1.5. Importancia de la puesta en escena operística y pervivencia de las compañías

En el reto que supone la actual puesta en escena operística, respecto a equilibrar una dramaturgia tan sólida como innovadora con una visualidad fascinante, La Fura dels Baus y el director Calixto Bieito figuran entre los top ten a nivel mundial. Respecto a La Fura, Àlex Ollé y Carles Padrissa, que iniciaron su aventura lírica con L’Atlàntida de Manuel de Falla en 1996, la década de los 2000 les ha supuesto el desarrollo de un lenguaje propio, con gran protagonismo de la tecnología, a través de la cual consiguen imágenes insólitas de gran voltaje poético. Colaborando con el escultor Jaume Plensa o con el videoartista Franc Aleu, han conseguido excelentes montajes en los últimos años: La flauta mágica, de Mozart (2007), El Castillo de Barbazul, de Bártok (2008) [fig. 5], Le Grand Macabre, de Ligeti (2009), La Tetralogia wagneriana (2009), Ascenso y caída de Mahagonny, de Weill-Brecht(2010), Edipo, de Enesco (2011)…

Nos gustaría igualmente señalar la pervivencia de otra compañía, La Cubana, en el siglo XXI tras los estrenos de la parodia Una nit d’òpera (2001) o de Mamá quiero ser artista (2004), un hilarante y cruel retrato de los reality shows televisivos. La Cubana, al ser la invitada principal del programa oficial del Festival de Edimburgo 2005, adaptó su éxito Cómeme el coco negro al británico Nuts Coco-Nuts, un claro ejemplo, según nuestra opinión, de cómo las puestas en escena emblemáticas de estas compañías históricas son tan patrimonio escénico como los textos de Àngel Guimerà.

1.6. Mujeres a escena

También en esta década se ha consolidado un teatro hecho por mujeres y con una temática de género desde estéticas muy diversas. Tras los precedentes del grupo Metadonas, Empar Rosselló o de Simona Levi, creadoras procedentes de la danza como Sol Picó [fig. 6] o Marta Carrasco [fig. 7] se han ido orientando hacia un teatro-danza, hacia un trabajo mixto entre actores y bailarines. De Carrasco destacamos Mira’m (2000) un espectáculo en el que se descubre un mundo femenino lleno de contrastes, habitado por objetos vinculados a la mujer en sus diversas edades, de las muñecas a los vestidos de novia, en un clima esperpéntico. Por su parte, la actriz y bailarina Sonia Gómez inicia un recorrido autobiográfico de pequeño formato muy emblemático para su generación, la de los treinta y pico, en el que juega entre realidad y ficción. Por ejemplo, en Mi madre y yo (2004), madre e hija reales comparten vida y escenario y, a través de su intimidad lúdica y desenfadada, consiguen una gran complicidad con el espectador.

Dramaturgas como Victoria Szpunzberg, Ada Vilaró o Carol López, también directora de su texto Germanes (2008), una comedia de factura impecable, también nos hablan de un mundo femenino desde la complicidad, el humor y la ironía.

1.7. Resumen

Podríamos decir que el teatro catalán goza de salud pero ha perdido en diversidad y singularidad. Por ejemplo, uno de sus emblemas internacionales, el teatro de calle, vive horas bajas ante la competencia de las compañías francesas y también el teatro de títeres sufre una cierta decadencia. Se perpetúan modelos de producción muy vinculados a las instituciones y según el informe anual del CONCA “se crea un exceso de espectáculos de poca o nula viabilidad” (2011, 244). A pesar de ello, ha surgido un nuevo tejido de colectivos, más pequeños e inestables, nacidos en un contexto más hostil para un teatro no convencional. En ellos, destaca un creador escénico permeable, que trabaja como colaborador o impulsor de diferentes proyectos. Destacan iniciativas vinculadas al teatro social y terapéutico, al site-specific y a propuestas performativas que trabajan los límites de la ficción como el dúo barcelonés Vives & Bestué.

En Barcelona, se ha recuperado El Molino, local de cabaret y burlesque, buque insignia de una esperada revitalización del Paralelo barcelonés, polo teatral cercano al de la llamada Ciudad del Teatro⁹. Finalmente, circo, magia y espectáculos de ilusionismo parecen haber encontrado su lugar con la inauguración de un nuevo espacio, La Seca, situado en el corazón del casco antiguo. Y se ha reabierto el local original del Teatre Lliure en el barrio de Gracia. Buenas noticias para un futuro incierto.