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NÜM 4

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7. RESEÑAS BIBLIOGRÁFICAS

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7.6 · HERAS, JUAN PABLO (2014), Ciudadano del teatro. Álvaro Custodio, director de Escena (República, Exilio y Transición), Madrid, Ediciones Antígona, 319 pp.


Alberto Conejero
 

 

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HERAS, JUAN PABLO (2014), Ciudadano del teatro. Álvaro Custodio, director de Escena (República, Exilio y Transición), Madrid, Ediciones Antígona, 319 pp.

Alberto Conejero
Dramaturgo y profesor


En no pocas ocasiones los monográficos que provienen de tesis doctorales arrastran, sin consideración para con el lector, las pesadas cadenas de una escritura tan específica. Es por esa misma razón que apenas logran sobrevivir lejos del ámbito para el que fueron ideados. Por fortuna en el caso que nos ocupa, Juan Pablo Heras ha sabido convertir su tesis doctoral La labor teatral de Álvaro Custodio en un apasionante relato que, manteniendo el rigor y el exhaustivo trabajo de documentación, presenta con una prosa clara y vibrante la trayectoria vital y escénica del director de escena y dramaturgo Álvaro Custodio (1912-1992). Viene este trabajo no sólo a rescatar del olvido la biografía de Custodio y a poner en valor su aportación singular la escena –principalmente en México– sino a aliviar también, al menos parcialmente, el desconocimiento de la actividad teatral de nuestros exiliados. Gran parte de las fuentes provienen del trabajo en México D.F. del autor y también de las entrevistas realizadas allí y en España a los refugiados y a sus familias. Quizá por su labor como hombre de teatro, Heras ha sabido también esquivar la tentación de centrar su labor de investigación en el corpus literariodramático de Custodio, dirigiendo su mirada a la labor escénica en su totalidad. De ahí que estén prolijamente relacionados los estrenos del sevillano en las sucesivas compañías que dirigió y que el monográfico se cierre con un apéndice de fichas técnicas de los montajes y con abundante documentación gráfica.

Nació y murió Álvaro Custodio algo después y algo antes que su propio siglo y en su biografía quedaron marcadas todas las muescas de nuestra historia reciente. Vio el director su primera luz en las medianías del Teatro Custodio, propiedad de su abuelo, en la calle de las Comedias de Écija. Se trasladó a Madrid junto a su madre y vivió una adolescencia sin grandes sobresaltos. Al joven Custodio le picó el sarampión del ultraísmo en los cafés madrileños, aunque el teatro le esperaba desde la cuna para exigirle diezmo de por vida. En 1932 entró a formar parte de La Barraca, el grupo teatral universitario comandado por Federico García Lorca. Con el granadino tuvo Custodio una relación complicada que le llevó a ser expulsado dos veces de la agrupación teatral, aunque luego reconoció el magisterio del malogrado poeta. Son apasionantes y durísimas las páginas dedicadas a las peripecias de Custodio, comprometido siempre con los ideales republicanos desde su mirada comunista, durante la Guerra Civil. Heras nos deja un relato vibrante de los sucesos que llevaron a Custodio, ya casado y con una hija, al primero de una larga serie de exilios. Primero Francia, luego la Republica Dominicana, Cuba después y finalmente México. Aparecen aquí figuras como Edgard Neville, Fidel Castro o Margarita Xirgu. En México, tras hacerse un nombre en la crítica y en la industria audiovisual, fundó la compañía Teatro Español de México (1953-1973), con la que logró presentar un repertorio del Siglo de Oro amplísimo, mucho antes de la formación de la Compañía Nacional de Teatro Clásico. Fue precisamente una conferencia sobre La Celestina la pila bautismal de esta aventura en tierras aztecas. Una de las anécdotas más singulares es la disputa que mantuvo precisamente con la Xirgu por la coincidencia de sendas representaciones de Bodas de Sangre la misma temporada en México.

Lo hizo todo en el teatro y regresó a España en 1973. Volvió Custodio a un país que después de tanta oscuridad caminaba como una gallina ciega, como escribió Max Aub. En 1975, con ocasión de la exposición en la Galería Multitud, pudo reencontrarse con los compañeros de La Barraca y leer la nota manuscrita de García Lorca en la que le alababa como actor. Pronto se dio cuenta de que siempre sería español en México y mexicano en España. Desencantado, intentó incluso el sueño americano porque España no tenía cubiertos para sus hijos pródigos. Regresó y se llenó de teatro en El Escorial. De 1980 a 1987 lideró la Compañía Vocacional Real Coliseo. Quizá un albergue triste y pequeño para las ambiciones de Custodio. Murió el sevillano con la cartilla de la vida colmada de caminos y sinsabores, sin el reconocimiento final que hubiera esperado de las gentes del teatro.

El presente monográfico de Heras, bellamente presentado por Ediciones Antígona, viene a hacer justicia a un hombre de teatro en el sentido más pleno de ambos sustantivos. Lo hace demás con firme y claro pulso narrativo. Hemos esperado demasiado pero es razón de esperanza que jóvenes figuras del teatro y de la investigación como el propio Heras dediquen esfuerzo y talento a quienes tuvieron en el escenario la patria más firme.

 

 

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