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NúM 6
2. VARIA
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2.5 · APUNTES Y DOCUMENTOS SOBRE LA HISTORIA DEL TEATRO DE LA COMEDIA (1875-1915)


Por Eugénie Sancha Fernández
 

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2. ORÍGENES DEL TEATRO DE LA COMEDIA

2.1. Nombre y construcción del teatro

La denominación “Teatro de la Comedia” no se remonta únicamente a 1875, fecha de apertura del coliseo madrileño. El 8 de noviembre de 1845 había abierto sus puertas el Teatro del Instituto (situado en el número siete de la calle de las Urosas, actualmente Vélez de Guevara), propiedad del marqués de Sauli, que posteriormente vendría a llamarse Teatro de la Comedia (Martínez Olmedilla, 1947, 205). Así pues, un primer Teatro de la Comedia se había instalado en Madrid; sin embargo, su nombre cambió posteriormente por el de Tirso de Molina. Mientras, en pleno inicio de la Restauración, otro se abriría con el mismo nombre. Su empresario, Emilio Mario, mantuvo ese nombre desde su inauguración en 1875, y así ha permanecido hasta la actualidad. No obstante, en su origen, el teatro no se iba a llamar de la Comedia, sino de Bretón, aunque se cambió debido a que otro teatro, situado en la calle de Fuencarral, llevaba este nombre [CE, 19-09-1875, Madrid, AXXVI, n6501].

Estamos en 1875, bajo la monarquía de Alfonso XII, marcada por una estabilidad política. Los teatros habían evolucionado. Del corral de comedias, con sus diferenciaciones de sexo, condiciones sociales, etc., se ha pasado a un nuevo tipo de teatro. Hombres y mujeres se codean, pero lo que marcará las diferencias, vigente hasta ahora, será el aspecto económico. El Teatro de la Comedia quería proponer tarifas bajas para sus espectadores en un ambiente lujoso, deseo casi inalcanzable para el pueblo. Aristocracia y alta burguesía podrían acceder a los abonos fijos frente a hombres y mujeres de la calle cuya única distracción social consistiría en mirar la salida de aquellos del teatro, no pudiendo, por su nivel económico, presenciar una sola sección. Abrió con un coste por entrada, para un asiento de anfiteatro segundo con entrada, de un real en septiembre de 1875 [EG, 07-09-1875, Madrid, AI, n60]. Cuando se pagó en pesetas, el mismo asiento valía una peseta en septiembre de 1882 [ED, 12-09-1882, Madrid, n837].

2.2. Características externas del local en sus orígenes

Su propietario, don Silverio López de Larrainza, empresario de salas de juego, había comprado la casa situada en el número 14 de la calle del Príncipe. La timba aristocrática había sido sede de la redacción del periódico liberal El Clamor Público (periódico fundado en mayo de 1844) desde agosto de 1860 hasta su cierre en octubre de 1864 [CE, 19-09-1875, Madrid, AXXVI, n6501]. En los periódicos El Globo [EG, 19-09-1875, Madrid, AI, n172] y La Correspondencia de España [CE, 19-09-1875, Madrid, AXXVI, n6501], los periodistas nos proporcionan los pormenores de su construcción. Silverio López contrató a un arquitecto manchego afamado, don Agustín Ortiz de Villajos, para edificar su teatro en el interior de la casa adquirida, y el señor Piccoli se encargaría de las obras del escenario. A Ortiz de Villajos se le conocía por haber diseñado la iglesia del Buen Suceso, el Teatro de la Princesa (hoy, María Guerrero), el Teatro Circo Price (desaparecido), el monumento al poeta Jesús Rodríguez Cao y la reforma del palacio del duque de Pastrana. Los señores Vallejo y Valls se ocuparían de las pinturas del techo y del telón de boca, que tuvieron mucho éxito el día de la inauguración.

El señor López de Larrainza solicitó al Negociado de Obras del Ayuntamiento de Madrid el permiso para poner en marcha su teatro [Fig. 5]. Aunque el arquitecto fuera conocido por su elevación de la iglesia del Buen Suceso, el técnico del Ayuntamiento le puso trabas desde el 9 de marzo de 1874 hasta días antes de la construcción del coliseo, sobre todo en el uso de la madera para los peldaños de las escaleras, la primera en quemarse en caso de incendio.

El solar tenía una amplitud de 650 m² (26 m. de largo por 25 de ancho), desde la calle del Príncipe hasta la calle de la Gorgüera [ABC, 19-04-1915, Madrid, Segunda época, n3591] [Fig. 6]. El Teatro de la Comedia, situado en el fondo de la finca, se componía de las plantas baja, primera, segunda, tercera y cuarta. Para acceder al teatro, eran posibles tres entradas. La fachada había conocido una remodelación para ello6. La primera entrada, situada en la calle del Príncipe, a la derecha del local comercial, se planteaba como un largo pasillo que terminaba en un patio cubierto (tipo foyer) y daba acceso directo a la sala del teatro, pasando por una galería. Otras dos entradas permitían acceder a un vestíbulo de nueve metros por cinco de crujía. Los despachos de billetes se encontraban en sus muros laterales. Tras el vestíbulo se pasaba a dos saloncitos que desembocaban en la sala o en el patio cubierto.

En cuanto a la fachada, en marzo de 1875, el arquitecto, Agustín Ortíz Villajos solicitó el visto bueno para reformarla [Fig. 7].

La fachada actual se encuentra sin decoración alguna constando sólo de huecos sencillos con unos balcones de hierro volados en los pisos principal, segundo y tercero, y de portadas de madera los que corresponden al piso bajo, a excepción de la puerta de la Casa que tiene jambas y dintel de piedra. Lo que desea hacer, es decorar (…); variando para conseguir esta decoración, los 4 huecos centrales de todos los pisos corriéndolos 30 centímetros hacia la derecha, uno en el piso segundo del cuerpo lateral de la izquierda y dos en el piso tercero de los cuerpos laterales. Además de estas obras, se instituirán el alero de madera, que actualmente tiene por una cornisa de fábrica con un friso y los balcones de hierro volados del piso tercero por ante-pechos de fábrica de ladrillo con sus corridos de yeso. También se hará desaparecer las jambas y decoración de piedra de la puerta principal de entrada a la Casa, instituyéndolas por portadas de madera con sus pilastras y friso (Ortiz de Villajos, 1875).

2.2. Características del interior del local en sus orígenes

A nivel decorativo, los dos saloncitos se destacaban por unas arañas de bronce dorado y techos pintados. Para llegar a ellos, se pasaba por unas columnas custodiadas por esculturas que representaban a hombres negros portadores de unos candelabros. Unos cristales rayados formaban la claraboya del gran patio central. El patio llevaba también a dos vestíbulos que daban al salón pasando por unas galerías. Al entrar en la sala de espectáculos, se destacaban las luces de los mecheros del gas saliendo por unas velas blancas de porcelana, en unos candelabros dorados bronce repartidos por los palcos y los antepechos de hierro de los palcos, puro encaje [ABC, 19-04-1915, Madrid, Segunda época, n3591].

En la planta baja, la sala de espectáculos estaba diseñada en forma de herradura, siguiendo el concepto de teatro a la italiana que desembocaba en el escenario. En torno a la herradura se encontraban palcos, galerías y anfiteatro [Fig. 8]. Las galerías servían, al igual que los patios, de lugares de descanso durante los intermedios, zonas amplias frente a los pasillos angostos de otros teatros. Se accedía a los dos cuerpos de escaleras anchas de 1,70 m. (izquierda y derecha) por la galería central. El gran patio cubierto y las salas situadas tras el vestíbulo de la entrada daban a esta galería. Las plantas primera, segunda y tercera no se diferenciaban. Los palcos y los anfiteatros presentaban la misma disposición que en la planta baja igualmente para los patios situados en los laterales del escenario y la galería en torno a la zona de asistencia a los espectáculos. En cada lado del escenario había un patio cubierto. Tras el de la derecha, se situaban los cuartos de los actores. Cada planta ofrecía una zona de retretes (tras el patio cubierto de la derecha). Por la calle de la Gorgüera (hoy, calle Núñez de Arce), había un acceso al teatro para los empleados del coliseo. En la casa de la calle de la Gorgüera nº9, comprada posteriormente (o alquilada según el Heraldo de Madrid [HM, 18-04-1915, Madrid, AXXVI, n8904]), se adecuarían los cuartos de los actores y otras dependencias del teatro, ya que el arquitecto pensó, al diseñar los planos del teatro, que los actores venían vestidos al teatro. También se pusieron los contadores de gas. La sala, el escenario y los cuartos de actores estaban suministrados. En la parte de la calle del Príncipe, un taller de sastrería se montaría en los cuchillos de armadura.

El salón se presentaba como un semicírculo iluminado por los candelabros de las delanteras de los antepechos de los palcos. Se caracterizaba por un diámetro transversal de 13 metros de anchura, el eje mayor o longitudinal, 14 metros, y la altura máxima de piso a techo, 14,50 metros [ABC, 19-04-1915, Madrid, Segunda época, n3591]. Los asientos con estructura de madera y forrados de rojo carmesí se deslizaban diez centímetros para mayor comodidad del espectador [ABC, 19-04-1915, Madrid, Segunda época, n3591].

El suelo del salón se inclinaba hasta tener el mismo nivel. Esta base horizontal, pensada por Egidio Piccoli ‒único maquinista de teatros, constructor de la tramoya de los principales teatros europeos‒, se transformaba en sala de baile mediante unas palancas que moverían el tablado: el piso de la sala se bajaba por la parte más alta y subía hacia la orquesta quedando al nivel del escenario [CE, 19-09-1875, Madrid, AXXVI, n6501]. El teatro estuvo diseñado desde su principio para el baile, el cual constituía para la empresa de la Comedia un negocio fructífero:

El pavimento de la sala es movible, girando en uno de sus extremos hasta ponerse horizontal para la cual, ha sido preciso vaciar la parte inferior unos dos metros, para la colocación de la maquinaria, que ha de impulsar el pavimento. Por último, el escenario es todo de madera, teniendo en el foso tres pisos, donde va colocada toda la maquinaria de la escena, y se eleva por la parte superior a la altura suficiente para ocultar el telón de boca sin arrollarse (Ortiz de Villajos, 1875).

El escenario medía 16,43 metros de anchura por 9,20 de fondo [Fig. 9]. El teatro estaba soportado por vigas de hierro en forma de T [CE, 19-09-1875, Madrid, AXXVI, n6501]. La embocadura se presentaba como un marco de madera con dorados y plateados, decoración árabe. El arco de la embocadura se apoyaba en unas columnitas y en la parte alta, las iniciales TC se destacaban en un medallón.

Pechinas árabes o bovedillas de estalactitas realzarían el techo. Geniecillos sobresalían en un cielo azul transparente (Simón Palmer, 1975, 64). Las armaduras de las escaleras, como los pisos, estaban hechas de hierro, pero cubiertas de madera. Las columnas interiores servían de adorno y de separación. Los antepechos con tonos dorados y blancos de los palcos eran de hierro calado.

En cada planta del teatro se encontraban doce palcos con seis asientos (Simón Palmer, 1975, 28)7 [Fig. 10]. Las separaciones entre sí tenían forma de arquito. Había 350 butacas del salón, 94 butacas del entresuelo, 150 asientos de anfiteatro principal, 94 asientos de anfiteatro segundo y 240 asientos de palcos [CE, 19-09-1875, Madrid, AXXVI, n6501]. Las localidades totales alcanzaban el número de 1035 [CE, 19-09-1875, Madrid, AXXVI, n6501]. En la planta baja del teatro, se abriría un café restaurante, inversión beneficiosa ya durante la espera de la sección o tras ella, lograría ingresos [LE, 10-09-1875, Madrid, AXXVII, n8354].

El gas marcó otro efecto moderno. Unos días anteriores a la inauguración del Teatro de la Comedia, se habían realizado las pruebas de abastecimiento de gas en las farolas. Fue un acontecimiento sin precedentes [LE, 15-09-1875, Madrid, AXXVII, n8359]. Un regulador rebajaba la intensidad de las farolas permitiendo apagarlas. Más tarde, el gas sería sustituido por la electricidad, más segura según el técnico del Ayuntamiento.

Los dorados, plateados y la pintura fueron obra de Miguel Rosado y Félix Romero, mientras que las decoraciones lo fueron de Giorgio Busato. Lo más destacado el día de la inauguración del teatro fue el telón (Muñoz Morillejo, 1923, p. 147). El fondo del telón fue pintado por Giorgio Busato; los paños, por Pedro Valls y las figuras, por José Vallejo [Fig. 11]. En loa escrita por Diego Luque para ser recitada el día de la inauguración se subrayaba la belleza de este telón, que se perdería en el incendio de 1915. En él se representaba

[…] el Templo de la Inmortalidad por medio de un pórtico iónico griego que rodeaba a su estatua colocada de pie sobre un pedestal, con los brazos extendidos, en actitud de proteger a la Comedia, Tragedia y Música, que yacían sentadas sobre un zócalo o basamento. En primer término, y a la izquierda, se veía la figura del actor Guzmán, que descorría una cortina carmesí, para presentar un artístico grupo de escritores y vates del teatro antiguo español, distinguiéndose a Encina, Mena, Rojas, Tirso de Molina, Lope de Rueda, Quevedo, Ruiz de Alarcón, Moreto, Lope de Vega, Cervantes, Calderón y Guillén de Castro. A la derecha del telón aparecía el retrato del actor Dardalla levantando la tela y dejando ver a su lado la agrupación de las autores del siglo XIX que más han enaltecido el arte patrio: Carnicer, Maiquez, Latorre, Osorio, Jovellanos, Quintana, Ramón de la Cruz, Ventura de la Vega, Romea, Eguilaz, Moratín, Duque de Rivas, Iriarte y Bretón de los Herreros [ABC, 19-04-1915, Madrid, Segunda época, n3591, p. 14].



6 Para paliar la carencia de cuartos de actores, se compró la casa de la calle de la Gorgüera, 9. Su adquisición facilitó la entrada al servicio. En ella, se instalaron los contadores del gas que iluminarían la sala y el escenario.

7 Cada palco (de cinco asientos) podía contener hasta ocho personas, según La Correspondencia de España, 1875, nº6501.

 

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