensayo para evitar cualquier exageración directa en la presentación de Don Friolera o del capitán o doña Loreta”; o “Visado riguroso para uniformes y todas las escenas en que salen militares”. En consecuencia, se decidió autorizarla para mayores de 18 años, a reserva de visado del ensayo general, con un corte y con la siguiente Nota:

En el visado de ensayo general se cuidará especialmente las escenas en las que intervengan militares, para que estos sean tratados con el respeto debido a la institución armada que representan, así como los uniformes y emblemas de dichos personajes [fig. 13].

Ya en febrero de 1976, Los cuernos de don Friolera volvió a ser sometida a censura54, a petición de la compañía Producciones Teatrales A.G., dirigida por Adriá Gual, que pretendía representarla a partir de junio de ese año en gira por toda España. En esta ocasión la obra fue leída por todos los miembros del Pleno de la Junta de Censura, que coincidieron en autorizarla para sesiones comerciales. También en este caso hubo referencias a su “condición de obra clásica”, a su “aire esperpéntico” y a la distancia temporal para autorizarla:

Hoy día, no le veo dificultad a esta obra, siempre que se represente como verdadero esperpento. Para lo cual es preciso un cuidadoso e inteligente visado. Trajes y ambientación de todo tipo deben responder a un mundo farsesco alejado de nuestro presente más inmediato. Es cierto que los miembros del ejército, en todas las épocas, han sido poco comprensivos con esta especie de caricaturas. Ante Los cuernos de don Friolera el militar que se enfadase –de cabo o sargento a general- no tendría razón (1).

(1) Doy, claro, por supuesto, que la Administración estimará los aspectos negativos posibles en una representación escénica con la milicia en primer plano (aunque sea como monigotes de regocijo popular a la antigua). […].

También se dijo que la obra no resultaba “demasiado dañina” en comparación con otras que se estrenaban en esa época:

[…] En todo caso, visto lo que se estrena en nuestros teatros, la comedia de Valle-Inclán no es demasiado dañina, pues algunos de sus conceptos están ya absolutamente desfasados.

Encontramos igualmente algunos testimonios que dan fe del prestigio que había alcanzado para entonces la escritura valle-inclaniana; así, por ejemplo, referencias a “la maestría del gran dramaturgo español”, y comentarios como: “Gran obra, uno de los mejores esperpentos de Valle-Inclán”. A estas alturas, el autor era ya considerado como un clásico, y esto influyó sin duda en su autorización. Como se dijo, algunos censores votaron por autorizarla para mayores de 14 años, precisamente por esta condición de clásico al que se estudiaba en los institutos:

Valle-Inclán es ya un clásico a todos los efectos. Entre ellos, el de que sus obras sean accesibles a niños que están empezando a conocer la literatura española, por encima de determinadas libertades de lenguaje o de fondo.

Se clasifica como apta para mayores de 14 años precisamente por ese objetivo cultural.

Finalmente, el texto se autorizó para mayores de 18 años, a reserva de visado del ensayo general55, para su representación en gira por toda España, tal como pretendía la compañía Adriá Gual, aunque lo cierto es que no fue esta la compañía que estrenó esta obra en régimen comercial, sino la Lope de Vega, dirigida por José Tamayo56.



49 La instancia presentada por La Máscara está fechada en Gijón, a 09/02/1962; posiblemente una errata, en realidad se debió presentar en 1963, tal como parecen indicar el resto de documentos acerca del proceso de censura de esta obra.
50 Expediente: 211/66. Signatura AGA: 73/9553.
51 Nota fechada a 28 de julio de 1966.
52 Expediente: 41/69; signatura AGA: 73/10286.
53 En el expediente únicamente se conservan los informes de los censores y los libretos mecanografiados; no hay guía de censura, y el impreso de la Junta de Censura teatral en el que debería constar el dictamen está en blanco. Además, hay un testimonio documental que nos invita a pensar que la autorización para sesiones comerciales que dictaminaron ese año los censores no se llegó a hacer efectiva, y el texto de Valle-Inclán siguió restringido a sesiones de cámara hasta enero de 1976; se trata de la carta presentada por Manuel de Pinedo, director de la compañía Teatro Popular de Granada en esas fechas, en la que señalaba que la obra le había sido autorizada para una única representación unos meses antes, en octubre y noviembre de 1975, y solicitaba que, dado el esfuerzo que suponía poner en escena la obra, le fuera concedido el permiso para representar la obra “por lo menos, tres veces”.
54 Expediente 223/58. Signatura AGA: 73/9269.
55 En uno de los informes se había destacado la necesidad de este visado, con carácter “cautelar, por uniformes y desnudeces”.
56 Pese a que el texto se autorizó, en una de las carpetas que contienen los informes realizados en ese año se indica que no se curse autorización alguna de esta obra hasta que lo hubiera aprobado expresamente el Subdirector a través del jefe de la sección. No obstante, la obra fue autorizada finalmente para sesiones comerciales, tal como lo demuestra el hecho de que unos días después de que se entregara la autorización a la compañía de Adriá Gual, se emitió una nueva autorización de la obra para mayores de 18 años a la compañía de Manuel de Pinedo (08/04/1976).

 

 

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