La casa de Bernarda Alba

GARCÍA LORCA, Federico
Edición de Begoña Gómez Sánchez. Madrid, Bolchiro, 2023.

Eduardo Pérez-Rasilla Universidad Carlos III de Madrid
La casa de Bernarda Alba, de Federico García Lorca. Ed. de Begoña Gómez

La colección Las 25 mejores obras del teatro español, que ofrece la editorial Bolchiro y que dirige José Luis Alonso de Santos, presenta ahora La casa de Bernarda Alba, de Federico García Lorca. La edición está a cargo de Begoña Gómez Sánchez, quien es responsable también de las notas y del estudio introductorio. Es un título que no podía faltar en una colección que trate de recuperar los textos más emblemáticos de nuestra literatura dramática, pues tal como subraya Alonso de Santos en las palabras preliminares, se trata de “la obra más conocida de nuestro escritor más reconocido en el mundo entero (al margen de los escritores españoles del Siglo de Oro)”. Alonso de Santos, dramaturgo y director de escena, pero también profesor, estudioso y teórico de la literatura dramática, no pude, ni quiere, contener su entusiasmo ante La casa de Bernarda Alba en cuanto texto, en cuanto escenificación y en cuanto material extraordinariamente fructífero para las clases de escritura dramática.

La edición del texto toma como punto de partida la de la Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes, que reproduce el texto incluido en las Obras completas que publicó la editorial Aguilar en Madrid en 1954. La editora ha cotejado además el manuscrito original que custodia el archivo del Centro García Lorca en Granada y ha tenido en cuenta las lecturas de las ediciones contemporáneas más prestigiosas.

El estudio que encabeza la edición del texto está elaborado de manera esmerada y precisa. Presenta, en primer lugar, una semblanza biográfica de Lorca que incluye su trayectoria literaria y teatral, completada por una cronología que relaciona los principales hitos de la vida del poeta y sus actividades literarias y teatrales con los acontecimientos históricos y culturales del momento. El cuadro sinóptico proporciona una notable ayuda para ubicar al autor y a su obra en su contexto. Después, la editora realiza un análisis pormenorizado y sólido de La casa de Bernarda Alba. Ciertamente en nuestros días parece difícil aportar grandes novedades en la interpretación de un texto tan explorado por investigadores y creadores y tampoco es este el propósito principal de la edición que nos ocupa. Sin embargo, nos encontramos ante un análisis claro y riguroso, de exposición ordenada y limpia, que resultará de gran utilidad a quienes deseen acercarse por primera vez a la lectura o al estudio de la gran obra lorquiana. Los aspectos principales –género y estilo, argumento y temas, estructura dramática y conflicto, personajes, tiempo, espacio y lenguaje– aparecen cuidadosamente perfilados y examinados desde la perspectiva de una investigadora que se ha formado también como directora de escena. Me parece pertinente su punto de vista, que atiende siempre a la dimensión escénica –y no solo a la literaria– de La casa de Bernarda Alba, lo que proporciona a su análisis un relieve del que otras aproximaciones suelen carecer.

En este sentido, y en consonancia con la línea de la colección, adquiere particular interés el epígrafe destinado a las principales escenificaciones de La casa de Bernarda Alba. El recorrido es riguroso, está convenientemente documentado y se ha expuesto con brillantez y hasta con pasión. La tarea merecía la pena. Se remonta al estreno de la obra el 8 de marzo de 1945 en el Teatro Avenida de Buenos Aires, a cargo de la legendaria Margarita Xirgu. Pasa revista después a las primeras tentativas de escenificar la obra en España. El intento de Borrás en 1943 para el Lara. El de un Rivas Cherif, recién salido de la cárcel, que trató de montarla en 1946, pero se encontró con la negativa de la familia Lorca. O las dos lecturas dramatizadas que el grupo Thule. Teatro de Ensayo, compuesto por alumnos del Institut del Teatre de Barcelona, llevaron a cabo acompañados por la música de Federico Mompou, en 1948. O el azaroso y casi clandestino primer estreno en España llevado a cabo por La Carátula, que dirigían José Gordón y José María de Quinto. Y, por fin, el estreno “normalizado” de la obra: el célebre montaje de Juan Antonio Bardem el 10 de enero de 1964 en el Teatro Goya de Madrid. De ahí se pasa a las no menos impactantes propuestas de Ángel Facio, quien montó La casa de Bernarda Alba con el Teatro Experimental de Oporto en 1972 y ya el 17.IX.1976, muerto el dictador, estrenó su espectáculo en el Teatro Lara, con Ismael Merlo interpretando a Bernarda Alba. Tras la normalización democrática vinieron otros montajes estimables: el de José Carlos Plaza en el Teatro Español de Madrid, en 1984, es tal vez el más notorio, pero es de agradecer que Begoña Gómez recuerde también la excelente y poderosa propuesta que Alfonso Zurro, al frente del Teatro de la Jácara, compañía independiente andaluza, ofrecía en 1986. El espectáculo se mostraba como una suerte de ejercicio metateatral en el que todos los personajes eran interpretados por actores varones, supuestos reclusos que desarrollaban su tarea entre los barrotes de la cárcel. Y entre los más recientes, recoge el montaje del TNT, con dirección de Juan Dolores Caballero, en 1998, o el impresionante espectáculo que en ese mismo año firmó Calixto Bieito –en cuya trayectoria artística es especialista la editora– en el Teatro María Guerrero de Madrid, con María Jesús Valdés como Bernarda Alba. No falta tampoco el de Lluís Pasqual en 2009, al frente del Teatro Nacional de Catalunya, con Nuria Espert como Bernarda y Rosa María Sardá como Poncia. En ese mismo año, Pepa Gamboa dirigía a unas actrices gitanas y analfabetas, provenientes del asentamiento chabolista del Vacie, en Sevilla. Y no han faltado en los últimos años, relecturas, revisiones o formas de experimentación a partir del célebre texto lorquiano. Begoña Gómez da cuenta de algunos de los ejemplos más relevantes. En suma, un panorama amplio y fascinante, que muestra la riqueza inagotable del texto y sus ilimitadas posibilidades de escenificación. La consignación de estos montajes va acompañado de un interesante material gráfico.

Para las notas a pie de página se ha optado, como Begoña Gómez dice expresamente, por circunscribirlas a la explicación de palabras y locuciones menos comunes en el habla contemporánea. Se han evitado, en consecuencia, las disquisiciones filológicas o las referencias a interpretaciones del texto. Parecen estar pensadas para facilitar la lectura de La casa de Bernarda Alba a estudiantes o a lectores cuya lengua materna no sea el castellano. Se trata, en suma, de una edición cuidada y coherente, clara y pulcra, documentada y rigurosa, aunque no propiamente erudita, que resultará notablemente útil a los lectores y que ofrece principalmente una visión del texto desde su condición de propuesta escénica.