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NúM 6
2. VARIA
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2.5 · APUNTES Y DOCUMENTOS SOBRE LA HISTORIA DEL TEATRO DE LA COMEDIA (1875-1915)


Por Eugénie Sancha Fernández
 

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4. 1915: INCENDIO EN EL TEATRO DE LA COMEDIA

El Teatro de la Comedia se presentaba en toda su modernidad, prevaleciendo el hierro en su estructura. Sin embargo, a pesar de una arquitectura tan perfecta, los edificios teatrales eran muy propensos a los incendios.

 

4.1. Prevención contra incendios

Desde el nacimiento del Teatro de la Comedia, se subrayó por parte del arquitecto del Ayuntamiento la necesidad de protección contra los incendios. El arquitecto tuvo que abandonar parte del empleo de la madera a favor del hierro. Las columnitas de las galerías y otros adornos estaban hechos de este material, lo que les daba cierto encanto. Las escaleras tendrían que haber sido totalmente de hierro, pero no se utilizó para los peldaños. Un telón de acero impediría la propagación del fuego. Se levantaron muros de 2,5 metros sobre las hileras de las cubiertas. Siete bocas de riego y seis aparatos matafuegos de Bañolas se colocaron en distintos puntos del teatro, tres bocas antes de entrar en la sala (Ortiz Villajos, 1875).

En febrero de 1882, Felipe Ducazcal (empresario del teatro entre 1880-1882) mejoró el servicio antiincendios instalando dobles tuberías para el caudal de agua y nuevos juegos de mangas [EL, 04-02-1882, Madrid, AIV, n946].

 

4.1.1. Instalación eléctrica

El Teatro de la Comedia, como centro de toda modernidad, se iluminaba con gas desde su apertura. El alumbrado por gas [HM, 17-05-1897, Madrid, AVIII, n2380], prohibido totalmente en París al alcanzar el siglo XX, daría paso al eléctrico, más seguro pero con desperfectos.

En septiembre de 1887, la empresa del Teatro de la Comedia contrató con la casa Bloss y Compañía la instalación de la luz eléctrica [LE, 12-09-1887, Madrid, AXXXIX, n12619]. En marzo de 1888 se anunció de nuevo en la prensa el cambio del alumbrado de gas por el eléctrico [LE, 25-03-1888, Madrid, AXL, n12800]. El 30 de abril no se pudo efectuar la prueba de luz eléctrica por causas ajenas a la empresa y al ingeniero director de las obras. Finalmente, el 8 de mayo de 1888 se llevó a cabo la instalación del alumbrado eléctrico:

La instalación ha sido efectuada por la casa Bloss Uruburu y compañía, siendo los trabajos dirigidos por el Sr. Vidal Rico. Hay más de 450 lámparas del sistema Halske. Los dinamos son de la casa Schukert, de Nuremberg y la máquina motora, de 40 caballos, de sistema multitubular e inexplosible, procede de la casa Callet, de París. Los aparatos de lampistería han sido fabricados en los talleres de los Sres. Mendoza, hermanos [LE, 08-05-1888, Madrid, AXL, n12853].

 Unos días más tarde, el 14 de mayo de 1888, el juez del Centro, José Domínguez Herráiz, prohibiría este sistema [CE, 15-05-1888, Madrid, AXXXIX, n11006]. No obstante, el 21, se puso en funcionamiento [CE, 22-05-1888, Madrid, AXXXIX, n11013]. Anteriormente, los días 8 y 9, los propietarios de las casas colindantes de la calle de la Gorgüera número 9, propiedad del Teatro de la Comedia, habían denunciado el aparato productor de electricidad, una máquina de vapor de fuerza de cuarenta caballos: el humo de esta máquina se introducía en las casas vecinas debido a la escasa altura de la chimenea. El ruido y las oscilaciones constituían otros motivos12. En septiembre de 1888 continuarían las dificultadas relacionadas con la instalación eléctrica, atrasando la inauguración de la temporada del teatro, prevista el 26, para el 29 [CE, 22-09-1888, Madrid, AXXXIX, n11134].

Las medidas de seguridad podían ser extremas pero había fallos. En el Heraldo del 23 de noviembre de 1890 se subrayaba el capítulo VI del reglamento del 30 de marzo de 1888, en el que se imponía un alumbrado eléctrico acorde a las condiciones de seguridad. Era necesario, en caso de interrupciones, tener acumuladores, máquinas de reserva. En 1890 hubo un ligero incendio en el Teatro de la Comedia debido al sistema eléctrico, sofocado por los propios empleados durante un entreacto. Se consiguió la evacuación de la sala sin precipitación.

En el camarín que en la embocadura del escenario tienen los encargados de los aparatos para iluminar o quitar la luz, y que es de lienzo con una legítima armadura de madera, por la imprudencia de un muchacho que se sentó sobre los hilos conductores, se unieron formando lo que los electricistas llaman “un puente”: acto continuo se produjeron chispas, y éstas prendieron en el lienzo del camarín quemándolo en una extensión de más de un metro cuadrado [HM, 23-11-1890, Madrid, AI, n26].

 

4.2. El triste final de un coliseo

Los diarios del domingo 18 de abril de 1915 publicaron la triste noticia del incendio en el Teatro de la Comedia. Fue de tal ímpetu que las llamas se vieron desde la Puerta del Sol y la calle de Alcalá. Varias versiones existieron sobre quiénes dieron la señal de alarma.

Según el ABC, fueron el cobrador de la Compañía General de Tranvías número 52, José Álvarez Fernández y el Teniente del regimiento de Covadonga, D. Antonio López Revuelta, los cuales, “al pasar, respectivamente, por la calle Núñez de Arce y del Príncipe observaron que del Teatro de la Comedia, se escapaban densas columnas de humo” [ABC, 18-04-1915, Madrid, Segunda época, n3591] [Fig. 12 y Fig. 13]. Según La Correspondencia de España [CE, 18-04-1915, Madrid, ALXVI, n20885], el fuego fue descubierto por el sereno de la calle del Príncipe (número 319, Segundo Prieto Fernández). Oyó como dos detonaciones y descubrió las llamas. Para el Heraldo de Madrid [HM, 18-04-1915, Madrid, AXXVI, n8904], Rafael Herrera, hijo del conserje del teatro, se despertó a las cuatro y media de la madrugada medio asfixiado por el humo esparciéndose por su habitación. Se levantó y vio el escenario en llamas. Avisó por teléfono a la Dirección de incendios [Fig. 14]. El arquitecto jefe de incendios, D. Joaquín Monasterio, dio de nuevo el aviso [HM, 18-04-1915, Madrid, AXXVI, n8904].

La tarea primera de los bomberos fue localizar el foco del incendio. El fuego amenazaba las casas 12, 14 y 16. Los bomberos las aislaron pasando por la calle Núñez de Arce.

Se sospecha que el fuego iniciado en el escenario pudo ser producido por el desprendimiento de una chispa de la caldera de vapor, que, haciendo presa en los telares, propagó las llamas rápidamente a la embocadura y la sala, convirtiendo el local en una imponente hoguera [ABC, 18-04-1915, Madrid, Segunda época, n3591].

Al llegar los bomberos, el teatro llevaba ardiendo dos horas y media o tres. El trabajo de los bomberos consistió en aislar la hoguera de la sala y salvar los objetos de valor y atrezo de los actores. El escenario era endeble. Los bomberos trabajaban sobre pisos huecos, barandillas poco resistentes y escaleras ligeras. Encontraron convertida la sala del teatro en una inmensa hoguera. Su jefe, D. José Monasterio, se hizo cargo de las operaciones, ya que la situación era dificultosa:

Las dificultades eran enormes, porque las bovedillas sobre las cuales descansaban el escenario y palcos entresuelos se hallaban medio derruidas por el siniestro y era peligrosísimo saltar o pasar por ellas para dar cortes oportunos que permitieran la localización completa [HM, 18-04-1915, Madrid, AXXVI, n8904].

Se localizó el foco a las siete de la mañana. Un aislador, un doble tabique entre el teatro y la casa alquilada en la calle Núñez de Arce ayudó a apartar el peligro de que otras casas fueran destruidas. Por la tarde, el incendio continuaba devorando las vigas de madera caídas en la sala de butacas. Hacia las cuatro de la tarde, la corneta sonó de nuevo para avisar de un nuevo foco de incendio en el segundo piso del escenario. Los bomberos trabajaron sin parar hasta las primeras horas de la madrugada. El patio de butacas tenía unos escombros de unos seis metros. La techumbre y los escombros de los pisos derrumbados bloqueaban las puertas de la planta baja y piso entresuelo.

Los bomberos, alumbrados con teas y linternas, seguían echando agua sobre los restos que producía de vez en cuando alguna llama. El Sr. Quintanilla, jefe de zona, dirigió los trabajos. Se montaron guardias en las casas inmediatas, en los tejados. Una chimenea podía producir alguna chispa y otro incendio. Los dos focos existentes fueron apagados la noche anterior. Por la madrugada ya no había peligro de incendio. Hacia las cuatro, las mangas de agua fueron desenchufadas. El servicio de Incendios amontonaba escombros. Las bombas de vapor se retiraron. Veinte bomberos se quedaron dentro del teatro y unos cuantos continuaron con el servicio de vigilancia [CE, 19-04-1915, Madrid, ALXVI, n20886].

Don Luis de Navas, propietario de la finca, tenía la casa asegurada en una cantidad importante: 300.000 pesetas en La Mutua de propietarios, sociedad de propietarios de casas de Madrid. Los bomberos habían conseguido salvar todos los cuadros de valor (Zurbarán...) del vestíbulo y otras dependencias del teatro.

El caso de Tirso Escudero fue muy distinto. Supuso su ruina (40 o 50.000 duros). Sin ninguna indemnización porque nada estaba asegurado: ni teatro, ni muebles, ni decoraciones. El empresario del teatro, desde hacía 17 años, se enteró del fuego a las cuatro y media de la mañana cuando regresaba del círculo social La Gran Peña, con dirección a su domicilio. Al salir de este lugar, tuvo noticias de que se había declarado un incendio en la calle del Príncipe, pensando que provenía de la casa de los Burgaleses. Al llegar a la calle del Príncipe, se encontró ante su ruina. Perdió el decorado, los muebles, la sastrería y el atrezo. La compañía Tallaví, que iba a estrenarse en el teatro durante la próxima temporada, lo perdió todo. El archivo en el que se conservaban los originales de las obras estrenadas por Tirso Escudero durante 17 años se quemó por completo. Los cuartos de los artistas se salvaron de las llamas, salvo los situados del lado izquierdo del escenario [EL, 19-04-1915, Madrid, Año XXXVII, n°12842].

El Teatro de la Comedia desde el principio se había modernizado para no conocer este triste final. Tirso Escudero había tomado precauciones. Según El Globo [EG,18-04-1915, Madrid, Año XLI, n°13588], en el vestíbulo, sobre un diván, dormía todas las noches, el hijo del conserje (Rafael Herrera). Éste no observó nada a las tres de la madrugada, hora a la que hizo su ronda. Sin embargo, una hora después, el Teatro de la Comedia ardía. El sereno de la calle del Príncipe entraba, o tenía que entrar, de hora en hora en el teatro y observar lo que ocurría. Porteros en la calle del Príncipe y un conserje en la calle Núñez de Arce estaban cerca.

El Teatro de la Comedia había dejado de existir, aunque meses después abriera de nuevo. Una página de la historia del Teatro había pasado. María Guerrero y Fernando Mendoza le ofrecieron material a Tirso Escudero, que lo había perdido todo durante el incendio, para su campaña por Argentina. El Teatro de la Comedia fue rápidamente reconstruido y a los seis meses, abrió. El fénix volvería a nacer de sus cenizas.



12Así lo atestigua la documentación conservada en el Archivo de la Villa, signatura 7-372-13.

 

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