Documentos para la historia del teatro español
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1939-1949
1939-1949

Cartelera
1944

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El Teatro y su Doble

 

 

Índice, recopilación y estudio:

Juan Aguilera Sastre
IES “Inventor Cosme García”. Logroño

 

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PROTAGONISTAS

Mirando al pasado desde un incierto presente

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Las páginas de los periódicos también recogen numerosas entrevistas a empresarios teatrales, en su mayoría de escaso interés y más bien orientadas a la propaganda de sus actividades: Manuel Reula, empresario de las compañías de Pepe Alba y Calvo de Rojas-Salanova; Adrián Izquierdo, que había creado una compañía con Ana Adamuz en la Comedia para llevar a cabo una campaña estival con precios moderados que fue todo un éxito; Eduard Duisberg, del Scala de Berlín, con el nuevo espectáculo Fantasía 44; Tirso Escudero, que tras años de retiro proyectaba crear una nueva compañía para el estreno de una obra que le iba a dedicar Benavente; Barnum, el famoso artista ilusionista, que se había convertido en empresario para llevar espectáculos de ópera a Galicia; el autor y empresario Manuel Taramona, que había decidido en Madrid el género policiaco…

En cuanto a los actores, la publicación del libro de Felipe Sassone, María Guerrero, la Grande y el proyecto de un mausoleo a la gran actriz propiciaron un emotivo artículo de Joaquín Álvarez Quintero en ABC, en el que destacaba las cualidades de la artista: “María Guerrero no [solo] fue una actriz sobresaliente, de muy ricos y cambiantes matices, de superior cultura, de ambición creadora incansable; fue también una dama ilustre. Dignificó la profesión a la que consagró su vida, hasta prestarle la más noble señoría, hasta conseguir el más sincero respeto social… Fue asimismo una española que consumió su vida en amor a España, que paseó por el mundo español el genio español (sic), descubriéndolo y enalteciéndolo. Honremos la memoria de la gran artista, que, con su colaborador constante e ilustre, elevó la escena patria al más alto grado de esplendor y grandeza”. También la sobrina que heredó su nombre ocupó un lugar destacado en la prensa, que la recibió con alborozo después de tres años de gira por América: “Felicitémonos del regreso de María Guerrero. Al teatro español vuelve un nombre glorioso, del que estaba muy necesitado”, a la vez que se enfatizaba que desde hacía muchos años había mantenido “constantemente la unión artística de España y de América, llevando hasta aquellas tierras el aliento español”. El crítico de Ya, Manuel Pombo, insistía en su proyección patriótica: “La voz de María Guerrero se fue a tierras de América. Allí sirvió a la gran causa española, sin claudicaciones, sin desviarse un ápice del camino cierto y verdadero, del camino español. La Patria, por la que todos luchamos y por la que tantos murieron, encontró en ella un exponente casi perfecto, porque nadie puede representarla mejor que un artista y una mujer. Caminaba el mundo senderos de guerra y andaban divididos los hombres y envenenadas las pasiones. María Guerrero, serena, digna, con sus ojos oscuros y su voz maga (sic), representaba desde el escenario […]. No hizo propaganda, no forzó la nota; hizo arte. Para ello nació, y ni el dolor ni la desgracia pudieron apartarla de su camino”.

Lola Membrives, “argentina por su cuna” pero “española por su ascendencia, por su formación artística y por su temperamento excepcional”, fue otro de los principales centros de atención del año, en numerosas entrevistas y crónicas de sus éxitos, en los que se valoraba invariablemente “la prestancia y pasión de su destacado temperamento artístico”, “prodigio de matices y reacciones”. A su llegada para la nueva temporada española, Barcelona Teatral se hacía eco de que “que su mayor orgullo y una de sus más íntimas satisfacciones es llevar a la Argentina el teatro español, trayendo a nuestra patria las más destacadas obras porteñas. Interesante intercambio que puede hacer más por la aproximación hispano-americana que muchos discursos y no pocos proyectos anunciados a golpe de bombo y platillos”. Y remataba el crítico de Jornada: “Lola Membrives –quizá únicamente ella– mantiene por su empaque escénico, señoril y exquisito, la misma línea y escuela de nuestras grandes trágicas. Actriz completa, inteligencia despierta y cuidadosamente cultivada, la Membrives, genio artístico, es el producto terminal de una etapa en la historia del arte teatral hispano”.

El primer aniversario de la muerte de Loreto Prado fue también motivo de homenajes y recuerdos, en especial a raíz de la inauguración de un monumento en su honor en la plaza de Chamberí, obra de Benlliure. Había iniciado el homenaje Pilar Millán Astray. La publicación de las memorias de su inseparable compañero, Enrique Chicote, La Loreto y un servidor de ustedes, fueron un motivo más de recuerdo a la actriz cómica, que se veía enturbiado por una patética carta del propio Chicote en que hacía pública la necesidad de volver a trabajar en el Cómico, a pesar de su edad, por motivos económicos.

También en 1944 celebró el actor Guillermo Marín sus bodas de plata en la profesión. En una larga entrevista, Alfredo Marqueríe recordaba su estreno de El divino impaciente, con el que recorrió los escenarios de toda España, y que ahora encabezaba el elenco del María Guerrero, “con constantes y triunfales diversiones estratégicas en el cine”. Y, como solía ser habitual en la profesión, se sucedieron los homenajes y beneficios: a Ramón Peña, en el Comedia de Barcelona; a Mariano Azaña en el teatro Barcelona por “la pulcritud de su arte escénico, su relevante gracejo personal y la gracia y simpatía que sabe infundir a todas su interpretaciones”; a Paco Melgares en el teatro Borrás, “digno remate a su actuación”, pues “pocas veces en la historia teatral de Barcelona se ha dado el caso excepcional de realizar una temporada de seis meses, brillantísimos, a base de obras de repertorio, como la que ha llevado a cabo Paco Melgares, llenando el teatro constantemente y alcanzando en cada una de ellas más de cincuenta representaciones”; a María Fernanda Ladrón de Guevara antes de su gira por Portugal, con la reposición de Rosas de otoño y la participación de Benavente, Marquina y García Sanchiz; en el María Guerrero, a Ricardo Calvo, a quien el ministro de Educación Nacional, José Ibáñez Martín, impuso las insignias de la orden de Alfonso X el Sabio; a Isabel Garcés en el Infanta Isabel, al finalizar la temporada de invierno y de iniciar la de primavera en Barcelona; a Antonio Martelo, consagrado ya como uno de los actores festivos más destacados, en el Alcázar; a Pepe Alba, en Poliorama, con motivo del fin de la temporada, etc.

Las giras de las diferentes figuras de la escena también fueron recogidas puntualmente por la prensa, que además ofrecía sus páginas a entrevistas más o menos jugosas sobre sus actividades, sus proyectos, sus éxitos o su vida en general: además de las mencionadas con Lola Membrives y María Guerrero, habría que citar otras con Celia Gámez, María Fernanda Ladrón de Guevara, Irene López Heredia, Isabel Garcés, Niní Montiam, Alfonso Estela, etc.

Por otro lado, tuvo bastante eco en las páginas de los periódicos la precaria situación del Montepío de Actores y los intentos por revitalizarlo, dada la miseria en que vivían algunos actores retirados. En las reuniones del Montepío se recriminaba a quienes no pagaban las cuotas y se creó una junta de gobierno para la nueva etapa.

La información sobre las compañías solía centrarse en proyectos, debuts, giras, listas de componentes y estrenos previstos, y con frecuencia adquiría también un valor esencialmente propagandístico. Así, el debut de la compañía de María Fernanda Ladrón de Guevara en el teatro Calderón se anunciaba con la lista de la compañía para una temporada que iba a iniciarse con la reposición de Mancha que limpia, de Echegaray, y que, “como todas las suyas, constituirá seguramente, desde el primer momento, uno de los máximos atractivos de la vida escénica madrileña”; en las sucesivas presentaciones de la compañía de Paco Melgares en el teatro Borrás de Barcelona, se destacaba que se trataba de una compañía excelente y de “uno de los artistas predilectos del público barcelonés”, que “por sus reconocidos triunfos brilla con luz propia y en la que su pulcro arte escénico impone a los demás elementos de su nueva formación una línea de actuación estimable”. En el Poliorama, a la vez que el espectáculo Zambra, de Lola Flores, se anunciaba el inminente comienzo de la temporada oficial con la presentación de la compañía de Enrique Guitart, que se proponía “reponer, con carácter de estreno, una serie de obras famosas, que hace años no se han representado”. La presentación en el teatro Lara de la compañía de Ismael Merlo, a quien se valoraba como “galán cinematográfico”, con Milagritos Pérez de León de primera actriz, consideraba a la pareja la “más joven de España”, que llegaba a Madrid avalada por el éxito de una temporada de ocho meses en Barcelona y gira por provincias, pero “les faltaba Madrid, ese Madrid que es meta final para todos los artistas”. Similar acogida merecieron Paco Martínez Soria y Laura Pinillos en su regreso al teatro de la Zarzuela después de varias temporadas de ausencia, hecho que se presentaba como “uno de los acontecimientos teatrales” del Sábado de Gloria, el mismo elogio que recibió Concha Piquer en su regreso al Fontalba. De Celia Gámez, en su debut en el Reina Victoria con Si Fausto fuera Faustina, se decía que había reaparecido “tan lozana, vivaz, graciosa y gentil mujer, como expresiva, comprensiva, deliciosa artista” en “toda su doble opulencia”. La presentación en Madrid de la compañía de María Guerrero y Pepe Romeu, en fin, recordaba su larga ausencia desde 1941, sus últimos éxitos en la capital con La santa virreina y Locura de Amor, sus éxitos por Zaragoza, País Vasco, Santander, Asturias y Galicia, en un “paseo de triunfos ininterrumpidos”, y el interés de la reposición de otra vieja obra de Marquina, Doña María la brava.


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