1. MONOGRÁFICO
1.6 · JOSÉ HERNÁNDEZ, ESCENÓGRAFO. LA PASIÓN TEATRAL DE UN GRAN ARTISTA.
Por Eduardo Vasco
5. AMAR DESPUÉS DE LA MUERTE, DE CALDERÓN (2005)
Aprovechando el tiempo que estuvimos juntos durante el proceso de aquel montaje, le propuse a José que fuera pensando en el siguiente título que estrenaríamos tras el verano: Amar después de la muerte, de Calderón de la Barca. Pensé que le animaría mucho la ambientación, la sierra de la Alpujarra y los interiores, tanto castellanos como moriscos. También la historia que lo rodeaba.
En un momento de madurez en el que paladea el éxito político, social y artístico, y en el que sustituye de facto en los escenarios a un Lope decadente, cargado de años y tristezas, Calderón escribe El Tuzaní de la Alpujarra, un drama de venganza, cuya historia se desarrolla al mismo tiempo que se narra el fracaso de la convivencia entre dos comunidades. La España multicultural que queda tras el final de la Edad Media se antoja imposible para un Estado que pretende una integración forzosa y consigue una discriminación oficial, que culmina en 1609 con la expulsión de los moriscos del territorio y da fin, en cierto modo, a la Reconquista iniciada por los Reyes Católicos.
Cuando Calderón escribe el drama, aproximadamente en 1633, la figura del morisco pertenece al pasado y los hechos que relata remiten casi más a la ficción que reflejan crónicas y romances, que a la realidad histórica. Así que, rescatando de la tradición literaria la figura del moro sentimental y noble, mezclando anacrónicamente la Historia con una trama de venganza y apoyado en su oficio de dramaturgo y en su experiencia vital, Calderón nos ofrecía un drama que nos enfrentaba con nuestro pasado y recordaba nuestro presente.
La sublevación de las Alpujarras fue otra guerra civil, un castigo ejemplar, una contienda desigual y cruel. Felipe II es un monarca que no admite resquicios, para quien la homogeneidad del Estado, política y religiosa, es tan necesaria y el peligro exterior tan amenazante que cualquier medio resulta justificado para sostenerla. El morisco se nos presenta como un ser que no pertenece a ninguna parte, hijo de una cultura a la que ya no puede acceder e inmerso en otra que no le acepta tal y como es, que encuentra en la rebelión la única salida posible para vivir dignamente. Calderón, pese a realizar un importante esfuerzo de compensación entre las razones de ambos bandos, señala con el final de la obra el único camino para la supervivencia: la total conversión cultural y religiosa.
José se mostró muy interesado con las posibilidades que el drama ofrecía, y comenzamos a trabajar en ello prácticamente al día siguiente del estreno anterior, y volvieron a ocurrir cosas muy parecidas a las que habían ocurrido en montajes anteriores, en las que nos fuimos complementando hasta llegar a un dispositivo escénico, esta vez más corpóreo, basado en la necesidad de multiplicar los espacios, ya que a la vez buscábamos la manera de representar la sierra y los espacios interiores, también ayudándonos de algunos telones muy característicos y avejentados, cargados de pasado y sugerencia. Un tapiz árabe rectangular, un telón corto en el que se apreciaba la estructura con una rotura evidente y el cielo final cuajado de nubes que contenía un rectángulo inclinado. El entarimado, aquella especie de sierra marmórea con trazas arquitectónicas, contenía una serie de empalizadas que se levantaban en el momento de la batalla, simulando las defensas, que caían en el momento de la derrota morisca y el comienzo del saqueo [Fig. 15]. La luz de Miguel Ángel Camacho envolvió a los personajes y consiguió dar vida a todo aquel dispositivo de manera efectiva.
En esta ocasión la realización, la pintura de los telones y el entarimado resultaron altamente satisfactorios desde el principio, ya que se confió a Odeón el acabado, que a José le pareció estupendo. La ayuda precisa e incansable de Carolina González, que también había sido también su ayudante en El castigo sin venganza, a la hora de realizar las maquetas y trabajar en el seguimiento, así como las innumerables pruebas de ajuste y los prototipos de la tarima animados por ordenador, que hizo José Luis Massó, ayudante en la CNTC, ayudaron a que aquella producción alcanzase los objetivos previstos y algunos imprevistos, como siempre.
Don Galán. Revista audiovisual de investigación teatral. | cdt@inaem.mecd.es | ISSN: 2174-713X | NIPO: 035-12-018-3
2014 Centro de Documentación Teatral. INAEM. Ministerio de Educación, Cultura y Deporte. Gobierno de España. | Diseño Web: Toma10
Portada | Consejo de Redacción | Comité Científico | Normas de Publicación | Contacto | Enlaces