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NúM 6
2. VARIA
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2.1 · Escenas de caza de Velasco & Velasco


Por Ana Fernández Valbuena
 

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4. RECEPCIÓN

Escenas de caza ha sido, pues, una obra polémica, que ha provocado opiniones extremas, positivas y negativas. Mostrada en un espacio difícil –nos dice el director–, logró, sin embrago, un 50% de aforo cada día. Algo difícil, porque el teatro Pavón-Kamikaze reúne a un público “de la profesión”, con gustos y disgustos bastante formados y definidos. Y difícil también porque la programación vertiginosa de la sala impone unos tiempos de montaje que no dejan mucho margen a la implantación y adaptación al espacio. En la citada entrevista de Viñas(08/02/18), explicaba a propósito la autora:

La arquitectura tiene una gran influencia en los montajes porque es parte del espacio escénico. Cada teatro hay que habitarlo y ocuparlo, y cada casa genera su propia atmósfera. En Valladolid, el público es mucho más limpio. Allí venía mucha gente abonada al teatro que no sabe muy bien qué viene a ver y que se llevan una sorpresa, tanto agradable como desagradable. Tiene la magia del primer encuentro. Ese contacto con ese tipo de público ingenuo, con toda la carga positiva que eso tiene, es muy importante porque sé que en Madrid y en un teatro como el Kamikaze el público forma parte de la profesión, del propio gueto teatral. Este tipo de público valora más el virtuosismo o la técnica, que quizá no tienen tanto que ver con la emoción o la fiesta.

En Valladolid, según cuentan, conmovió a muchos estudiantes que lograron trascender la violencia explícita, trazando la línea que va de lo personal hacia lo colectivo; y las señoras rurales que se estrenaban en esto del posmodernismo, salían debatiendo sobre la obra y comentando que eso le había pasado a alguno en su pueblo…

A las críticas negativas ya expuestas cabe añadir esta de Tea-tron (08/02/2018), que arremetió contra todo y todos, en mimética dinámica con el mensaje del espectáculo, para acabar diciendo que el texto era lo mejor de la pieza:

¿Frases de un texto que se te clavan en la cabeza? ¿Va a ser lo que más recuerde de toda la pieza? ¿Frases que se cuelan como cuchillos en la sien? ¿María Velasco te habla de Séneca, del papiloma y Decatlón a partes iguales? ¿Esta mujer tiene una inteligencia extraña? ¿Es de calle, de tacón pelao y de enciclopedia Larousse? […] ¿Tanto plástico emborrona técnicamente un texto que es lo mejor de la pieza? ¿Unos actores que quieren estar al mismo nivel que las frases que dicen pero solo algunos de ellos llegan?

En fin, como dijo María en la entrevista de Viñas: “Hay que asumir el riesgo e intentar resetearse del éxito y de las críticas. Hay que luchar por la obra y por lo que quiere contar, comprendiendo que eso es la consecuencia pero que no es el centro de tu trabajo.” Entiendo que apela con ello a lo que Lehmann llamaba la estética de la responsabilidad (2017, 253), en la que el espectador debe asumir el acontecimiento mediante la síntesis mental y, por lo tanto, atender a todo lo sucedido susceptible de ser desconocido (emociones e identificación).

Si el tema de estas Escenas de caza es universal, y nuestra sociedad ‒que se pudre como la fruta, según dice el Beodo (Velasco, cit., 33)‒ se asienta sobre nuestras víctimas, la forma contemporánea ofrecidas por los Velasco, en mi opinión, le hace justicia. Estos chivos vienen en auxilio de nuestras catástrofes sociales “escritas en minúscula” porque, como decía Girard en su ensayo (cit., 60), “el trasgresor del orden, con su marcha, o con su muerte, se convierte en un restaurador del orden que había transgredido; el supremo delincuente se transforma en el pilar básico del orden social”. Hasta la siguiente. Porque todo se repite y la vida “es tediosa como una vieja historia vuelta a contar”. [Fig. 11]

Velasco & Velasco nos han ofrecido en su negra eucaristía un altar bocabajo, oferente de hostias profanas y vino no bendecido, que ha bebido plásticamente de la estatuaria y la pintura barrocas e intelectualmente de la antropología social y la militancia activa; que se ha cobrado piezas humanas, pero que sobre todo, en su credo salvaje, ha denunciado, para nuestra redención, cosas terribles que pasan en la calle. En la nuestra.

Gracias por recordárnoslo desde el compromiso político y artístico.

Hacer que no pasen impunemente es tarea de todos.

 

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