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1. MONOGRÁFICO

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1.3 · LOS PREMIOS DE TEATRO EN LA ESPAÑA DEL SIGLO XXI

Por Berta Muñoz Cáliz.
 

 

3.3. La significación social de los premios

Más allá de lo que signifiquen los premios a nivel particular para las trayectorias de sus autores, cabría preguntarse qué significado tienen los premios de dramaturgia en su conjunto en el panorama teatral actual. Aunque el objeto de nuestro interés en este artículo son los premios de teatro que existen en la actualidad, no está de más volver la mirada atrás para ver cómo ha evolucionado la significación de los premios teatrales en nuestro país a lo largo de las últimas décadas. Lo cierto es que, hoy por hoy, el premio otorga a la obra que lo recibe una cierta garantía de calidad, pero carece de cualquier otra significación. Sin embargo, no siempre fue así.

Hubo un tiempo en el que incluso los premios teatrales estuvieron impregnados de la hiperpolitización que sufría el conjunto de la vida cultural española. Si nos remontamos algo atrás en el tiempo, comprobamos que durante los últimos años de la dictadura, los premios evidenciaban la existencia de un “nuevo teatro” que rara vez se representaba pero que los jurados reconocían como la dramaturgia de más calidad. Muchos de ellos se dieron a conocer a través de su publicación en la revista Primer Acto, que, como se dijo, desde siempre prestó atención a estas nuevas obras que suponían una bocanada de aire fresco en la dramaturgia española. No obstante, pocas veces estos textos fueron más allá del “fantasma del papel”, ya que ni la censura ni los criterios empresariales permitieron su acceso a los escenarios. En este sentido, Alberto Miralles se refirió a su propia generación, la del llamado “Nuevo Teatro Español”, como “la generación más premiada y la menos representada”. Él mismo obtuvo numerosos galardones a lo largo de su trayectoria, al igual que otros autores de su generación, como Jesús Campos, Jerónimo López Mozo o Domingo Miras, autores todos ellos que cuentan con los más prestigiosos galardones que se conceden a la dramaturgia española. Con todo, la existencia de estos premios y su disonancia con respecto a los criterios de la escena oficial suponía al mismo tiempo un testimonio y una forma de resistencia. Tal como señala Jesús Campos, “En otro tiempo los premios tenían un interés extrateatral. Cuando la autoría española era sistemáticamente prohibida o negada por la dictadura, la existencia de los premios evidenciaba el atropello”13.

La revista Primer Acto ha narrado la peripecia sufrida por los premios desde los tiempos en que se estrenaban normalmente hasta la actualidad, pasando por los difíciles tiempos de la dictadura franquista:

Hubo un tiempo en  el que los Premios Teatrales se estrenaban y circulaban, fuera por estar en las bases de la convocatoria, fuera porque emergían de una selección que auguraba su interés. Pero ocurrió que los Premios eran convocados en su mayoría por organismos y corporaciones que no estaban dispuestas a montar obras en su mayoría críticas y escasamente amables. Así que se dio con la fórmula de mantener los Premios, cuyo anuncio y fallo eran motivo de satisfacción, y evitar su representación. En aquellos tiempos, cuando ocurrió esta historia, incluso muchos de los textos premiados eran prohibidos por la censura, y pasaban a formar parte de un extraño teatro, a veces citado con respeto y prácticamente desconocido.

Luego, cuando las cosas mejoraron, y cabía esperar que Premios y escenarios volvieran a encontrarse, la tónica siguió, ahora no tanto por temor al contenido de las obras, como por temor a los jurados, generalmente proclives a seleccionar textos difíciles, de dudoso éxito. Como la producción teatral es cada vez más cara y la distribución más difícil, y además, el fracaso desacredita al Premio, se llegó al punto en que estamos: bastantes premios y pocos compromisos de estrenarlos. (P.A., 2005, p. 5).

Tal como señalaba la citada revista, la llegada de la democracia contribuyó a la normalización de este panorama pero no supuso para los premiados una mayor garantía de estrenar sus obras. Refiriéndose a un texto premiado en los primeros años del nuevo siglo, Patera, de Juan Pablo Vallejo, en el editorial de esta revista podemos leer:

Preguntarse por qué no ha circulado más este excelente texto […] es poner el dedo en una de las llagas del actual teatro español. Vuelven a mandar las leyes más sórdidas del mercado, compartidas por programadores y públicos. Los primeros, incluso cuando están al frente de las salas públicas, porque el éxito es la garantía de su continuidad; los segundos, porque expresan la demanda que corresponde a una visión trivial del teatro, fomentada desde muy diversos puntos de nuestro tejido social. Con lo que, en definitiva, las obras premiadas no alcanzan el apoyo de la industria ni, salvo excepciones, el del teatro público. (P.A., 2005, p. 6).

Si, por una parte, como se dijo, los premios han aumentado en número en las últimas décadas, lo cierto es que esta proliferación ha ido acompañada de una disminución de su relevancia social. No solo las obras premiadas no llegan a estrenarse, sino que ni siquiera los medios de comunicación –con excepción de las revistas especializadas– dan noticia de la mayoría de estos premios. Tal como señala José Luis Miranda, autor galardonado con varios de los premios más prestigiosos: “En aquella época [finales de los ochenta] eran menos los premios que había y por tanto tenían más repercusión. Antes los premios tenían una repercusión en la prensa nacional, ahora no se refleja más que el Nacional”14. Más tajante es Jesús Campos, quien afirma que “Treinta años después [de la dictadura], hemos pasado de la persecución al ninguneo”15. El testimonio de Jerónimo López Mozo, autor que, al igual que Campos, ha sido premiado en distintas etapas de su trayectoria, desde el tardofranquismo hasta nuestros días, puede servir igualmente como resumen sobre la evolución de los premios y de lo que suponen para los autores desde entonces hasta la actualidad:

[…] Cuando empezaba a escribir, en la década de los sesenta del pasado siglo, mi interés por ellos se centraba en la posibilidad de ver publicados y representados mis textos. […] No puedo quejarme de los resultados, pues alcancé ambos objetivos y pude darme a conocer. Incluso cuando las obras no podían ser representadas por prohibición de la censura, la simple difusión de la noticia del premio me compensaba. Años después, me pareció que no debía seguir concursando, pero durante los años de la transición reconsideré esa decisión a la vista de que las dificultades para estrenar eran, en contra de lo esperado, iguales o mayores que en los años anteriores. Tuve la fortuna de ganar algunos premios importantes y eso fue un estímulo considerable para no arrojar la toalla. […] En los últimos años, me presento a menos concursos. Si lo sigo haciendo es porque, en buena medida, siguen siendo una de las mejores vías para la publicación. En todo caso, en esta hora empiezan a ser más abundantes los premios no buscados, aquellos a los que uno no se presenta y llegan por iniciativa de otros16.

3.4. Algunos de los premios de dramaturgia más relevantes del panorama actual

Como se dijo, son numerosos los premios que se convocan para autores teatrales y muy diversas su dotación y su prestigio. El más antiguo de todos ellos es el Lope de Vega, creado durante la II República, recuperado por la dictadura franquista y perpetuado hasta nuestros días. Durante muchos años fue un premio emblemático, ambicionado por numerosos dramaturgos que deseaban estrenar en el primer coliseo de nuestro país, el Teatro Español de Madrid, ya que sus bases establecían el estreno de la obra premiada en dicho teatro, con producción a cargo de la entidad convocante. Entre los autores que lo obtuvieron se encuentran Alejandro Casona, que lo ganó en 1933 con La sirena varada, y Antonio Buero Vallejo, quien lo obtuvo con Historia de una escalera, cuyo estreno en 1949 marcaría una nueva etapa en la historia del teatro español. En 1974 lo obtendría Jesús Campos con 7.000 gallinas y un camello, que sería el primer Lope de Vega estrenado durante la democracia, aunque las trabas administrativas de la dictadura no habían desaparecido del todo (Campos García, 2009). En los años de la Transición obtendrían el premio Fernando Fernán-Gómez (con Las bicicletas son para el verano), José Martín Recuerda y Alfonso Vallejo. En los años 80 el premio sufrió un grave deterioro al suprimirse de sus bases la cláusula que obligaba al estreno de la obra. Desde entonces, y dependiendo de la voluntad del director de turno, en ocasiones se ha estrenado la obra premiada y en ocasiones no, sin que la obtención del premio haya sido garantía de su representación. En lo que respecta al siglo XXI, el premio se ha otorgado tanto a autores consolidados, como Ignacio Amestoy o Miguel Murillo, como a otros que comenzaban su carrera autoral, como Alberto de Casso y César López Llera, entre otros17. Qué ha supuesto el premio para estos autores es una pregunta que les hemos planteado a varios de ellos, y aunque sus respuestas han sido muy distintas, todos coinciden en que su trayectoria no ha variado en gran medida antes y después de la obtención del premio. A este respecto, dos de sus ganadores más recientes, Alberto de Casso y César López Llera, respondían de forma bastante drástica. El primero de ellos afirmaba:

[…] pienso que los premios se han devaluado con respecto a hace dos décadas. Un premio como el Lope de Vega, siendo el premio literario más antiguo de España y con el que han coqueteado todos los autores españoles, y que debía ser equivalente al Nadal en novela o al Adonais en poesía… hoy apenas tiene repercusión ni trascendencia, debido a la incuria del Ayuntamiento, y al desinterés y egocentrismo de los sucesivos directores del teatro Español. La obra no se programa, se edita con cinco años de retraso o más, y no sirve para darte a conocer como autor como ocurrió con Casona, durante la república o con Buero en la posguerra o Fernán Gómez en la democracia18.

Más duro si cabe se mostraba César López Llera, ganador tanto del Lope de Vega como del Tirso de Molina, otro de los más importantes galardones que se conceden a la dramaturgia española contemporánea:

El haber recibido los Premios Tirso de Molina y Lope de Vega, entre otros, han supuesto mucho para mis carreras como conductor y como hipotecado, porque gracias a ellos pude comprarme un coche y quitarme algunas letras. También me han servido para tener dinero para pagarme entradas al teatro, que, según vengo observando, muchos espectadores no pagan porque los invitan los jefes de sala y no sé quienes más. Por supuesto, me confirman que lo que escribo tiene calidad, aunque a nadie le interese representarlo y a muy pocos leerlo. Como dramaturgo no me han servido para nada. Los premios teatrales no son más que migajas y los premiados floreros de un día en actos oficiales. Nos sueltan un dinero, que nos viene muy bien. Nada más. Nos pagan un servicio como si fuéramos meretrices letradas. A veces pienso que son un derroche más de dinero público.

No obstante, como se dijo, algunos de los Lope de Vega sí se han estrenado en el Teatro Español. Entre ellos, Nina, de José Ramón Fernández (2004), y Armengol, de Miguel Murillo (2002). Aunque, en los últimos años, la mayoría de las obras premiadas con el Lope de Vega que han alcanzado el estreno han sido montadas en la sala pequeña de este teatro (detalle que no hay que perder de vista), la última de las citadas lo hizo en la sala principal.



13 Carta personal del autor, cit.

14 Entrevista telefónica con el autor, que tuvo lugar con fecha de 11 de julio de 2011.

15 Carta personal del autor, cit.

16 Carta personal del autor, enviada por correo electrónico el 4 de diciembre de 2011.

17 El lector puede consultar la lista completa de obras premiadas en la página web de la Asociación de Autores de Teatro: http://www.aat.es/index_premios.html , por lo que evitamos reproducir aquí dicha relación. Por otra parte, la historia completa del premio aparece desarrollada y analizada en: Pérez-Rasilla y Checa, 2006.

18 Carta personal de Alberto de Casso, enviada por correo electrónico el 26 de junio de 2011.

 

 

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