Documentos para la historia del teatro español
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1939-1949
1939-1949

Cartelera
1940

El tiempo y su memoria
Escena y política
Modelos y espacios
Protagonistas
Memorabilia
El Teatro y su Doble

 

 

Índice, recopilación y estudio:

Julio E. Checa Puerta
Universidad Carlos III de Madrid

 

 

NOTA: Las páginas que siguen son el resultado de la lectura y análisis de varios cientos de reseñas teatrales aparecidas en la prensa de Madrid y Barcelona a lo largo del año 1941. Dado que lo más importante era ofrecer una parte de estos documentos, nuestro trabajo ha consistido en proponer una selección de los mismos que fuera acompañada de unos comentarios de carácter general, con la idea de estructurar los contenidos y establecer los perfiles fundamentales de lo que fue la actividad teatral realizada durante ese año. Con estos comentarios se pretende animar a los lectores a llevar a cabo la lectura completa de aquellos artículos que, por la razón que fuese, hubieran despertado en ellos algún interés. Obviamente, se trata de un periodo muy corto para establecer conclusiones definitivas, pero puede ser suficiente para reconocer por dónde transitaba la escena española, quiénes eran sus protagonistas y cuál era el lugar que ocupaba dentro de la vida cultural y política de entonces. Dado que el trabajo se estructura en seis secciones fundamentales, hemos tratado de buscar un cierto equilibrio entre las mismas, no extendiendo innecesariamente algunas para las que se ofrecían abundantes materiales, ni repitiendo información sobre espectáculos y noticias que, por su naturaleza, eran susceptibles de aparecer en varias de dichas secciones. De este modo, si algunos nombres propios de personas o si algunos espectáculos aparecen en dos o más secciones, lo hacen atendiendo a los aspectos diferenciados que en unos y otros hayamos podido encontrar. También hemos tenido especial interés en dejar que los protagonistas se expresaran por sí mismos, lo que ha determinado la abundancia de citas con las que hemos tratado de construir el relato dramático de ese año 1941, evitando en lo posible apreciaciones personales de carácter estético o político y persiguiendo el propósito de que cada lector, a partir de esas mismas citas, elabore su propio relato. Normalmente, hemos elegido una cita por cada asunto tratado, la que nos parecía más relevante, pero en la mayoría de los casos los lectores podrán disponer de varios textos que aborden una misma cuestión, bien sea un estreno, bien sea algún acontecimiento relacionado con la vida teatral de ese año.

Por último, querría agradecer al director del Centro de Documentación Teatral la idea de poner en marcha este proyecto sobre la Cartelera y que haya confiado en mí para redactar uno de sus capítulos. Igualmente, querría agradecer al personal del CDT su magnífica labor y ayuda, especialmente a Lola Puebla, sin cuya inestimable ayuda este trabajo no habría sido posible.

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MEMORABILIA

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Uno de los eventos de cierta relevancia en ese año sería la reapertura de la Casa de Lope de Vega, “el incomparable remanso de espiritualidad en el corazón de Madrid”; gracias a la iniciativa de la Real Academia de la Lengua, en un acto de gran relieve en el que participaron, además de los académicos, el Ministro de Educación Nacional, los directores de Bellas Artes y Turismo y diversos escritores e intelectuales como Eduardo Marquina, los hermanos Álvarez Quintero, Eugenio D’Ors, o Manuel Machado, entre otros. Como ya hemos señalado, algunas piezas del repertorio clásico sirvieron perfectamente al propósito propagandístico promovido por el Estado y, entre ellas, Las bizarrías de Belisa, de Lope de Vega, sería uno de los títulos más significativos. La recuperación de la Casa del dramaturgo formaría parte de todo ese proyecto, más que teatral, ideológico que se había puesto en marcha.

Aunque en otro lugar nos hemos referido a la atención que se prestaba a las lecturas de algunas obras, la lectura en el teatro Español de la comedia inédita El hombre que murió en la guerra, de los hermanos Machado, puede considerarse un evento de notable interés. Unos meses más adelante, se estrenaría en el teatro Español en medio de gran expectación, pues “desde La duquesa de Benamejí, sobre este mismo escenario del Español, no se había estrenado en Madrid ninguna nueva comedia de Manuel y Antonio Machado”. La acogida dispensada por la crítica puede considerarse positiva, como prueban los medidos elogios del crítico Alfredo Marqueríe: “La comedia de Manuel y Antonio Machado estrenada anoche en el Español tiene el decoro de lenguaje, la finura de frase y la hondura de pensamiento que caracterizan la labor literaria de sus ilustres autores [...] es una obra donde los personajes piensan en voz alta, descubren su conciencia y su congoja, se confiesan. He aquí la razón de que la obra sea minoritaria y confidencial, para dicha en voz baja, para escuchada en sombra, acaso para ser leída”. Algún crítico juzgaba positivo “el valor documental de un momento histórico interesantísimo por sí mismo y porque en él se contienen los gérmenes de cuanto ha venido sucediendo en el mundo de entonces acá”. Como era previsible, el mensaje pacifista de la obra no podía ser bien acogido por un sector de la crítica empeñado en aprovechar cualquier circunstancia para justificar la historia reciente y pasada española. Por ello, más apasionados serían los comentarios de Antonio de Obregón, quien calificó el estreno como un “suceso literario de indudable trascendencia”, a pesar de lo cual valoró negativamente la obra: “Y hay que decir que en ella solo se estima ese eterno buen decir de los Machado, porque todo lo demás falta: acción, interés dramático; teatro en una palabra [...] es una comedia discursiva, irreal, pacifista, con arreglo a un pesimismo y a unas blanduras que están muy lejos de este tiempo”.

Tal vez, el que hubiera sido verdadero evento de relevancia previsto para ese año fue, de haberse realizado, el homenaje proyectado en memoria de Pedro Muñoz Seca. Fue abundante la presencia de información en la prensa referida a este asunto, se aprovechó la circunstancia para rendir todo tipo de homenajes por escrito a los llamados “mártires” y muchos comentaristas dieron rienda suelta a una prosa exaltada de la que hemos recogido algunos ejemplos en otras páginas. Sin embargo, desde muy pronto se percibió que había diversas tensiones que, a la postre, harían imposible la celebración de un homenaje que llegó a contar con un programa ya cerrado y publicado en los periódicos. Así, sabemos que se reservarían siete filas de localidades para donativos, que las butacas más caras costaban 20 pesetas y 7 las más baratas, y que varias empresas contribuían generosamente regalando claveles, prestando un piano o aportando parte del mobiliario para alguna de las piezas que se tenía previsto representar. Incluso se llegó a dar cuenta de un programa dividido en tres partes que incluía la ejecución de una sinfonía, la representación de la pieza La hora del reparto, de Muñoz Seca y Jacinto Guerrero, una intervención de Adolfo Torrado sobre el teatro de Muñoz Seca, la interpretación del acto segundo de la comedia Cataplún, del mismo autor, un concierto del violinista Enrique Iniesta con piezas de Saint-Saëns, Falla y Sarasate, una disertación de Cortés Cavanillas sobre la estancia de Muñoz Seca en la cárcel, un recitado de poesías a cargo de Maruchi Fresno, canciones de Raquel Rodrigo, etc.. En otros periódicos se informaba de la fecha definitiva para celebrar el susodicho homenaje, el 27 de octubre de 1941, ofrecían detalles de todos los repartos, incluidos los apuntadores, y puntualizaban: “Todos los que colaboran en la función homenaje a don Pedro Muñoz Seca lo hacen por adhesión al régimen y desinteresadamente”. Sin embargo, por deseo expreso de la familia, tal homenaje no llegaría a realizarse, según explicaba Alfredo Marqueríe desde las páginas del diario Informaciones. Sí que llegó a organizarse un acto solemne para colocar una lápida en el número 57 de la calle de Velázquez, ofrecida por el escultor Juan Cristóbal y a través de la intermediación de Millán Astray, quien remitía a Chispero un escrito desde la Dirección General de Mutilados de Guerra por la Patria, en la que se traslucía un cierto cruce de intereses e iniciativas que, seguramente, contribuyó a hacer infructuosos todos los esfuerzos por llevar a cabo el homenaje. Esto se deduce de la respuesta que dio Chispero al escrito y que apareció publicada en Informaciones: “Cierto cuanto dice el ilustre director general de Mutilados en su carta. Por no cruzarnos en otras iniciativas, suspendimos la nuestra”. La iniciativa a que hacía mención era la de la lápida, no la del homenaje más ambicioso, y sin embargo podemos darnos cuenta de la dificultad para conciliar intereses a este respecto. Ya nos hemos ocupado en otros apartados de la cuestión del infructuoso homenaje pues, como pareciera lógico, ofrecía muy diversos aspectos para su consideración. Entendemos que la lectura completa de todas estas páginas podrá dar algún sentido a este comentario. Considerado exclusivamente como evento de relevancia, lo cierto es que el proyectado homenaje fue publicitado con profusión en toda la prensa escrita y, con menor eco, también la noticia de su suspensión definitiva. En una carta publicada por Arriba, la viuda de Muñoz Seca se dirigía al presidente de la Comisión organizadora, Tomás Borrás, en los siguientes términos: “Muy señor mío: después de leer el nuevo programa del proyectado homenaje a mi marido, siento mucho verme en la necesidad de rogarle sea suspendido el acto organizado para Madrid. No sé cómo agradecer a usted y a su señora el cariño y el interés que han puesto en la organización de este acto, que por iniciativa del señor Ródenas querían ofrecer a su santa memoria. Conozco perfectamente y al detalle las dificultades que se les han presentado a ustedes por gran parte de los elementos teatrales, que han impedido se realizase el primer programa, que estaba constituido por la obra de mi marido. Una vez que ha sido necesario confeccionar otro programa, formado en su mayor parte por elementos valiosísimos para los que guardo toda mi gratitud, pero completamente ajenos al sector teatral al que mi marido consagró su trabajo, no refleja ni por un momento lo que yo creo debía constituir este homenaje”.


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