La Barcelona que llora la muerte del dramaturgo, pintor, escenógrafo y empresario teatral Adrià Gual i Queralt (1872-1943), impulsor de la Escuela Catalana de Arte Dramático y pionero del cine en Barcelona, disfruta de las cerca de 443 funciones de la opereta Luces de Viena,de Artur Kaps y Franz Joham con dirección de los mismos en el teatro Cómico. En Madrid “Los vieneses” se trasladaron al Calderón donde rozaron las 200 representaciones. Merece la pena hacerse eco de esta compañía, que acogería, entre otros, a Gustavo Re (quien había estrenado ¡Allá películas! ese mismo año en la compañía de Julio de Ávila y José Andrés de Prada en Revistas del Olimpia) y la futura marionetista Herta Frankel. Los austriacos venían huyendo de la Alemania nazi y recalaron en Barcelona en 1942 con la revista con la revista Todo por el corazón. Tras esta llegarían Viena es así, Campanas de Viena, Melodías del Danubio, y Carrusel vienés, entre otras. La pareja se haría muy famosa en diversos programas musicales de televisión durante los años 60. En Madrid “Los vieneses” repusieron su gran éxito barcelonés del 1942 en el Coliseum, Todo por el corazón con el novedoso concepto de revista vienesa y llegaron a las más de ciento cincuenta representaciones. Pese al nuevo espectáculo, la misma obra también tuvo cerca de 50 funciones en la Ciudad Condal.

Como hemos visto 1943 es un año clave para situar a los protagonistas del inicio de cambio de tendencia en lo cómico (“Modelos y espacios”). Si bien Enrique Jardiel Poncela tiene un gran éxito con varias piezas (Los habitantes de la casa deshabitada, Las siete vidas del gato), dirige su propia “Compañía de Comedias Cómicas” y asiste a la première de la película Eloísa está debajo de un almendro; Antonio de Lara Tono y Miguel Mihura estrenan (con menor éxito) Ni pobre ni rico, sino todo lo contrario, en la primera obra de una serie de humor que, si bien comparte rasgos con el de Jardiel, procura la evasión como medio de olvidar la escasez del momento. Se trata de una evolución lógica y, quizá, incluso bienvenida.

Por otros derroteros va Antonio Paso Cano, quien sigue con sus triunfos. El 2 de julio de 1943 estrena en el teatro de la Comedia Haz el favor de morirte, escrita en colaboración con Antonio Armenteras. La producción fue de Mariano Azaña, quien actuó junto a Conchita Fernández y Luis Ramírez, entre otros. Eduardo Haro Tecglen en Informaciones se refería a cierto regusto agridulce en el estreno, con no pocas protestas al fin del primer acto. No obstante, los autores salieron al escenario al final de cada acto (03-07-1943). Su acogida fue mayor en Barcelona donde la obra superó con mucho las doscientas representaciones (234). El Alcázar recogía el estreno de 3 de marzo de Me matas con tu cariño, de Antonio y Manuel Paso, interpretada con gran éxito durante doscientas representaciones por Francisco Chuliá, Aurora Redondo, Rafaela Rodríguez y Valeriano León. También tuvo fortuna con el musical: junto a Manuel Paso Andrés y música de Daniel Montorio estrenó con gran éxito Tabú en el Maravillas. Emilio Morales de Acevedo en su crónica para El Alcázar (01-11-1943) destacaba, sobre todo, a la “súper vedette” Emilia Aliaga.

Es un buen año para Eduardo Marquina quien ve cómo se reponen varias de sus obras: La ermita, la fuente y el río, Beatriz, La enemiga, En Flandes se ha puesto el sol. Además, estrena su último gran éxito, María, la viuda, con Ana Adamuz de primera actriz. La función rozó las 200 representaciones en el Lara. Tras el estreno se le ofreció una cena en el Hotel Ritz, sería uno de sus últimos homenajes públicos. Casi a la vez se distribuiría una película con guión suyo: Noche fantástica, producida por CIFESA.

Pero quizá el año esté marcado por la presencia de dos grandes directores en el espacio de poco más de un kilómetro en el centro de Madrid. Aquí coinciden Luis Escobar en la dirección del María Guerrero y Cayetano Luca de Tena en la del Español. Se trata de dos directores jóvenes (Escobar tiene 37 años, Luca de Tena 26) que darán las directrices que ha de tener el teatro nacional en las décadas siguientes. Ambos apuestan por soluciones escénicas innovadoras: en 1949 Escobar estrenaría un Don Juan Tenorio con escenografía surrealista de Dalí; Luca de Tena llegará en el 69 a realizar un escenario giratorio para La dama boba que permite la consecución rápida de las escenas. Los dos tienen experiencia en la puesta en escena de los clásicos. Escobar había puesto una obra clásica por año desde 1938: respectivamente El hospital de los locos de José de Valdivielso, La cena del rey Baltasar de Calderón, Don Duardos de Gil Vicente, La verdad sospechosa de Ruiz de Alarcón y La vida es sueño de Calderón. Luca de Tena, por su parte, se estrena con El pleito matrimonial del alma y el cuerpo ese mismo año y se especializa en este mundo. El joven director entiende el clásico siempre en un sentido laxo que va desde el griego (p.e. Antígona de Sófocles), al isabelino (p.e. Macbeth de Shakespare), al francés (p.e. El burgués gentilhombre de Molière) o al dieciochesco (p.e. El sí de las niñas de Leandro Fernández de Moratín). Escobar, por su parte, también se acerca decididamente al teatro extranjero contemporáneo: en 1941 había puesto en escena la Dulcinea de Gaston Baty y en 1942 La herida del tiempo de Priestley. Luego pondría Our Town de Thornton Wilder, Huis-Clos de Jean Paul Sartre y Cocktail Party de T.S. Eliot. Aunque ambos estrenan a autores cercanos al régimen como Agustín de Foxá, comparten un talante liberal que les lleva a dar cabida a un autor que trata la difícil temática de la guerra civil en años contiguos: Antonio Buero Vallejo. Si Luca de Tena estrena Historia de una escalera en 1949 en el Español como corresponde por la obtención de este del premio Lope de Vega; Escobar hace lo mismo la temporada siguiente En la ardiente oscuridad. Como vemos, esta feliz coincidencia, que podemos situar en los alrededores del año teatral 1943, llevó a una renovación de la escena en los años siguientes.