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7. RESEÑAS BIBLIOGRÁFICAS

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7.18 · Gutiérrez Sebastián, Raquel y Borja Rodríguez Gutiérrez, Desde la platea: estudios sobre el teatro decimonónico, Santander, PUbliCan, 2010, 335 pp.

Por Ana Peñas Ruiz.
 

 

Portada del libro


Gutiérrez Sebastián, Raquel y Borja Rodríguez Gutiérrez, Desde la platea: estudios sobre el teatro decimonónico, Santander, PUbliCan, 2010, 335 pp.

Ana Peñas Ruiz


“En el principio era el teatro”: con tales palabras dan comienzo Raquel Gutiérrez y Borja Rodríguez al volumen que coordinan y que recoge los frutos del primer Curso Superior de Literatura del Siglo XIX, celebrado en la ciudad de Santander en octubre de 2009 y centrado en el sugerente tema de la recepción del teatro decimonónico hispánico.

Tal íncipit evoca, partiendo del bíblico juego connotativo, un hecho por todos conocido: la importancia que supuso el teatro como cauce de representación para el viejo siglo XIX, cuya sociedad vio en él uno de los más claros espejos artísticos donde reflejarse. Instrumento propagandístico durante la Guerra de la Independencia y producto romántico en los años febriles del nuevo movimiento literario y artístico, naturalista, prosaico o poético, musical, de magia, cómico o dramático, efectista, costumbrista, pintoresco, serio o paródico…, las diferentes caras y caretas con que se mostró el teatro decimonónico, en definitiva, confluyeron siempre en un mismo ángulo del poliedro, por encima de subgéneros, tonos y estilos: su nuclearidad dentro del sistema de los géneros representativos de la literatura de esta centuria.

Las páginas de este volumen colectivo se suman a una serie reciente de publicaciones centradas en el teatro del XIX, como los trabajos de María Mercedes Romero Peña (2007) y Ana María Freire (2009) sobre la convulsa escena teatral durante la Guerra de la Independencia o el importante estudio que, como fruto de su tesis doctoral, Marie Salgues publicó hace apenas un año (2010) sobre el modelo cultural y genérico del teatro patriótico español y sus vínculos con el nacionalismo durante la segunda mitad de la centuria. También en los últimos años han visto la luz otros análisis sobre diversos aspectos bibliográficos y teóricos del teatro decimonónico, tales como Estrenado con gran aplauso: teatro español, 1844-1936, editado por Marsha Swislocki y Miguel Valladares (2008), y Al descorrerse el telón. Catálogo del teatro romántico español: autores y obras (1830-1850), de Piero Menarini (2010).

El volumen coordinado por Borja Rodríguez y Raquel Gutiérrez juega, al igual que estos dos últimos trabajos, con una imagen teatral. La novedad que aporta a este panorama de estudios sobre el teatro español decimonónico es la pluralidad de aspectos en él tratados, dada su propia naturaleza de volumen colectivo, fruto de un encuentro de investigadores que aportan su particular mirada sobre un mismo objeto de interés. Esta visión plural, especializada y diversa afronta diversas modalidades y géneros concretos del teatro español del siglo XIX en diferentes cortes temporales y culturales, a través de veinte aproximaciones arropadas por una introducción a cargo de los editores, que enmarca y sintetiza el conjunto. Así, en Desde la platea, veinte especialistas observan y analizan la producción teatral del siglo XIX y su impacto en la cultura y la literatura españolas de este período desde muy diversas atalayas críticas, acercando a la escena crítica actual a los autores y obras más representativos y analizando diversos aspectos de dramaturgia y representación, de dramaturgos raros y olvidados, de manuales de declamación, teatro en imágenes (y popular, cómico, lírico, etc.) o de relaciones y  fricciones con otros géneros.

Abre el volumen Salvador García Castañeda con una revisión del papel que representaron los emigrados liberales españoles en la escena teatral inglesa en las dos décadas que median entre 1814 y 1834. Por su parte, José María Ferri se centra en el éxito que tuvieron los dramas históricos de Martínez de la Rosa y en la novedad que supusieron, dentro del contexto histórico-político español, tanto por su alto contenido simbólico (tal como ya supo ver el siempre lúcido Fígaro), como en lo que respecta a su la innovadora escenografía. Borja Rodríguez desempolva, con apoyo de material documental adicional, un curioso caso de “retractación” literaria (o, por mejor decir, de “falsa” retractación), relacionada con Gil y Zárate y su Carlos II el Hechizado, suceso que trasciende la mera anécdota histórica para poner de manifiesto que el teatro romántico (en este caso, el de sesgo liberal) desató mucho más que simples pasiones; las implicaciones político-ideológicas aquí destapadas lo evidencian muy claramente. Centrándose también en una pluma y en una obra concretas, Ricardo de la Fuente se dedica a desenmascarar los pliegues lúdicos y teatrales del Don Juan Tenorio, la obra más popular de Zorrilla y la que recuperó para el teatro romántico uno de los mitos más prolíficos de la literatura española. Los dos estudios siguientes enfocan, por su parte, diferentes aristas de la relación que estableció con el hecho teatral una de las modalidades más prolíficas de la prosa decimonónica, el costumbrismo. En este sentido, María de los Ángeles Ayala ofrece un panorama crítico general sobre la actitud que adoptaron los principales escritores costumbristas ante el teatro de su época, mientras que Enrique Rubio aborda una escena más pequeña y detallada de dicho cuadro, centrándose en exclusiva en la crítica teatral que desarrolló Mariano José de Larra en las que fueran sus dos primeras y pioneras aventuras periodísticas en solitario: El Duende satírico del día y la revista de costumbres El Pobrecito Hablador.

José Luis González Subías propone un recorrido por las principales casas editoras que centraron sus esfuerzos en impulsar el teatro romántico español  en letras de molde, en un recorrido que va desde las ediciones de Repullés y Manuel Delgado (encargado de introducir novedades tales como la adquisición de los derechos de publicación o la posterior distribución de las obras), hasta la constitución de la Sociedad de Autores Españoles, ya en 1899. Esta aportación supone un punto de inflexión cronológica en el conjunto de estudios recogidos en este volumen, ya que las intervenciones restantes remiten en exclusiva al teatro de la segunda mitad del siglo XIX (con alguna excepción, como el trabajo de Ana María Freire). Así, José Manuel González Herrán propone una particular visión de Un drama nuevo (1867) de Manuel Tamayo y Baus, a partir del análisis e interpretación del dispositivo metateatral que pone en juego una concreta escena final. Dolores Thion se concentra en la dispar recepción que gozó la obra teatral del controvertido dramaturgo Enrique Gaspar tanto a nivel de público como de crítica especializada, así como en la interdependencia que se estableció entre dicha recepción y las creaciones de este autor, para lo cual se apoya en el siempre indispensable sostén de la prensa periódica. Leonardo Romero Tobar indaga en las trazas del teatro romántico que encontramos en algunas de las más significativas novelas realistas, tanto desde el punto de vista de la mera representación especular de la vida cotidiana que en ellas se desplegaba (representación en la cual, necesariamente, el teatro había de quedar proyectado, en tanto constituía uno de los espectáculos sociales favoritos de la burguesía decimonónica), como desde otras conexiones más profundas, como la frecuente identificación de algunos de los personajes literarios que circulan por las páginas de estas novelas con aquellos pertenecientes al mundo teatral. En otro orden de cosas, Yolanda Arencibia proporciona una nueva ojeada al universo teatral galdosiano, enfocado en esta ocasión desde las ideas críticas que el propio autor canario desplegó en los prólogos de algunas de sus obras.

El drama pardobazaniano Juventud, acogido sin mucho entusiasmo por el público en su momento y considerado por algún crítico posterior como una de las mejores piezas del teatro naturalista español, es recuperado ahora por  Montserrat Ribao, quien acomete el estudio de diferentes manuscritos previos para determinar el particular modo de escritura teatral de su autora. A continuación, Adolfo Sotelo vuelve a embarcarse en la figura de Leopoldo Alas para desvelar, no ya sus perfiles, sino los entresijos de sus críticas sobre preceptiva naturalista y su posible impacto en la regeneración del teatro español, de la mano de varios de textos programáticos.

El telón de fondo de la aportación de María Pilar Espín Templado nos presenta las fructíferas y siempre curiosas relaciones entre músicos y dramaturgos, con el fin de determinar hasta qué punto inciden tales colaboraciones en el proceso creador del teatro lírico. Lourdes Royano, por su parte, plantea una aproximación tematológica al teatro decimonónico desde las posibilidades que brinda el repertorio de temas y motivos de la tradición cómica, si bien centrándose en exclusiva en la obra y figura del francés Molière y realizando alguna breve cala en el teatro dieciochesco y la escena teatral cántabra, ya en el XIX. Siguiendo con el análisis tematológico, pero obligándonos a retroceder en el tiempo para trasladarnos, ahora, a un escenario bien diferente, Ana María Freire explora el motivo de la Guerra de la Independencia en el teatro español. El modo en que este asunto se sube a las tablas, en qué momento sucede y por qué motivo son los aspectos sobre los que nos invita a reflexionar.

Los estudios hasta ahora analizados proponen acercamientos diversos a múltiples aspectos del teatro decimonónico, y los últimos trabajos incluidos en el libro no son una excepción a esta regla. Jesús Rubio se adentra en la interesante cuestión de las enseñanzas teatrales en el siglo XIX, poniendo una vez más de manifiesto el interés que este tema presenta para la historia del teatro de la época. Raquel Gutiérrez orienta su atención hacia los “retratos de escena”, esto es, hacia las imágenes del teatro difundidas por la prensa de finales del XIX, tomando como punto de referencia los grabados que aparecieron en las páginas de La Ilustración española y americana entre los años 1880 y 1900. Su objetivo, declarado ya desde el comienzo, es doble: ofrecer nuevos datos para el estudio técnico y temático del grabado decimonónico, en particular, y para el análisis de las conexiones esenciales que entre texto e imagen se establecen a lo largo de esta centuria; unas conexiones que, precisamente, fueron objeto del congreso que sucedió a este cuyos resultados estamos ahora analizando y que fue organizado, de nuevo, por el grupo de investigación ICEL 19 (ReIaciones entre literatura e imagen a lo largo del siglo XIX, Santander, 2010).

Cierran el volumen dos aportaciones sobre historia del teatro. Joaquín Álvarez Barrientos nos invita a reflexionar acerca del papel que Emilio Cotarelo y Mori representó en la renovación de los estudios historiográficos en España, no solo por el impulso definitivo que dio al propio conocimiento del panorama teatral desde la tradición española, ayudado para ello por trabajos de diferente corte (documental, archivístico, de edición), sino también por su revolucionario concepto de “arte escénico” y su valoración del conocimiento de los actores como indispensable palanca para comprender “la totalidad de la escena teatral”. Si Cotarelo se sirvió del análisis historiográfico para desplegar la construcción identitaria de la imagen de lo que era (o debía ser) genuinamente español, un tipo de teatro nacionalista vino a sumarse a dicha construcción, y es aquí donde entran en juego las piezas del género chico que son objeto de análisis de Joaquín Díaz. Concretamente, Díaz examina el repertorio o “Galería de argumentos” de este tipo de obras populares que desde 1900 y durante una década fue publicando Celestino González, en un trabajo que sirve para bajar el telón a este libro colectivo. Un libro que, conviene destacar, cumple bien con su objetivo, en tanto que ofrece, desde la platea libresca contemporánea, una revisión crítica del teatro decimonónico centrada en múltiples aspectos de su recepción. En este sentido, proporciona al lector, desde la triple vertiente teórica, histórica y crítica, un panorama bastante completo del gran espectáculo en que se erigió la escena teatral durante todo el siglo XIX.

 

 

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