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2. VARIA

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2.2 · APROXIMACIÓN AL TEATRO DE JULIÁN AYESTA


Por Juan Lázaro
 

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Obra dramática. Análisis de tres piezas breves

Consta que Julián Ayesta escribiera nueve obras teatrales. Tres de ellas fueron publicadas en revistas de la época, y no cuentan con ninguna reedición moderna; las otras permanecen inéditas, y al menos una de ellas fue expresamente prohibida por la censura. Tampoco existe ningún estudio teórico (ni siquiera decimos “exhaustivo”) sobre la dramaturgia del escritor asturiano, salvo algunas escasas y aisladas líneas de Antonio Pau, quien sin embargo sí ha puesto al alcance del público algunas reseñas de Julián Ayesta sobre representaciones de obras ajenas, y que fueron publicadas en  su mayoría en la revista Ateneo.

A continuación se expone la relación completa de las piezas teatrales escritas por Julián Ayesta19:

  • Simplemente así. Comedia trágica en cuatro cuadros, en Cisneros, n.º 1, Madrid, 1943, pp. 85-94.
  • El tímido Serafín. Comedia o tragedia según para quién, en Cisneros, n.º 3, Madrid, 1943, pp. 153-168.
  • Entierro de caridad. Farsa metafísica, 1955, inédita.
  • La hija [Viena, Madrid, Santo Domingo], abril de 1965 a agosto de 1966, inédita.
  • El fusilamiento de los zares de Rusia, en Mundo Hispánico, n.º 232, Madrid, 1967, pp. 62-69. Con ilustraciones de Estruga.
  • Estado de razón. Comedia en un acto, Jartum, 1971, inédita. Con prohibición oficial por parte de la Junta de Censura Teatral el 12 de septiembre de 1972. [fig. 3]
  • Diversiones nocturnas. Entremés, sin determinar fecha ni lugar, inédita.
  • Clemencia, sin determinar fecha ni lugar, inédita.
  • La drogadicta de Ámsterdam, sin determinar fecha ni lugar, inédita20.

Por lo tanto, nos parece un buen comienzo centrarnos de momento en las tres piezas breves que fueron publicadas en su día, y de las que alguna incluso llegó a ser representada.

Simplemente así. Comedia trágica en cuatro cuadros

Está dividida en cuatro cuadros, que se suceden en cuatro años diferentes: 1933, 1937, 1941 y 1942.

El espacio escénico es siempre el mismo, como el propio autor se encarga de insistir en cada una de las acotaciones con que describe los cuadros. Se trata de una “sala confortable, de clase media”. Solo se diferencian por una pequeña variable: a cada cuadro se va añadiendo una foto de cada uno de los hijos, según van muriendo en las sucesivas guerras.

Los personajes no solo son los mismos en cada cuadro, sino que, a excepción de que lleven ropa diferente y que con el paso de los años debe notarse su progresivo envejecimiento, siempre mantienen la misma conversación: lo difícil que está la vida, cuánto cuesta todo y lo mal que va la política del país. Los cinco personajes tienen entre cuarenta y cincuenta años. Los matrimonios de doña Amparo y don Gaspar y de doña Dolores y don Laureano (hay un error en la primera acotación, que menciona equivocadamente a un don Leandro; luego don Laureano en toda la obra) más don Pedro. Los cinco son mansos y resignados, capaces únicamente de hacer política de mesa-camilla, mientras que los hijos están comprometidos con la época y buscan la acción directa, algo que los padres no entienden. Llegados a este punto, cabría preguntarse si el autor, alistado con 16 años como voluntario para ir al frente, está rememorando una situación familiar propia parecida.

Estas conversaciones se ven siempre interrumpidas por algún personaje o algún elemento teatral desencadenante (un telegrama, una llamada telefónica…) que anuncian la muerte de alguno de los hijos que están en el frente.

En el primer cuadro (1933, la II República) el país vive una situación inestable: suben los precios, revueltas sociales, el ejército comienza a movilizarse… En el segundo cuadro (1937, plena Guerra Civil), el mismo tipo de conversación y muerte de otro hijo en la guerra. En el tercer cuadro (1941, ha estallado el frente de Rusia), idéntica situación y conversación; otro hijo muere en el frente como voluntario de la División Azul. En el cuarto cuadro (1942) todo permanece inmutable, no parece que haya ocurrido nada especial en la vida resignada de esos cinco burgueses.

La acción, pues, es mínima. Es un recurso pretendido conscientemente por el autor, que con ese estatismo busca criticar la mansedumbre y la incapacidad para intentar resolver la crítica situación que lleva viviendo el país durante años por parte de un sector acomodado de la sociedad que ni la muerte de sus propios hijos hace reaccionar.

Al finalizar la obra, hay una coda en prosa con la que Ayesta vierte una sincera,  dura y audaz opinión al respecto. Merece la pena la transcripción de algunas de estas 33 líneas finales:

Y esta es, señoras y señores, la historia. Mansa y desoladora historia que no hay por qué callar. Porque el que calla se hace cómplice de lo callado y si aquello es vergonzoso desvergonzado será el cómplice.

Porque nosotros no queremos tales alianzas hablamos así. Y el que crea que escandalizamos, ¿piensa acaso que es escándalo decir que los pájaros vuelan o que nadan los peces? Si todos jugamos en esta comedia –y los que se escandalicen mucho más–, ¿por qué asustarse ante el espejo? El espejo no se hizo para exhibir fealdad, sino para que, exhibiéndola, se remedie. […]

Más vivos que en retratos, más actuales que nosotros mismos, los muertos nos juzgan desde su morada y nos ven impasibles, como si su sacrificio hubiera sido un episodio sin importancia. […]

No hay bandos. Los muertos, muertos son a uno y otro lado. Es el problema de toda una generación:

[…] Esa es la trágica paradoja de nuestra generación: que lo pasado sobrevive al presente, que lo presente muere y lo pasado, incapaz de movilizarse en guerras ni ambiciones heroicas, se queda murmurando, disfrazado de futuro. A desenmascararlos se dedica esta obra. Es mala y ridícula, pero tiene buena intención.

Esta serena y firme reflexión final se ve acompañada, dentro de la obra, por una crítica sistemática de cualquier política de la época:

  • A Azaña: “Mientras gobierne Azaña, ¿qué remedio les queda? (Risas.)” (p. 85).
  • A Primo de Rivera y Mussolini (p. 86):

—Este Primo de Rivera, ¿será un hijo de don Miguel, no?
—El mayor, creo que es.
—Y qué quiere, ¿una dictadura?
—No, anda jugando a Mussolini.

  • Al gobierno de 1942: “Hay un desbarajuste terrible. Ni hay criterio de gobierno ni nada” (p. 93).

Entendemos que en esta pieza breve, dentro de lo que cabe arriesgada y comprometida para su época –o cuando menos incómoda–, ya están esbozadas las líneas de pensamiento crítico que más tarde conllevarían la desviación ideológica de Julián Ayesta.

El tímido Serafín. Comedia o tragedia según para quién [fig. 4]

Revisando la cartelera del periódico El Alcázar de junio de 1943, vemos que el gran acontecimiento teatral de la temporada era que la obra Me matas con tu cariño, un “juguete cómico”21 de los hermanos Paso, interpretada por Aurora Redondo, llegaba a las doscientas representaciones. Al tiempo, en una pequeña reseña de otro diario, podía leerse el siguiente párrafo:

Primeramente se puso en escena El tímido Serafín, original de Julián Ayesta, novel autor perteneciente a este grupo [TEU]. En esta obra se plantea el problema de un hombre irresoluto, encerrado toda su vida entre papeles, y que al encontrarse frente a una mujer, de la que está enamorado, no tiene arrojo para hablarle de su estado de ánimo. Se trata de una sátira llena de gracia y fino ingenio, en la que su autor maneja las figuras con habilidad teatral y subraya con acierto la lucha interior de Serafín, y sus indecisiones entre la realidad que dulcemente se le ofrece y los consejos de los amigos, que le obligan a lanzarse con decisión y juventud. La obra fue muy aplaudida22.

Como puede colegirse fácilmente, se trató de una función en la que se pusieron en escena varias piezas breves. Esta es la ficha completa de la representación23:

Estreno: 8/6/1943

Título: Antología de teatro (El tímido Serafín, El cartero del rey, Los borrachos)

Autoría: Ayesta, Julián y Quiñones de Benavente, Luis

Producción: Teatro Español Universitario

Ficha técnica24

Dirección: Modesto Higueras. Escenografía y figurines: José Pla, Ismael, José Luis López Vázquez, José Luis López. Intérpretes: Mariloli Higueras, Bernardo Sánchez Toscano, Alfredo Rodríguez del Villar, Cecilia Ferras, Ana Muñoz Malers, Ana Marís Saizar, José Lino, Serafín G. Vázquez y Augusto Higueras.

Reseñas de la representación25

Del éxito obtenido por Ayesta ese día también hablan otras críticas de la función vertidas en otros tantos diarios. Pero hemos decidido copiar la antecitada por lo llamativa que resulta la frase “y los consejos de los amigos, que le obligan a lanzarse con decisión y juventud”.

Como ya se ha especificado más arriba, la pieza había sido publicada en la revista Cisneros. Los personajes que figuran en ella son: Serafín, la muchacha, la sombra de Serafín, el profesor, un joven y dos chicas. La muchacha de la que se enamora Serafín, el joven y las dos chicas conforman el grupo de estudiantes que, en compañía del profesor, visita la biblioteca donde trabaja Serafín. El “personaje” que sirve para visualizar esa lucha interior del protagonista es su propia sombra. En el texto no aparece en ningún momento alguno de esos “amigos” que le aconsejan; y, dando un voto de confianza, no es probable que el periodista errara en algo así. Por lo tanto, quiere esto decir que, en pro de una escenificación más sencilla y comprensible, probablemente el director de la función reemplazase la figura de la “sombra” por la de un amigo, o sea, un personaje de carne y hueso más identificable.

Además, cabría presuponerse también que, dadas la “naturalidad” y “habilidad escénica” que narran las críticas, el largo monólogo inicial (más de dos páginas repletas de referencias cultistas) fuera acortado o adaptado para la representación.

Serafín es el personaje mejor dibujado de la obra. Seguro en lo académico, inseguro en las relaciones sociales, le vemos dudar, temblar interiormente, incapaz de sobreponerse a la presencia de la muchacha que le tiene arrobado. Los diálogos que mantiene Serafín con su sombra son ágiles y transmiten vivamente el conflicto interior del protagonista.

En palabras del propio autor, El tímido Serafín “es una bufonada escrita, entre otras cosas, para poner en ridículo a cierta gente que lo merece. Ataca al tipo de intelectual tímido, inhibido”. Con todo, no pasa de ser un cuadro de costumbrismo social intrascendente desde un punto de vista crítico, una andanada con balas de fogueo; un entretenimiento teatral en consonancia con las obras de Quiñones de Benavente junto a las que se representó.

Está planteada en un único acto. La acción transcurre en un solo espacio escénico, la sala de lectura de una biblioteca, con dos puertas: una principal y otra a un jardín, y que sirven para dar salida y entrada a los personajes. Como decorado únicamente se habla de un espejo, un escritorio y de un florero con rosas, más los papeles que sostiene en la mano Serafín al comienzo. Las acotaciones son breves y precisas acerca de los movimientos de los personajes.

Se detecta la presencia literaria de Ramón Gómez de la Serna en el uso de alguna greguería (“Las voces de los enamorados que regresan al crepúsculo tienen una sordina de estrellas”, p. 157) y en la reflexión sobre lo cursi26 (“Claro que esta frase es un poco cursi, pero yo os aseguro que lo cursi existe, en algunos momentos, de una manera natural”, p. 163).



19 Seguimos las referencias bibliográficas aportadas por Antonio Pau, el mayor estudioso de la figura del escritor asturiano. Están recogidas en su estudio preliminar a la edición de Cuentos de Julián Ayesta.

Debemos precisar que dicha relación de Pau contiene una errata en la datación de la quinta obra de la lista, pues aparece como publicada en 1961 en vez del correcto 1967, como hemos podido confirmar de primera mano. Además, el título de dicha obra no está transcrito al completo: «El fusilamiento de los zares [de Rusia]», y que nosotros también hemos enmendado.

Posteriormente, Pau, en su introducción a Dibujos y poemas, de Julián Ayesta, añade las dos últimas, sin aportar ningún dato más aparte del título.

20 Ayesta estuvo destinado en la capital holandesa en la segunda mitad de los años setenta.

21 Emilio Morales de Acevedo, en El Alcázar, 9 de junio de 1943, p. 2.

22 C. [probablemente Jorge de la Cueva]: «Español: función extraordinaria por el T.E.U.», en Arriba, 9 de junio de 1943, p. 13.

23 Datos facilitados por el Centro de Documentación Teatral (CDT).

Por su parte, Antonio Pau afirma, sin aportar ningún dato concreto, que Simplemente así también fue representada por el TEU, pero no hay constancia de ello en el CDT.

24 No nos resistimos a llamar la atención acerca de la presencia de José Luis López Vázquez, figurinista y escenógrafo del Teatro de las Organizaciones Juveniles y en el TEU en sus albores profesionales. Por otra parte, Modesto Higueras fue el primer director del TEU de Madrid, cargo que desempeñó durante más de diez años.

25 Véanse los anexos a este trabajo.

26 Ramón Gómez de la Serna había publicado su conocido Ensayo sobre lo cursi en 1934.

 

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