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2.3 · La shoah en la era de la globalización.
Juan Mayorga y el teatro de la memoria


Por Wilfried Floeck.
 

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Ilustración


La shoah en la era de la globalización.
Juan Mayorga y el teatro de la memoria

Wilfried Floeck
Universidad de Huyesen (Alemania)

 

Resumen: En la era de la globalización se puede observar una universalización de la memoria de la shoah. La primera modelación de esta temática en el teatro español aparece en dos dramas de Juan Mayorga –Himmelweg (Camino del cielo) (2003) y El Cartógrafo - Varsovia, 1:400.000 (2010)–, que son el objeto del presente análisis. Este pone el acento sobre las técnicas a través de las que el autor muestra la invisibilidad del horror y la manipulación de las víctimas, por un lado, y la extensión de los lugares de la memoria a otros acontecimientos de la actualidad global, por otro.

Palabras clave: Mayorga, teatro español actual, shoah, holocausto.

Abstract: In the age of globalization the memory of the Shoah has become a universal theme. In the Spanish theatre the first treatment of the theme appears in the two dramas of Juan Mayorga: Way to heaven (2003) and The Mapmaker of Hurbineka – Warsaw, 1: 100000 (2010), which both will be analyzed in the following essay. The analysis places emphasis on the techniques used by the author to represent the invisibility of horror and the manipulation of the victims and to illustrate how the places of memory extend to other events in the global present.

Key words: Mayorga, contemporary Spanish theatre, Shoah, holocaust.

 

1. Shoah y globalización

La memoria de la shoah ha tardado bastante en imponerse. Durante las dos décadas posteriores a la Segunda Guerra Mundial dominó más bien una tendencia general al olvido. Esta afirmación tenía validez no solo –por razones obvias– para los criminales, sino también para las víctimas y la gran masa de los indiferentes. Tal actitud no debe extrañar. Hace poco, Christian Meier ha observado que, en el curso de la historia, el deseo de olvidar los delitos graves siempre ha sido mayor que el de recordarlos (Meier, 2010, 7ss.). El olvido de los acontecimientos traumáticos durante un plazo limitado parece ser, en efecto, la condición previa de recordarlos más tarde y realizar una recuperación con éxito de la memoria. Para las personas que no están implicadas directamente en el acontecimiento criminal –sea como autores o víctimas–, el acto de hacer memoria es más fácil. Por esta razón, no es sorprendente que la guerra civil española se transformara en Europa –pero no en España– en el gran evento de la memoria –sobre todo entre los intelectuales de izquierdas–, y que, al cabo de solo tres décadas se sustituyera por la memoria de la shoah (cf. Diner, en: Gómez López-Quñones/Zepp 2010, 33). Estos dos escenarios de la memoria estaban asociados estrechamente, también porque la guerra civil española se consideró campo de ensayo de la Segunda Guerra Mundial. Tampoco es sorprendente que la memoria del holocausto se iniciara en EE.UU., que no se impusiera en Alemania hasta los años setenta y que se transformara, finalmente, en uno de los mandamientos más importantes de la República Federal.

La singularidad de la shoah predominó en esta época sobre todos los demás lugares de la memoria, transformando, al mismo tiempo, la Alemania de los años setenta y ochenta en un lugar privilegiado para hacer memoria y en un modelo de la memoria cultural colectiva. Sin embargo, en la era de la globalización se puede observar una universalización de la memoria del holocausto. Esta no solo se extiende a otros países, sino que se relaciona cada vez más con experiencias parecidas. “En la era de la globalización”, escriben Daniel Levy y Natan Sznaider, “la memoria colectiva no puede delimitarse a un acto fijado territorial o nacionalmente”1. Las referencias tanto al estalinismo, a la guerra de Vietnam, Camboya, Irak o Kósovo, a los genocidios en los Balcanes y en África como a la Conquista de América, con sus experiencias traumáticas, y al colonialismo e imperialismo en otros países del “Tercer Mundo” no ponen, por ello, en cuestión la singularidad de la shoah. La memoria del holocausto ha conservado hasta nuestros días su posición sin parangón. “Por el contrario, en Europa las bases de una memoria cosmopolita se desarrollan exactamente en la discusión permanente sobre el exterminio de los judíos” (ibid.). En todo caso, parece que, en la era de la globalización, las fronteras nacionales de los conceptos de identidad y memoria colectivas se difuminan cada vez más. Sin embargo, el universalismo y el particularismo no se excluyen mutuamente, sino que se hallan en una relación dialéctica en el sentido de la “glocalización” de Roland Robertson.

A finales del siglo XX y principios del XXI la temática del holocausto se extiende a países como Francia2 y España. En la Península Ibérica la cultura de la memoria colectiva empezó bastante tarde, debido a la larga dictadura de Franco y a la estrategia de silencio y de reconciliación durante los años de la transición. En principio, la cultura de la memoria colectiva conoció en España un desarrollo parecido al de Alemania: a una década de olvido y de silencio siguió desde los años ochenta una discusión intensa sobre los años traumáticos de la guerra civil y del franquismo y, desde los últimos años del siglo pasado, también sobre el problema del holocausto, que se plasmó, en primer lugar, en la poesía y la novela (cf. Sucasas/Zamora 2010; Gómez López-Quiñones/Zepp 2010). La primera modelación de esta temática en el teatro español aparece en dos dramas de Juan Mayorga que están en el centro del presente análisis3.



1 2007: 9; la traducción es mía. Cf. también Thamer, en: Birkmeyer/Blasberg, 2006, 93.

2 Cf., por ejemplo, el reciente drama documental de Jacques Attali, Du cristal à la fumée (Paris, Fayard, 2008), en el que el autor cuenta y configura la reunión secreta de los más importantes representantes nacionalsocialistas, que tuvo lugar el 12 de noviembre de 1938 en Berlín y en la que se tomó la decisión de la “solución final” para los judíos en Europa.

3 Es verdad que Max Aub escribió ya en 1942/43, en su exilio mexicano, su conocido drama San Juan, que trata del destino de los judíos bajo el nacionalsocialismo, pero lo hizo sin ningún conocimiento de la política de exterminio de los judíos en los campos de concentración, como el propio autor declaró más tarde (cf. Zepp, en: Gómez López-Quiñones/Zepp, 2010, 173). Es significativo para la cultura de la memoria colectiva en España que el drama no se estrenara en el país hasta 1998. El 3 de marzo de 2011 se estrenó una obra teatral de Ernesto Caballero titulada Oratorio para Santo. Edith Stein en el Teatro Español de Madrid, en el marco de un tríptico sobre el tema de la santidad con el título de Santo. La protagonista del drama es la judía Edith Stein, poco tiempo antes de su asesinato en Auschwitz. En el centro se encuentran sus diálogos ficticios con un oficial agnóstico nacionalsocialista, que intenta aproximarse en su conversación con la presa n° 44075 a temas como la fe, la vida eterna o la verdad. El tema del holocausto solo juega un papel secundario. Los otros dramas del tríptico, escritos por Ignacio del Moral e Ignacio García May, no tienen ninguna relación con el tema de la shoah.

 

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