Una larga trayectoria en el teatro para niños

La Rous Teatro no es una productora al uso, sino una compañía de creación; o mejor dicho, una herramienta de expresión de su creadora, Rosa Díaz. De hecho, Díaz no solo ha interpretado en solitario todas las obras que ha representado bajo este sello, sino que también ha escrito sus textos y ha participado en su dirección artística, manteniendo una extraordinaria coherencia en todos sus espectáculos. La Rous se adscribe así a una fórmula que cada vez está adquiriendo más peso en el teatro español (a ella han recurrido otras dramaturgas, como Laila Ripoll, con Producciones Micomicón, o Angélica Liddell, con Atra Bilis, entre otros muchos creadores), y que ha ido consolidándose al tiempo que las grandes productoras se aproximaban cada vez más al ámbito de las llamadas industrias culturales.

La Rous Teatro es una compañía relativamente joven, pues nació en 2008, pero esto no le ha supuesto un obstáculo para obtener, gracias a los cuatro espectáculos que ha estrenado hasta el momento, los premios más importantes que se otorgan en España para espectáculos de teatro infantil y juvenil; entre ellos, el Premio Nacional de las Artes Escénicas para la Infancia y la Juventud, que le concedió el Ministerio de Cultura en 2011, en reconocimiento a “la calidad artística, coherencia y originalidad de sus espectáculos”². Ya con su primer espectáculo, La casa del abuelo, La Rous recibió en 2009 el Premio de la Feria de Teatro para Niños y Jóvenes de Gijón (FETEN); un galardón que volvería a recibir por su espectáculo siguiente, El refugio (2011), además del ya mencionado galardón del Ministerio de Cultura, y con el que conseguiría además el premio a la Mejor Interpretación Femenina en dicha Feria³. Esta misma Feria le otorgaría tres de sus galardones por su tercer espectáculo: Una niña (2013), con el que sería finalista en los Premios Max de las Artes Escénicas. Hilos (2016) es su cuarto montaje, y con él obtendría dos nuevos premios en FETEN: Mejor Interpretación Femenina, una vez más, y Mejor Dramaturgia. Por tanto, pese a su juventud, nos encontramos ante una de las compañías más consolidadas y de mayor prestigio en el ámbito del teatro para niños en nuestro país.

Uno de los rasgos distintivos de La Rous Teatro, tal como reconoció el jurado del Premio Nacional, es “su capacidad de emocionar, abordando temas tan difíciles para la infancia como la muerte o la guerra”. Su primer espectáculo, La casa del abuelo, abordaba el tema de la muerte, y lo hacía desde una puesta en escena que guarda relación en ciertos aspectos con la que aquí nos ocupa: no solo en su pequeño formato y en el gran cuidado de los aspectos formales, sino también en el papel trascendente que llegan a adquirir los recuerdos: la protagonista abría y cerraba los cajones de memoria de un escritorio, intentando así recuperar todo lo vivido con el abuelo para que no muriera con su partida. En su espectáculo El refugio, tal vez el de más repercusión de todos ellos, una niña se protegía de la guerra escondiéndose en un refugio abandonado, con un agujero como única conexión con el exterior. Aunque tampoco aquí faltaban los momentos de humor, el espectáculo situaba a los niños espectadores frente a aspectos como el hambre, la falta de higiene o la necesidad de usar máscaras antigás, permitiéndoles comprobar que la guerra no es algo tan lejano ni tan ajeno como creían. Otro aspecto común a los espectáculos de La Rous, más allá de la temática o de su tratamiento, es su formato: hasta el momento, todos ellos son espectáculos monologados por Rosa Díaz, que interpreta a una niña que vive en primera persona los hechos narrados.

Al mismo tiempo, podemos afirmar que La Rous Teatro es un producto de madurez de su creadora. Antes de concebir este proyecto, Rosa Díaz había fundado otras dos compañías, con las cuales también había realizado varios espectáculos para niños: en 1993 creó, junto a Emilio Goyanes, Laví e Bel, y en 1999 fundaría LaSal Teatro. Indagando en los espectáculos de su primera época, comprobamos que uno de ellos, A moco tendido, ya exploraba recursos que también están presentes en Hilos, como la utilización del lenguaje del clown o el tratamiento del tema de la guerra; también allí el humor y la ternura del clown contribuían a desdramatizar la dureza del tema abordado, si bien aquel montaje –muy diferente, por lo demás, al que aquí analizamos– se aproximaba más al lenguaje de la farsa que al lirismo intimista de Hilos. Y ya entonces el columnista del Diario de Cádiz llamaba la atención sobre la calidad del espectáculo, inusual en los espectáculos para niños que había presenciado hasta entonces:

Frecuentemente el teatro para niños se caracteriza por el poco cuidado que se pone en los detalles. La mayoría de los grupos de teatro infantil son conscientes de que este público es uno de los más difíciles pero en la práctica se creen que con cuatro caídas y una nariz roja lo tienen todo hecho. No es este el caso de Laví e Bel, que presentan un trabajo serio en el que todos los detalles están cuidados, con un sentido estético poco común en este tipo de espectáculos (Diario de Cádiz, 29-10-1993).

Si bien los espectáculos siguientes de Laví e Bel, Paradisi y La luna, ya no se dirigían específicamente al público infantil, había en ellos elementos que los aproximaban a este público; José Henríquez se refirió a ellos en las páginas de Primer Acto como “trabajos antológicos de un gozoso teatro de actores que integra con absoluta gracia y libertad el clown y el teatro gestual, el juego teatral y el teatro con objetos, en escenarios de un mundo contemporáneo distorsionado en el sueño y la pesadilla” (Henríquez: 113). Con El gran traje, de Julia Ruiz, puesto en escena por LaSal Teatro, Rosa Díaz probaría la fórmula de los espectáculos unipersonales para niños, que ha continuado con La Rous Teatro. Además, Díaz ha colaborado como actriz o como directora en distintas compañías, desde Els Comediants (con la que participó en la Cabalgata de la Expo‘92) a la emblemática compañía madrileña de títeres La Tartana, además de Cambaleo Teatro, Karlik Danza Teatro, Teatre del Home Dibuixat y Arena en los bolsillos. Todo ello suma una andadura de más de treinta años en el teatro, a lo largo de los cuales ha frecuentado lenguajes muy próximos al público infantil, como el teatro de calle o los títeres.

Para escribir el texto de Hilos, Rosa Díaz contó con la colaboración de Itziar Pascual, autora que cuenta igualmente con una importante trayectoria en el ámbito del teatro para niños y jóvenes. No solo ha obtenido algunos de los premios más importantes que se convocan en España en este ámbito (entre ellos, el ASSITEJ España de Teatro para la Infancia y la Juventud en 2005 por Mascando ortigas, y el de SGAE de Teatro Infantil y Juvenil 2015 por La vida de los salmones), sino que también ha rescatado y estudiado textos infantiles de épocas pasadas (Pascual, 2008), además de haber traducido y editado algunas de las obras de la dramaturga canadiense Suzanne Lebeau, una de las figuras más reconocidas en el ámbito del teatro para niños y jóvenes a nivel mundial, y de haber publicado un ensayo sobre su teatro, Las huellas de la esperanza (Pascual, 2007). Otro de los sellos de calidad y de prestigio que arropa este espectáculo es la colaboración de Joan Font, director de Els Comediants, como co-director del espectáculo. En definitiva, pese a lo arriesgado de la propuesta, los mimbres con los que se constituyó este espectáculo eran sólidos y estaban bien asentados en el ámbito de la profesión⁴.